#Salud: el arroz integral puede contener más toxinas que el arroz blanco

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La preocupación sobre las toxinas en el
arroz
ha aumentado en los últimos años. Muchos consumidores
buscan opciones más saludables, y el arroz
integral ha ganado fama por su aporte de fibra y nutrientes. Sin
embargo, investigaciones recientes ponen el foco en un aspecto
menos conocido: el contenido de toxinas, en especial el arsénico
inorgánico, que diferencian claramente al arroz integral del arroz
blanco.

La diferencia principal recae en el proceso que sufre cada tipo
de grano y cómo este afecta tanto a su valor nutricional como a los
riesgos potenciales para la salud de adultos, embarazadas y niños.
El interés de la comunidad científica y de los organismos de salud
sobre esta cuestión se ha intensificado a raíz de nuevos estudios
que analizan la presencia de toxinas en ambos tipos de
arroz.


Comparación de las toxinas presentes en arroz integral y
arroz blanco

Diversos estudios y entidades regulatorias, como la FDA en
Estados Unidos y análisis de organizaciones europeas, han
identificado una variación importante en la concentración de
tóxicos entre el arroz integral y el blanco. El componente más
preocupante es el arsénico inorgánico, un tóxico
natural común en suelos inundados como los arroceros y que puede
ser perjudicial para la salud. Las investigaciones han demostrado
que el arroz
integral
suele contener niveles más altos de este metal pesado,
principalmente porque conserva la capa de salvado y el germen,
donde el arsénico se acumula de forma natural. El arroz blanco, al
pasar por un proceso de refinamiento que elimina estas capas,
presenta una carga tóxica considerablemente menor.

El impacto del arsénico y otras toxinas varía según la edad y la
condición de salud. Los niños pequeños, por ejemplo, son más
susceptibles a sufrir los efectos adversos del arsénico por su
menor peso corporal. Además del arsénico, los estudios recientes
detectaron la presencia secundaria de otros metales pesados
y contaminantes
, e incluso rastros de microplásticos en
ciertos lotes, aunque en mucho menor proporción.

Concentraciones
de arsénico inorgánico y otras toxinas

El arroz integral puede contener entre 30% y
80% más arsénico total que el arroz blanco, según análisis de
organismos internacionales y revisión de muestras de distintas
regiones. Un estudio reciente publicado en EE. UU. indica que
aproximadamente el 48% del arsénico total del arroz integral es de
tipo inorgánico, el más tóxico para el cuerpo humano. En ciertas
regiones, esta cifra puede llegar hasta el 65%. En
comparación, en el arroz blanco, solo el 33% del arsénico total
suele ser inorgánico.

Ejemplos recogidos por la OCU y la FDA muestran que el arroz
blanco de grano largo contiene una media de 102 microgramos por
kilogramo de arsénico total, mientras que el arroz integral puede
llegar a los 156,5 microgramos por kilogramo. Por ello, la
exposición a arsénico en consumidores habituales de arroz integral
puede superar los límites considerados seguros, especialmente en
bebés o mujeres embarazadas. La biodisponibilidad, es decir, la
capacidad del cuerpo para absorber estos metales, puede ser menor
en el arroz integral, pero la diferencia no compensa el
exceso absoluto en algunos casos.

Otros
metales pesados
como el
cadmio
o el plomo se han detectado a niveles mucho menores, y
los estudios no han encontrado diferencias tan significativas entre
ambos tipos de arroz para estos elementos. Algunos análisis
recientes han alertado también sobre residuos de microplásticos en
muestras tomadas de distintas partes del mundo, aunque este tema
aún requiere investigaciones más profundas.

Factores
que influyen en la toxicidad del arroz

La cantidad de toxinas en el arroz depende de varios factores.
El método de cultivo influye de forma decisiva, pues suelos y aguas
contaminadas incrementan la absorción de arsénico y otros metales
por la planta. Las técnicas de procesamiento tienen un papel clave:
el pulido o refinado del grano para obtener arroz
blanco elimina las capas donde se concentran la mayoría de
contaminantes.

El modo de preparación también cambia el perfil tóxico del
arroz. Lavarlo bien antes de cocinarlo y hervirlo en abundante agua
(usando una proporción de seis a diez veces más agua que arroz y
descartando el líquido sobrante) puede reducir el contenido de
arsénico entre un 40% y un 60%. El remojo previo y la cocción tipo
pilaf no son tan eficaces como la cocción con abundante agua. La
parbolización, un proceso industrial donde el arroz se cuece al
vapor antes de ser pulido, puede ayudar a migrar parte de los
nutrientes desde el salvado hacia el endospermo, manteniendo cierta
calidad nutritiva pero disminuyendo la cantidad de toxinas
disponibles. El tipo de envase y el almacenamiento, aunque menos
influyentes, pueden modificar la presencia de
microcontaminantes a largo plazo.

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Beneficios
nutricionales y balance de riesgos toxicológicos

El arroz integral, a pesar de sus mayores niveles de ciertas
toxinas, sigue siendo considerado un alimento valioso en términos
nutritivos. Contiene el grano entero, lo que significa que retiene
más fibra, vitaminas del grupo B, magnesio y
antioxidantes.
Esta composición favorece el control
glicémico, ayuda a reducir el colesterol y mejora la
salud intestinal
. El arroz blanco, por su parte, pierde la
mayor parte de la fibra y nutrientes al refinarse, aunque muchas
marcas lo enriquecen con vitaminas y minerales para compensar.

El balance entre los beneficios para la salud y el
riesgo toxicológico
depende en gran medida de la cantidad
consumida, la diversidad de la dieta y las técnicas de preparación
empleadas. Combinar arroz integral y blanco de forma alternada, así
como diversificar con otros cereales (como la avena, la quinoa o el
trigo sarraceno), ayuda a reducir el riesgo de exposición excesiva
a metales pesados.

Valor nutricional y
salud

El arroz integral destaca por su mayor contenido en
fibra, lo que facilita la digestión y ayuda a
mantener bajos los niveles de colesterol. Aporta minerales como
magnesio y vitaminas B, beneficiando el
funcionamiento muscular y el metabolismo energético. Su
índice glucémico
es más bajo, generando una absorción de azúcar
en sangre más lenta, lo que resulta especialmente útil en personas
con
diabetes tipo 2
o que buscan controlar su peso.

El arroz blanco, aunque más fácil de digerir para quienes tienen
problemas gastrointestinales, ofrece menos
micronutrientes y su índice glucémico es más alto.
Por ese motivo, puede generar picos de glucosa en sangre, aunque su
bajo contenido de toxinas lo hace más seguro desde el punto de
vista de la exposición ambiental, especialmente en niños y
embarazadas.

Estrategias
para minimizar la exposición a toxinas

Para aprovechar los beneficios del arroz sin asumir un riesgo
innecesario, conviene tomar algunas medidas prácticas. Lavar bien
el arroz hasta que el agua salga clara reduce parte del contenido
de metales y polvo. Cocinarlo en mucha agua y después escurrir
ayuda a eliminar una proporción importante del arsénico
inorgánico
.

Seleccionar variedades con menor concentración de arsénico, como
el arroz basmati de India o Pakistán y ciertos arroces de
California, puede marcar una gran diferencia. Diversificar la dieta
e incluir otros cereales y pseudocereales protege frente a la
acumulación de tóxicos y enriquece el patrón alimentario. Si el
consumo de arroz es elevado, sobre todo en lactantes,
embarazadas o personas con necesidades especiales
, optar
preferentemente por arroz blanco bien lavado y limitar los
productos procesados a base de arroz puede ser la opción más
prudente.

El debate sobre el arroz integral y el arroz blanco es
más complejo de lo que parece. La decisión más inteligente pasa por
variar siempre la dieta, adoptar buenas prácticas
culinarias y mantenerse informado sobre la calidad y origen de los
alimentos que llegan a la mesa.

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