#Salud: ¿Es peligroso pasar de un ambiente con aire acondicionado a un calor extremo?

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Pasar de un local a veintiún grados a una calle que roza los cuarenta puede sentirse como una auténtica bofetada térmica. Ese cambio brusco no es solo una sensación incómoda, también puede suponer un problema real para la salud. El cuerpo tiene un sistema de termorregulación que trabaja para mantener la temperatura interna estable, y cuando el salto de frío a calor es súbito se produce una vasodilatación rápida, baja la presión arterial, aumenta el sudor y pueden aparecer mareos, riesgo de golpe de calor y digestiones pesadas.

Qué pasa en el cuerpo al salir del aire acondicionado al calor extremo

En un ambiente frío con aire acondicionado, el organismo reduce la pérdida de calor mediante vasoconstricción, es decir, los vasos sanguíneos de la piel se estrechan y se conserva mejor la temperatura interna. El metabolismo baja un poco el ritmo y la sensación de frescor hace que el cuerpo se relaje frente al calor exterior.

Cuando la persona sale de golpe a un ambiente muy caluroso, esos vasos se abren de manera rápida, se produce una intensa vasodilatación cutánea y el cuerpo activa la sudoración para expulsar el exceso de calor. En ese reajuste puede caer la presión arterial, aparecer mareos o debilidad y, si se añade esfuerzo físico, aumentar el riesgo de golpe de calor. Los médicos de familia y los organismos de salud distinguen entre golpe de calor “activo”, ligado a ejercicio intenso, y “pasivo”, que puede surgir incluso realizando solo una actividad moderada.

Golpe de calor, mareos y sensación de “bofetada” térmica

Salir de una oficina a unos veinte grados y entrar de inmediato en una calle a cuarenta, caminar deprisa bajo el sol y, quizá, ir algo deshidratado, es una combinación peligrosa. El cuerpo todavía está “configurado” para el frío, tarda unos minutos en activar de forma eficaz el sudor y en redistribuir el flujo sanguíneo hacia la piel, por lo que la temperatura interna puede empezar a subir.

En esas circunstancias son frecuentes el mareo, la debilidad, las náuseas y el malestar general. Si la exposición continúa, puede aparecer un golpe de calor incluso sin un esfuerzo extremo. Entre los síntomas de alarma destacan el dolor de cabeza intenso, la confusión, la piel muy caliente y seca, el pulso acelerado y el desmayo. Se trata de una urgencia médica que requiere atención rápida para evitar daño en órganos como el cerebro, el corazón o los riñones.

Digestión, cortes de digestión y cambios bruscos de temperatura

El conocido “corte de digestión” se suele asociar al agua fría, pero los cambios térmicos fuera del agua también influyen. Tras una comida copiosa o con mucho alcohol, una parte importante del riego sanguíneo se dirige al aparato digestivo. Si, justo después, la persona sale a un calor extremo, el cuerpo desvía sangre hacia la piel para refrigerarse y la digestión puede resentirse. Esto no siempre será un corte de digestión en sentido estricto, pero sí puede desencadenar náuseas, vómitos, dolor abdominal y sensación de digestión muy pesada, sobre todo en plena ola de calor.

Foto Freepik

Quién corre más riesgo con el cambio de aire acondicionado a calor extremo

Las personas mayores, los niños pequeños y quienes padecen enfermedades cardíacas, respiratorias, renales o diabetes tienen más dificultades para regular la temperatura corporal. En estos grupos, la termorregulación es menos eficaz, responden peor a la deshidratación y cualquier bajada brusca de tensión se tolera peor, por lo que el contraste frío-calor puede descompensarles con más facilidad.

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También se observan más problemas en trabajadores al aire libre y en quienes realizan ejercicio intenso bajo el sol tras pasar horas en un entorno muy frío. Organismos internacionales de salud relacionan las olas de calor repetidas con un aumento de ingresos hospitalarios por golpes de calor, descompensaciones cardiovasculares y complicaciones en personas frágiles, por lo que insisten en cuidar de forma especial a estos grupos.

Otros efectos del contraste térmico: respiración y músculos

El salto de aire frío y seco a aire muy caliente puede irritar las vías respiratorias, favorecer la tos, la sensación de ahogo y desencadenar crisis asmáticas en personas sensibles. Cuando el chorro del aparato de aire acondicionado incide de forma directa sobre cuello y espalda, las bajas temperaturas favorecen contracturas, dolor cervical y dolor de cabeza, sobre todo si los filtros están sucios y la calidad del aire es deficiente.

Cómo salir del aire acondicionado al calor extremo de forma más segura

Una forma sencilla de reducir el impacto consiste en no ajustar el aparato a una temperatura excesivamente baja, sino mantenerlo en un rango moderado y evitar que el chorro vaya directo al cuerpo. Así el salto térmico al salir es menor y la termorregulación necesita menos esfuerzo para adaptarse. También ayuda usar ropa ligera y transpirable antes de abandonar el interior.

Al abandonar un espacio climatizado es útil realizar una transición gradual, por ejemplo deteniéndose unos minutos en el portal, en una zona en sombra o bajo un soportal antes de caminar al sol. Conviene iniciar la marcha despacio, evitar esfuerzos intensos en los primeros minutos y llegar al exterior bien hidratado, sin abusar de comidas muy copiosas ni de alcohol en las horas centrales del día. Señales de alarma como mareo intenso, confusión, pulso muy rápido, piel seca y muy caliente o pérdida de conciencia indican un posible golpe de calor y requieren ayuda médica urgente.

El cambio brusco del aire acondicionado al calor extremo puede ser peligroso en determinadas circunstancias, pero con hábitos sencillos el riesgo disminuye de forma clara. Dar tiempo al cuerpo para adaptarse, cuidar la hidratación y proteger a las personas más frágiles se convierte en una estrategia básica para convivir con las olas de calor sin poner en juego la salud.

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