#Salud: el nutriente olvidado que sostiene la vida

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El fósforo juega un papel fundamental en el cuerpo humano y en
el mundo vegetal, aunque suele quedar en segundo plano frente a
minerales como el calcio o el hierro. Sin embargo, sin este
elemento, ni el ser humano ni las plantas podrían avanzar en su
desarrollo diario. En la alimentación y en la agricultura, el
fósforo sostiene muchos de los procesos esenciales para
crecer, moverse y pensar. Este artículo ofrece una
mirada clara y práctica sobre el fósforo, destacando por qué merece
un lugar central en la conversación sobre salud y
sostenibilidad.

El fósforo y su papel en la salud y el desarrollo

El fósforo representa cerca del 1% del peso
corporal
y se concentra especialmente en los
huesos y dientes, mientras que el
resto se distribuye en músculos, células y fluidos corporales. A
diferencia de otros minerales, el
fósforo
está presente en todas las células vivas, donde forma
parte de las membranas celulares y de las moléculas que almacenan
energía, como el ATP. Esto permite que los tejidos se reparen, los
músculos se contraigan y los impulsos nerviosos se transmitan con
normalidad.

En la salud ósea, el fósforo resulta imprescindible. Junto con
el calcio, contribuye a la fortaleza y mineralización de los
huesos. Sin suficiente fósforo, los huesos pueden debilitarse,
elevando el riesgo de fracturas. El fósforo también equilibra el
pH sanguíneo, participa en la síntesis de
ADN, y apoya la función renal al eliminar desechos
a través de la orina.

Las mejores fuentes alimenticias de fósforo se encuentran en
productos de origen animal como carnes, pescados,
lácteos y huevos, pero también en semillas, frutos secos, legumbres
y granos integrales. Vale recordar que el fósforo de los alimentos
de origen animal se absorbe mejor que el proveniente de vegetales,
ya que estos suelen contener ácido fítico, que dificulta la
asimilación. Aun así, algunos métodos como el remojo o la
fermentación pueden aumentar el aprovechamiento del fósforo en
alimentos vegetales.

El consumo diario recomendado cubre sin problemas las
necesidades, pues casi todos los alimentos aportan algo de este
mineral. Es raro encontrar deficiencia, aunque puede verse en
personas con trastornos renales, desnutrición severa o ciertos
tratamientos médicos. Los síntomas de carencia incluyen debilidad
muscular, dolor óseo, fatiga y en casos graves, alteraciones en la
función mental.

Por otro lado, el exceso de fósforo, más común al abusar de
ultraprocesados con aditivos fosfatados, supone
riesgos como el deterioro óseo y daño vascular. Algunas personas
deben vigilarlo aún más, como quienes sufren de insuficiencia
renal.

Foto Freepik

Importancia del fósforo en cultivos y suelos agrícolas

En el mundo agrícola, el fósforo resulta esencial para el
crecimiento y la productividad de los cultivos. Las plantas lo
necesitan para captar energía solar a través de la
fotosíntesis, formar proteínas y fomentar el
desarrollo de raíces fuertes. A pesar de ser imprescindible, la
cantidad de fósforo disponible en el suelo suele ser limitada, pues
una parte importante queda atrapada en formas poco solubles.

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El ciclo del fósforo en el suelo depende de muchos factores:
tipo de suelo, contenido de materia orgánica y presencia de
microorganismos. Para mantener la fertilidad, se requiere reponer
el fósforo extraído en las cosechas, bien sea con abonos orgánicos
o fertilizantes minerales. No obstante, aplicar fósforo en exceso
puede generar acumulación, contaminación y pérdida de calidad en
aguas y ecosistemas.

Actualmente, el fósforo enfrenta desafíos ligados a su gestión.
El mineral que se emplea para fertilización es un recurso no
renovable, extraído principalmente de minas que pueden agotarse en
las próximas décadas, y su distribución natural no es uniforme en
todos los continentes. Una administración responsable implica
ajustar las dosis a las necesidades de los cultivos, reciclar los
residuos y evitar pérdidas por erosión o escorrentía.

La fertilización racional y equilibrada no sólo previene
deficiencias
que limiten el rendimiento agrícola, sino que
también cuida la salud del suelo y el ambiente. En
países con alta tecnificación, el análisis de suelos y la rotación
de cultivos ayudan a mantener el equilibrio, mientras que en otras
regiones se buscan opciones sostenibles como el compostaje y el uso
de residuos orgánicos.

En definitiva, tanto para la salud humana como para la salud de
los ecosistemas, el
fósforo
continúa siendo un protagonista silencioso pero
insustituible. Ya sea en una dieta variada o en un suelo fértil,
este nutriente merece atención y respeto por su papel en la vida
diaria.

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