El olor corporal forma parte de la vida diaria. Todos lo
tenemos, pero cuando se vuelve desagradable puede generar
incomodidad y afectar la confianza personal. La causa principal es
natural: la piel, el sudor y las bacterias conviven siempre. Sin
embargo, varios factores internos, externos y hábitos cotidianos
influyen en la intensidad y el tipo de olor.
Causas
fisiológicas del mal olor corporal
El cuerpo humano produce sudor para regular la temperatura. Este
sudor, por sí mismo, no huele mal. El olor surge cuando bacterias
presentes en la piel descomponen ciertas sustancias del sudor,
generando compuestos volátiles responsables del aroma
característico. La interacción entre glándulas sudoríparas,
microbioma, herencia, hormonas y alimentación define si
ese olor es suave o fuerte.

Glándulas sudoríparas y
su papel
El cuerpo tiene dos tipos principales de glándulas sudoríparas.
Las glándulas ecrinas se encuentran en toda la
superficie corporal y secretan un sudor acuoso, compuesto
principalmente por agua y sal, casi sin olor. En cambio, las
glándulas apocrinas se localizan en regiones donde
hay vello, como axilas e ingle. Producen un sudor más espeso, rico
en grasas y proteínas, que es el alimento perfecto para ciertas
bacterias. El sudor apocrino, aunque es inodoro al generarse, se
convierte en fuente de
malos olores tras la acción bacteriana.
Microbioma
cutáneo y compuestos volátiles
El microbioma de la piel está formado por bacterias como
Corynebacterium, Staphylococcus y
Propionibacterium. Estas especies descomponen los
lípidos y proteínas del sudor, liberando ácidos grasos
volátiles, tioles y compuestos con azufre. Son estos
productos los que generan el olor corporal característico de cada
persona. Por ejemplo, ciertas cepas de Corynebacterium transforman
componentes del sudor apocrino en compuestos especialmente
malolientes.
Influencia genética y
hormonal
La herencia genética determina, en parte, la composición del
sudor y la densidad bacteriana. Además, cambios hormonales durante
la pubertad, el embarazo o debido a trastornos de
la glándula tiroides influyen en la actividad de
las glándulas sudoríparas y, por consecuencia, en la producción de
olores distintos. Incluso la genética puede vincular el tipo de
cera de los oídos con el olor axilar.
Efecto del estrés y la
ansiedad
El estrés activa las glándulas apocrinas. En situaciones de
ansiedad, el cuerpo libera más sudor espeso, creando un ambiente
fértil para las bacterias. Esto provoca que los olores se
intensifiquen en circunstancias de nerviosismo, sobre todo en las
axilas.
Factores
relacionados con la alimentación
La dieta también deja su huella en el sudor. Ajo,
cebolla, col, pimientos, especias y
alcohol contienen sustancias que se eliminan parcialmente por el
sudor, dando lugar a aromas persistentes. Alimentos ricos en azufre
y el consumo de carne roja pueden incrementar la intensidad del
olor corporal, mientras que lácteos mal digeridos aportan notas
indeseadas.
Factores externos
que potencian el olor
Los hábitos diarios y el entorno modifican la capacidad del
sudor para convertirse en un problema olfativo. Más allá de la
biología, la higiene, el tipo de ropa, la
pilosidad, la actividad física y algunos medicamentos
desempeñan un papel importante en la aparición del mal olor.
Higiene personal y
secado adecuado
Una limpieza insuficiente de la piel y las
zonas con mayor sudoración contribuye a la proliferación de
bacterias. Lavar la piel con agua y jabón elimina tanto el sudor
como las bacterias y restos celulares. El secado minucioso después
de la ducha resulta esencial, ya que la humedad residual fomenta el
crecimiento bacteriano. En casos extremos, jabones antisépticos
ayudan a reducir la carga bacteriana.

Tipo de vestimenta
y tejidos sintéticos
La ropa influye mucho en la cantidad y retención de sudor. Las
prendas de algodón permiten la transpiración de la
piel, favoreciendo la evaporación del sudor. Los tejidos
sintéticos, como el poliéster, tienden a atrapar
la humedad y limitan el flujo de aire, generando un ambiente ideal
para las bacterias responsables del mal olor.
Pilosidad y
depilación de las axilas
El vello axilar actúa como una esponja que
retiene sudor y bacterias. En personas con alta sudoración, la
depilación o rasurado de las axilas puede ayudar a reducir la
acumulación de compuestos orgánicos y limitar el espacio donde las
bacterias se desarrollan.
Actividad física y
sudoración excesiva
El ejercicio aumenta la temperatura corporal y activa las
glándulas sudoríparas. Si no se realiza una limpieza adecuada
después de la actividad, el sudor retenido en la ropa y sobre la
piel fomenta la aparición de malos olores. Ducharse enseguida,
cambiar de ropa y limpiar las áreas críticas son acciones básicas
para prevenir problemas.
Medicamentos y
suplementos
Algunos medicamentos modifican la flora bacteriana de la piel o
el contenido del sudor. Antidepresivos, ciertos analgésicos,
antipsicóticos, litio y hasta algunos suplementos pueden provocar
olores nuevos o intensificar los existentes. Cambios recientes y
persistentes deben evaluarse con un especialista.
Estrategias
prácticas para controlar y prevenir
Reducir el mal olor corporal es posible con algunos cambios en
la rutina diaria. Una combinación de higiene, ropa adecuada y
productos específicos permite mantener el equilibrio necesario
entre la función biológica del sudor y el bienestar personal.
Rutinas de limpieza
efectivas
Ducharse todos los días, enfocando la limpieza en axilas, pies e
ingles, minimiza la acumulación de bacterias y restos orgánicos.
Los jabones antibacterianos pueden mejorar el
control del olor en personas con tendencia a la sudoración fuerte.
Secar bien la piel después de la ducha y aplicar antitranspirante
en zonas estratégicas da excelentes resultados.
Elección de ropa
adecuada
Escoger prendas de algodón o lino y evitar materiales sintéticos
ajustados permite que la piel respire. Cambiar la ropa a diario y
lavarla después de cada uso impide que las bacterias se instalen en
las fibras y que el olor se mantenga con el tiempo.
Uso de
desodorantes y antitranspirantes
Los desodorantes neutralizan o enmascaran el
olor, mientras que los antitranspirantes
disminuyen la sudoración. Es mejor preferir productos sin perfume
si la piel es sensible o se presentan irritaciones. Aplicar luego
de la limpieza sobre la piel seca mejora la efectividad.
Remedios naturales y
complementarios
Algunos remedios naturales pueden complementar la rutina. La
infusión de salvia ayuda a regular la sudoración.
El aceite esencial de lavanda ofrece propiedades
antimicrobianas útiles en axilas y pies. La
clorofila líquida, tanto como el
zinc, actúan internamente para limitar olores,
siempre con supervisión profesional.
¿Cuándo buscar ayuda
profesional?
Si el mal olor corporal no mejora con las medidas habituales, o
si va acompañado de síntomas como fiebre, pérdida de peso o
sudoración nocturna, es importante consultar a un dermatólogo.
Puede ser necesario descartar condiciones médicas como
hiperhidrosis, infecciones o alteraciones metabólicas.
Una combinación de hábitos saludables, buena selección de ropa y
productos adecuados suele bastar para mantener a raya los
olores corporales más intensos. La constancia y el conocimiento
de los factores que influyen marcan la diferencia en el día a día
de cada persona.



