#Salud: ¿Es la leche de soja mejor que la de almendras?

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En los últimos años, las bebidas vegetales han ganado un espacio
importante en las neveras de quienes buscan alternativas
saludables y sostenibles
. Leche de soja y leche de
almendras son dos opciones populares que suelen elegirse por
motivaciones nutricionales, éticas, ambientales o por problemas de
intolerancias y alergias. Esta comparación adquiere relevancia
tanto por la composición de cada bebida como por el impacto que
tienen en la salud y el planeta.

Perfil
nutricional de la leche de soja y de almendras

La
leche de soja
y la leche de almendras ofrecen perfiles
nutricionales muy distintos, lo que influye directamente en su
valor dentro de una alimentación equilibrada. La leche de
soja
se caracteriza por un aporte significativo de
proteínas, mientras que la leche de
almendras
destaca por su bajo contenido calórico y su
riqueza en vitamina E. Sin embargo, la
procedencia, el procesamiento y la fortificación industrial de
ambas bebidas marcan la diferencia final en cuanto al aporte de
calorías, grasas y
vitaminas.

Muchas leches de almendra comerciales incluyen un escaso
porcentaje de almendra en su fórmula y pueden estar enriquecidas
con calcio y otras vitaminas. Por su parte, la leche de soja suele
incorporar calcio y vitamina D
para igualar su perfil al de la leche de vaca, aunque sus proteínas
vegetales son uno de sus mayores atractivos, sobre todo para
quienes siguen dietas vegetarianas o veganas.

Proteínas y
macronutrientes

Cuando se compara el contenido de proteínas, la
diferencia salta a la vista. La leche de soja se posiciona como la
bebida vegetal con mayor cantidad de proteínas, aportando entre 2,8
y 3,2 gramos por cada 100 ml, mientras que la leche de almendras
raramente supera el 0,5 g en la misma cantidad. Este aspecto es
fundamental para quienes buscan sustituir la leche de vaca sin
perder un aporte relevante de este macronutriente.

Además, la leche de soja contiene una mayor cantidad de
carbohidratos y grasas
saludables
si se compara con la de almendras, que suele estar
compuesta esencialmente por agua. Gracias a su baja
densidad calórica y escaso contenido de grasas, la
leche de almendras resulta útil para quienes quieren mantener o
reducir su peso o buscan un complemento ligero para recetas y
bebidas.

Por otro lado, la versión sin azúcar de ambas leches presenta un
perfil mucho más saludable, por lo que revisar las etiquetas ayuda
a hacer una mejor elección.

Vitaminas,
minerales y compuestos funcionales

En cuanto a micronutrientes, existen
diferencias clave. La leche de almendras se destaca por su
contenido en vitamina E, un antioxidante natural
importante para la salud de la piel y la protección celular. Suele
contener vitamina A y D, muchas veces añadidas en el proceso
industrial para mejorar su perfil nutricional.

La leche de soja suele aportar más calcio y
está enriquecida con vitamina D y
vitaminas del grupo B. Su fortaleza radica en la
presencia de isoflavonas, compuestos funcionales
con un cierto efecto antioxidante y posibles beneficios para la
salud cardiovascular y ósea, aunque su impacto depende de múltiples
factores personales y genéticos.

No obstante, la leche de almendra, con una presencia real de
almendras baja en muchas marcas, requiere prestar atención a la
biodisponibilidad del calcio y a la calidad de la
fortificación. Ninguna de estas leches iguala totalmente al perfil
de la leche animal
en cuanto a nutrientes esenciales, pero sí pueden cumplir funciones
complementarias valiosas.

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Foto Freepik

Impacto
ambiental y consideraciones de salud

Más allá de los nutrientes, el consumo de bebidas vegetales está
vinculado a preocupaciones ecológicas y de salud. Cada una tiene un
impacto ambiental y cultural diferente, además de riesgos
potenciales relacionados con alergias, tolerancia digestiva y
aditivos alimentarios.

Huella ecológica y
sostenibilidad

En el plano ambiental, la sostenibilidad es una
de las grandes razones para elegir una bebida vegetal. La
producción de almendras requiere mucho
consumo de agua, sobre todo porque la mayor parte
proviene de regiones afectadas por sequías recurrentes, como
California. Se estima que para obtener un litro de leche de
almendras se usan unos 371 litros de agua, en comparación con la
huella significativamente menor de la leche de soja.

La leche de soja muestra un mejor equilibrio entre uso de agua,
superficie agrícola y emisión de gases de efecto invernadero frente
a la leche de almendras. Aun así, su cultivo aporta una huella
ambiental que, aunque menor que la de la producción animal, no es
completamente neutra.

El impacto ambiental también se mide por prácticas agrícolas,
transporte y procesamiento industrial. Aquellas versiones que
utilizan productos locales y orgánicos suelen tener un impacto
menor.

Salud, alergias y
aditivos

En cuanto a la salud, cada bebida ofrece ventajas y limitaciones
particulares. La leche de almendras es una opción valiosa para
quienes sufren alergia a la soja, pero debe evitarse en casos de
alergia a los frutos secos. Por otro lado, la leche de soja puede
provocar molestias digestivas a algunas personas y está
contraindicada para quienes presentan alergia a la leguminosa.

Muchos productos envasados incluyen aditivos,
como estabilizantes, emulsionantes y, en
ocasiones, azúcar añadido. Estos ingredientes
pueden modular la textura, el sabor y la conservación, pero también
pueden causar molestias en personas sensibles o inflamar el aparato
digestivo.

Ambas bebidas suelen estar fortificadas para
mejorar su valor
nutricional
, pero conviene revisar las etiquetas para
asegurarse de que la bebida elegida no contiene demasiados
azúcares, conservantes sintéticos u otros ingredientes poco
deseables. La digestibilidad también varía en función del
procesamiento y el uso de aditivos, por lo que no todas las marcas
ofrecen la misma experiencia al consumidor.

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