#Salud: El mejor momento para tomar café no es cuando lo tomas habitualmente

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La mayoría inicia el día con una taza de café nada más abrir los
ojos. Esta tradición parece lógica por la necesidad de energía y la
promesa de una mente más despierta. Pero la ciencia muestra que
este hábito podría estar desviando los posibles beneficios
del café.
Cambiar la rutina de consumo puede mejorar el
rendimiento, aumentar la energía diaria y cuidar la salud a largo
plazo. Entender cuándo el cuerpo realmente necesita cafeína permite
lograr un mejor equilibrio en el metabolismo y el bienestar
general.

¿Cómo el
café afecta el cuerpo al despertar?

Tomar café
al despertar tiene efectos directos sobre los ritmos
circadianos
y la producción de cortisol.
Al abrir los ojos, el cuerpo experimenta un aumento natural de
cortisol, una hormona que ayuda a activar la mente
y movilizar energía. Ingerir cafeína durante este pico de cortisol
puede interferir con la función de esta hormona y alterar el reloj
biológico.

Durante los primeros 30 a 45 minutos después de levantarse,
el metabolismo y los niveles de energía se
encuentran en su punto más alto gracias al propio ritmo natural del
cuerpo. Beber café justo en ese lapso puede llevar a que la
dependencia de la cafeína reemplace los mecanismos internos,
haciendo que la persona sienta que no puede activarse sin café,
cuando en realidad el cuerpo realiza ese trabajo por sí solo.

Además, la cafeína puede estimular la producción de ácidos
gástricos, lo cual podría generar molestias digestivas si se
consume en ayunas. También actúa como laxante
natural
y tiene un leve efecto diurético.
Por eso, es fundamental hidratarse primero con agua antes de tomar
café, para evitar el impacto negativo en la digestión y la
deshidratación.

Hormonas y café: un
repaso esencial

La interacción entre el café y las hormonas es clave para
entender por qué el primer café del día no siempre es el más
saludable. El cortisol regula la
vigilia y la energía tras el sueño. Sus niveles
son altos justo después de despertar y la cafeína
puede alterarlos, haciendo que el cerebro dependa cada vez más de
este estimulante para sentirse despierto.

La adenosina es otra protagonista. Esta
molécula promueve la somnolencia y aumenta a lo largo del día. La
cafeína bloquea los receptores de adenosina,
disminuyendo la sensación de cansancio y generando esa sensación de
alerta inmediata. Sin embargo, cuando se consume café demasiado
temprano, el efecto es menos notable y se puede desarrollar
tolerancia, es decir, necesitar cada vez más café
para sentir los mismos resultados.

Foto Freepik

Impacto
metabólico y riesgos potenciales

El café muy temprano puede afectar la sensibilidad a la
insulina
y causar variaciones en la glucosa en
sangre
. En personas propensas a la resistencia a la
insulina, esta alteración puede suponer un riesgo para el
metabolismo y favorecer desequilibrios que, a
largo plazo, se relacionan con obesidad, síndrome metabólico o
diabetes tipo 2.

Situaciones habituales como tomar café antes del desayuno, salir
corriendo de casa y saltarse la hidratación pueden aumentar riesgos
del tipo: aumento de azúcar en sangre, tendencia a
la resistencia a la insulina y desajustes
digestivos. Siendo así, el café pierde parte de su poder positivo y
se convierte en un hábito dañino.

El
momento ideal para tomar café según la ciencia

Estudios recientes sugieren que el café despliega su mayor
potencial unas horas después de despertar, cuando el pico
matutino de cortisol
ha bajado. Entre las 9:30 y
11:30 de la mañana
, el organismo ya ha utilizado su carga
de energía natural y comienza a requerir apoyo externo.

Consumir café en este horario ayuda a aprovechar sus beneficios
antioxidantes y antiinflamatorios, reduce la fatiga sin
obstaculizar el ritmo circadiano y favorece una mayor claridad
mental. Además, disminuye las probabilidades de que la cafeína
cause dependencia, pues se integra mejor con los procesos
fisiológicos propios del cuerpo.

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¿Por qué
media mañana es el mejor momento?

La ciencia respalda tomar café entre 9:30 y 11:30
am
. Durante ese rango, el cortisol ha
descendido a niveles estables, lo que permite que la
cafeína intensifique el estado de vigilia sin
interferir con el balance hormonal.

En la mañana media, la energía inicial ha comenzado a flaquear y
un café puede ser el impulso perfecto para continuar con las
labores cotidianas: reuniones, estudio, ejercicio o cualquier reto
intelectual. Además, los beneficios se maximizan y
el riesgo de picos glucémicos disminuye.

Integrar la pausa del café en este momento ayuda a aprovechar la
concentración de polifenoles y otros compuestos
naturales presentes en el café, favoreciendo el rendimiento y el
bienestar general.

Consejos
prácticos y alternativas a la cafeína al despertar

Antes de recurrir a la cafeína al abrir los ojos, hay
métodos prácticos para activar la mente y el
cuerpo de forma natural. La luz natural, por
ejemplo, regula el reloj biológico: abrir las cortinas y exponerse
al sol durante diez minutos activa los mecanismos naturales de
alerta y eleva el estado de ánimo.

La actividad física en la mañana, ya sea
caminar, estirarse o practicar respiración profunda, incrementa la
circulación y el metabolismo sin necesidad de café. Otro
truco simple y efectivo son las duchas frías, que
despiertan tanto la piel como los músculos y ofrecen una sensación
natural de energía.

Para quienes buscan más opciones, existen infusiones
herbales
, batidos de frutas naturales y agua con limón,
que aportan energía y antioxidantes mientras el cuerpo termina su
propio proceso de activación.

Mantener una adecuada hidratación es clave, ya
que el café puede aumentar la pérdida de líquidos. Un vaso grande
de agua antes del primer café protege la digestión y mejora el
metabolismo incluso antes de consumir cualquier bebida
estimulante.

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