#Salud: Esta es la razón por la que las manchas de la piel empeoran en verano

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Efectos de la exposición solar y el calor sobre la
hiperpigmentación

La radiación ultravioleta, tanto
UVB como UVA, es el
desencadenante principal en la agravación de la
hiperpigmentación durante el verano. Cuando la
piel se expone al sol, los melanocitos aumentan la
producción de melanina para defenderse frente al
daño solar. Este pigmento tiene el propósito de proteger, pero en
pieles propensas, la protección se convierte en exceso, dejando
marcas más intensas y persistentes.

El calor y la radiación infrarroja, junto con
la luz visible, también juegan un papel relevante. Estas fuentes
energéticas generan radicales libres que dañan las
células y estimulan aún más la actividad de los melanocitos, lo que
incrementa la hiperpigmentación. Quienes piensan
que solo la luz solar directa mancha la piel suelen olvidar que
incluso la refracción en la sombra y la luz interior pueden
provocar la misma reacción. El aumento prolongado de la temperatura
cutánea activa los mecanismos inflamatorios, lo que perpetúa la
aparición y el oscurecimiento de las manchas.

Diferencias
entre tipos de manchas más habituales en verano

Durante el verano, tres tipos de manchas suelen hacerse más
notorias: melasma, léntigos
solares
y manchas seniles. El
melasma es una hiperpigmentación irregular, marrón
o grisácea, que aparece, sobre todo, en mejillas, frente y labio
superior. Suele asociarse a factores hormonales, aunque el sol lo
empeora de manera marcada.

Los léntigos solares son manchas bien
delimitadas y más claras, generalmente en dorso de manos, cara y
escote. Aparecen tras repetidas exposiciones solares, cuando la
defensa cutánea se satura y la melanina se acumula en áreas
específicas. En personas mayores o tras años de sol, surgen las
manchas seniles, que son más profundas y difíciles
de tratar.

Cada tipo de mancha responde de forma diferente al sol y al
calor. El melasma tiende a oscurecerse con la exposición a UV y luz
visible, mientras los léntigos solares y
manchas seniles resultan del daño acumulado y se
hacen cada vez más resistentes. Identificar correctamente el tipo
ayuda a establecer un plan de tratamiento y
protección efectivo.

Foto Freepik


Factores hormonales y genéticos que agravan las manchas en
verano

La sensibilidad de la piel frente al sol está regulada, en gran
parte, por las hormonas y la
genética. Embarazo, uso de
anticonceptivos y otros desajustes hormonales,
como la menopausia, hacen que la piel sea más vulnerable a la
hiperpigmentación. En estos casos, los estrógenos
estimulan aún más la generación de melanina ante la mínima
exposición solar.

La genética también es determinante. Algunas personas tienen una
predisposición natural a la formación de manchas, mostrando
mayor sensibilidad ante los estímulos ambientales.
Las pieles más oscuras suelen presentar una respuesta más visible,
mientras que en pieles claras las manchas tienden a ser más difusas
pero igualmente persistentes.

Durante los meses calurosos, quienes presentan estos factores
experimentan un empeoramiento rápido, incluso con exposición corta
o protegida. Las manchas se oscurecen y aumentan en tamaño, lo que
refuerza la importancia de una protección diaria
y constante.

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Prevención y tratamientos efectivos contra la
intensificación de las manchas

La protección solar adecuada es el pilar de la
prevención en verano. Aplicar un fotoprotector de amplio espectro,
con SPF 50+, que proteja contra
UVA, UVB,
infrarrojo y luz visible, marca
la diferencia. Es importante distribuirlo de manera uniforme y
renovar su aplicación cada dos horas, especialmente si hay sudor o
baño.

Las rutinas enriquecidas con antioxidantes fortalecen la defensa
natural de la piel. Ingredientes como vitamina C,
niacinamida y extractos vegetales ayudan a
neutralizar los radicales libres y reparar el daño
solar acumulado. Barreras físicas como sombreros, gafas y ropa
especial complementan la protección.

En cuanto al tratamiento dermatológico, existen opciones que se
pueden usar incluso en verano: peelings suaves con ácidos como
mandélico o láctico, terapia con luz LED y láser fraccionado. Estos
tratamientos reducen la hiperpigmentación y evitan
la formación de nuevas manchas. Resulta fundamental la constancia,
ya que solo la regularidad en la protección y el tratamiento
asegura resultados duraderos.


Recomendaciones prácticas para el cuidado diario durante el
verano

Un cuidado diario efectivo incluye el uso de protectores
solares
de amplio espectro, escogiendo siempre aquel que
cubra UVA, UVB y luz
visible
. Aplicar una cantidad generosa en rostro, cuello,
escote y manos, renovando varias veces durante el día. La ropa de
tejidos densos, sombreros de ala ancha y gafas con filtro UV son
aliados para evitar la agravación de las manchas.

Conviene limitar la exposición solar en las horas centrales y
mantener la piel hidratada con productos suaves. Añadir
antioxidantes y despigmentantes ligeros en la rutina diaria
facilita el control de la hiperpigmentación. Cada piel es
diferente, por lo que adaptar el cuidado según necesidades
personales ayuda a lograr resultados visibles.

Si las manchas no mejoran o aparecen de forma repentina,
consultar con un dermatólogo es clave para
descartar causas internas y recibir un plan de tratamiento
ajustado.
La asesoría profesional es valiosa, ya que evita
errores y promueve el cuidado integral de la piel durante el verano
y todo el año.

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