#Salud: ¿El aceite de coco realmente afecta nuestros niveles de colesterol?

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El aceite de coco se volvió un básico en muchas cocinas
modernas. Se usa para saltear, para hornear y hasta en el café. Su
fama creció por promesas de energía rápida y supuestos beneficios
para el corazón. Sin embargo, la pregunta clave sigue viva:
¿realmente afecta el colesterol de forma positiva o negativa?

Para ordenar el debate conviene repasar lo básico. El colesterol
no es un enemigo, es una grasa necesaria para hormonas y membranas.
El HDL se conoce como colesterol bueno porque
ayuda a sacar el exceso de colesterol de la sangre. El
LDL es el colesterol malo, ya que se puede
acumular en las arterias. Con este marco, vale preguntarse si el

aceite de coco
es un aliado o un riesgo para la salud
cardíaca.


¿Cómo compone el aceite de coco y por qué importa para el
colesterol?

El aceite de coco es rico en grasas saturadas,
sobre todo en ácido láurico, un ácido graso de
doce carbonos. Suele clasificarse como de cadena media, aunque su
comportamiento en el cuerpo tiene matices. Parte de estos lípidos
se absorbe de forma rápida en el intestino y viaja al hígado, donde
se oxida para producir energía. Este proceso, más ágil que el de
otras grasas saturadas de cadena larga, explica la sensación de
energía rápida que muchos notan tras consumirlo.

Esa ruta metabólica no borra el impacto sobre los lípidos
sanguíneos. Estudios metabólicos muestran que, aunque una fracción
se quema como combustible, otra influye en la producción de
lipoproteínas. Esto puede traducirse en cambios en HDL, LDL
y colesterol total
. En análisis de investigación
publicados hasta 2025 se observa una elevación del HDL y, en varios
casos, aumentos de LDL cuando se compara con aceites ricos en
grasas insaturadas.

Diferencias con
otras grasas saturadas

Comparado con la mantequilla o el
aceite de palma, el aceite de coco ofrece más
proporción de ácidos grasos que el cuerpo usa rápido. Esto podría
reducir el almacenamiento como tejido adiposo frente a dosis
iguales de otras grasas saturadas. Un mejor control del peso
siempre ayuda al perfil lipídico, ya que el exceso de grasa
corporal se asocia con LDL más alto y HDL
más bajo
. Aun así, análisis recientes describen
variabilidad en el efecto del aceite de coco sobre
los lípidos. No todas las personas responden igual y la dieta
global marca la diferencia.


Evidencia científica: ¿Sube o baja el colesterol con el
aceite de coco?

La literatura más actual no ofrece una respuesta simple. En
2025, una síntesis de 26 estudios reportó un aumento
promedio del HDL cercano al 5,8%
con aceite de coco frente
a otros aceites. Ese dato sugiere un efecto real sobre el
colesterol bueno. Al mismo tiempo, varias comparaciones mostraron
subidas en LDL y colesterol total, sobre todo
cuando el aceite de coco desplazó a aceites vegetales ricos en mono
y poliinsaturadas.

En personas con riesgo cardiometabólico se observaron mejoras de
composición corporal cuando el aceite de coco se integró en planes
de comidas bien diseñados. Reducciones de cintura y peso, junto con
un alza de HDL, se han descrito en ensayos pequeños. Aun así, esa
evidencia es limitada y no reemplaza las guías que priorizan grasas
insaturadas para el corazón.

La dosis cambia el panorama. Consumirlo en pequeñas cantidades,
como parte de una dieta variada, no se comporta igual que tomar
varias cucharadas al día. Las recomendaciones de salud pública
piden limitar las grasas saturadas a un rango que
va del 6% al 10% de las calorías diarias, lo que
incluye al aceite de coco. Con esa meta, el consumo moderado tiene
más probabilidades de encajar sin elevar el riesgo.

Efectos en el
colesterol HDL, el bueno

El aceite de coco suele elevar el HDL. Esto
importa porque el HDL actúa como camión de recolección, recoge el
exceso de colesterol en los tejidos y lo lleva al
hígado para su eliminación. En varios ensayos, el
reemplazo parcial de otras grasas por aceite de coco elevó el HDL
en pocas semanas. Ese aumento fue consistente en la revisión de 26
estudios antes citada.

Conviene agregar contexto. Subir el HDL no garantiza menos
eventos cardiovasculares en todos los escenarios. Intervenciones
que aumentan el HDL de forma farmacológica no siempre reducen
infartos. Aun con esa salvedad, un HDL más alto
dentro de un perfil saludable suele asociarse a menor
riesgo
en estudios poblacionales. El mensaje práctico es
mirar el conjunto del perfil lipídico, no solo una
cifra aislada.

Foto Freepik

Impacto en el
colesterol LDL y total

Aquí aparece el punto más sensible. Varios estudios reportaron
aumentos de LDL cuando se comparó el aceite de
coco con aceites como el de oliva o
girasol. El LDL en exceso se infiltra en la pared
arterial, favorece la placa y eleva el riesgo de eventos. No todos
los trabajos hallaron la misma magnitud de cambio, y algunos no
observaron diferencias. La señal general, sin embargo, indica que
el aceite de coco eleva más el LDL que los aceites
insaturados, aunque menos que otras grasas saturadas ricas en
ácidos grasos de cadena larga.

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El colesterol total también puede subir en
paralelo. Esta métrica pesa menos que la relación entre LDL, HDL y
triglicéridos, pero ayuda a ver la dirección del efecto. Con
consumos altos, por ejemplo varias cucharadas diarias, el aumento
de LDL se vuelve más probable, lo que empuja el balance hacia un
perfil menos favorable.

Estudios recientes y
limitaciones

La actualización de 2025 agrega piezas, no una sentencia final.
El resumen de 26 estudios publicado por Keto-Mojo destaca
resultados mixtos según diseño, dosis, duración y
tipo de comparación. Artículos de educación en salud y revisiones
clínicas siguen pidiendo prudencia por el
contenido elevado de saturadas. Recursos de referencia para
pacientes recuerdan que el HDL alto se asocia a
menos eventos, aunque elevarlo de forma aislada no
siempre cambia el desenlace.

Persiste la necesidad de ensayos largos con
medidas duras, como infartos y mortalidad, para saber si las
variaciones en el perfil lipídico se traducen en beneficios reales.
Mientras tanto, las guías alimentarias mantienen su consejo:
priorizar grasas insaturadas y limitar las
saturadas, dentro de un patrón rico en alimentos frescos.


Recomendaciones prácticas para incluir aceite de coco en tu
dieta

El aceite de coco puede tener lugar en una alimentación
equilibrada si se usa con sentido común. La versión virgen
o extra virgen
aporta aroma y resiste bien cocciones a
temperatura moderada. Una cucharadita en el café o en un salteado
puede aportar energía rápida, sobre todo antes de
actividad física, sin rebasar el cupo diario de saturadas.

La base de la dieta debería apoyarse en grasas
insaturadas
. El aceite de oliva para
aliñar y cocinar a fuego medio, los frutos secos,
el aguacate y el pescado azul
ayudan a mantener el LDL bajo y el HDL
estable
. Si la meta es reducir el LDL, conviene desplazar
el aceite de coco por estas opciones en la mayoría de las
preparaciones del día.

Quienes tienen colesterol alto, enfermedad
coronaria o antecedentes familiares de riesgo deberían consultar
con su equipo de salud. Un perfil lipídico actualizado permite
decidir cuánta cantidad encaja en su caso. En muchos planes
funciona mejor reservar el aceite de coco
para usos puntuales y dar protagonismo al aceite de oliva y otras
fuentes insaturadas.

La cantidad marca la diferencia. Mantener las
grasas saturadas dentro del 6% al
10%
de las calorías diarias ayuda a cuidar el perfil
lipídico. En una dieta de 2.000 calorías, esto equivale a un techo
de 13 a 22 gramos de saturadas al día. Esa cifra incluye todos los
alimentos, desde lácteos y carnes hasta repostería. Un uso medido
del aceite de coco encaja con más facilidad en ese margen.

Queda un punto de estilo de vida. El colesterol responde también
al peso corporal, la actividad
física
, el tabaco y el
estrés. Un plan que combine una base de vegetales,
granos integrales, ejercicio regular y descanso de calidad hará más
por el corazón que cualquier ingrediente en solitario. El aceite de
coco no es milagro ni villano, es un componente que se puede usar
con cabeza dentro de un patrón que proteja la salud.

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