#Salud: El truco de los floristas para que tu ramo de flores dure más tiempo

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Regalar o recibir un ramo de flores representa alegría y
decorado natural en los espacios. Sin embargo, es común observar
cómo las flores pierden su frescura con rapidez apenas pasan los
primeros días. Este hecho se debe principalmente a la
descomposición natural, la evaporación del agua, y la proliferación
de bacterias en los tallos.

Preparación
inicial: el secreto comienza al recibir el ramo

El primer paso al recibir un ramo de flores cortadas es
retirar todo el envoltorio. El papel, el celofán o
las cintas suelen acumular humedad y pueden facilitar la aparición
de hongos que deterioran los tallos y los pétalos. La presencia
constante de humedad cerca del tallo acelera la descomposición, por
eso los floristas siempre recomiendan quitar por completo estos
materiales protectores apenas llegan las flores a tus manos.

Una vez libre de envoltorios, el siguiente gesto profesional
consiste en hacer un corte diagonal en los tallos.
Utilizar un cuchillo limpio o unas tijeras adecuadas permite
obtener una superficie de corte más amplia, lo que facilita una
mayor absorción de agua. Este corte jamás debe ser
recto, pues un ángulo de unos 45 grados promueve que el tallo no
apoye en plano contra la base del florero y permanezca expuesto al
agua por más área. Es mejor realizar este corte bajo el chorro de
agua, evitando que el aire entre en las venas del tallo y dificulte
la hidratación.

Otro aspecto fundamental es eliminar toda hoja que pueda
quedar sumergida en el florero
. Las hojas bajo el agua se
descomponen con rapidez, aportan nutrientes innecesarios y
favorecen la proliferación de bacterias que acaban pudriendo el
tallo y perjudicando la frescura de las
flores
. Esta acción, aunque sencilla, previene la rápida
descomposición natural.

La limpieza del florero juega un papel decisivo. Los floristas
lavan sus recipientes con mezclas antibacterianas, usando agua y
unas gotas de lejía o vinagre, enjuagando muy bien después. Solo
así se mantiene baja la presencia de bacterias, lo que
protege la longevidad y la vitalidad de cualquier
ramo recién cortado.

Foto Freepik

Cuidados
diarios y ambiente ideal para alargar la frescura

Las flores cortadas no solo dependen del primer contacto, sino
también de una rutina cuidada. Cambiar el agua
cada dos o tres días ayuda a reducir la concentración de
microorganismos y partículas que favorecen la descomposición. El
agua debe estar limpia y templada, alrededor de los 43 grados, para
la mayoría de los arreglos, aunque especies delicadas como las
rosas o los tulipanes prefieren agua fría.

Mantener el ramo lejos de fuentes de luz solar directa y evitar
la proximidad de radiadores o corrientes de aire también ayuda. El
calor acelera la evaporación y el envejecimiento celular, lo que
acorta rápidamente la vida de las flores. Espacios frescos,
ventilados y luminosos, pero sin impacto directo de luz, resultan
ideales para que la vitalidad del ramo se conserve el mayor tiempo
posible.

Otra estrategia profesional es agregar nutrientes al
agua
. Los sobres de alimento floral contienen azúcares,
ácido cítrico y agentes conservantes, pero en casa se pueden usar
alternativas como una cucharada de azúcar y unas gotas de zumo de
limón por litro de agua, o incluso una aspirina disuelta. El azúcar
alimenta a las flores y el ácido previene el crecimiento
bacteriano. Para ramos especialmente delicados, los floristas
aplican el método de “endurecimiento”, que consiste en dejar las
flores en agua fresca y en un lugar frío durante unas horas después
del primer corte de tallo.

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Guardar el ramo en el refrigerador durante la noche es un truco
clásico: el frío ralentiza las reacciones químicas que llevan al
marchitamiento, con lo que las flores se mantienen por más días
como recién cortadas.

Errores
comunes que acortan la vida del ramo

Ignorar algunos cuidados puede echar por tierra todo el trabajo
anterior. Dejar hojas marchitas en el agua, no
limpiar el florero con regularidad, o colocar el ramo junto a
fuentes de calor o a plena luz provocan una proliferación de
bacterias y aceleran el deterioro. Los tallos dañados o flores
abiertas completamente también son más sensibles y duran menos
tiempo. Por eso, los floristas prefieren trabajar con flores en
capullo o ligeramente abiertas, ya que ofrecen más días de color y
aroma en el hogar.

Descuidar la limpieza o el recambio del agua acaba generando una
biofilm de bacterias que obstruye los canales de los tallos,
bloqueando por completo la hidratación del ramo y causando que las
flores se marchiten en cuestión de horas o días.

Opciones
adicionales de conservación y decoración duradera

Cuando llega el momento en que la frescura natural se apaga,
algunos ramos merecen una segunda vida como
decoración permanente. El secado es una opción valorada tanto en el
hogar como en la floristería moderna. El método clásico consiste en
colgar las flores boca abajo en un espacio oscuro, seco y con
suficiente ventilación. De este modo, la flor pierde lentamente el
agua, manteniendo buena parte de su forma y color. En pocos días,
las flores estarán listas para convertirse en un elemento
decorativo duradero, manteniendo cierta textura y elegancia.

Hoy en día, la tendencia en floristería también abraza los ramos
secos, pues aportan un encanto especial en ambientes rústicos o
contemporáneos. Su bajo mantenimiento y resistencia los hace
ideales para quienes desean conservar la belleza de un ramo
especial más allá del corto ciclo de vida habitual de las flores
frescas.

Integrar hábitos y técnicas inspiradas en la experiencia de los
floristas puede transformar completamente la presencia y
durabilidad de los ramos en casa. Disfrutar de flores frescas por
más tiempo está al alcance de cualquiera con solo algunos gestos
sencillos, atentos y constantes.

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