Conservar los huevos correctamente no solo mantiene su sabor,
también cuida la salud familiar. Un huevo guardado de la forma
adecuada dura más y ayuda a evitar el desperdicio de alimentos.
Conocer hasta cuándo se pueden usar y cómo guardarlos bien minimiza
las posibilidades de intoxicación.
¿Cuánto
tiempo duran los huevos en el refrigerador?
Un huevo fresco en su cáscara y bien refrigerado suele durar
entre tres y cinco semanas desde su compra, según
la recomendación de la mayoría de organismos sanitarios como la FDA
(Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) y la
AECOSAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición). La
fecha de caducidad que aparece en el envase marca el límite de
consumo preferente, pero si se han guardado bajo temperaturas frías
y estables, pueden estar en buen estado unos días después de esa
fecha.

Al hablar de
huevos cocidos, la duración se reduce de forma considerable. Un
huevo hervido con cáscara se conserva bien hasta por una
semana en el refrigerador. Si ya se le retiró la cáscara,
es mejor consumirlo en tres a cinco días. Las
tortillas y preparaciones con huevo cocido también deben mantenerse
refrigeradas y comerse en ese mismo intervalo de tiempo.
La seguridad depende de no romper la cadena de frío y de no
lavar los huevos antes de guardarlos. El limpiado elimina una
película natural que protege el interior del huevo. Si el huevo se
conserva sin cáscara, hay que guardarlo en un recipiente hermético
para que no absorba olores ni sabores del refrigerador.
La calidad del huevo va disminuyendo con el
tiempo, aunque siga apto para el consumo durante esas semanas. Un
huevo muy viejo suele perder su textura firme y sabor fresco al
cocinarlo.
Factores
que afectan la conservación de los huevos
El tiempo que dura un huevo fresco varía según varios factores,
empezando por la temperatura del refrigerador. Una
nevera que se mantiene a menos de 4°C ayuda a
conservar los huevos por más tiempo. Cambios bruscos o dejar los
huevos fuera de la nevera, aunque sea por poco tiempo, reducen su
vida útil y favorecen el desarrollo de bacterias como la
Salmonella.
El envase original suele ser el mejor sitio
para guardar los huevos, ya que está diseñado para protegerlos de
golpes y olores. Colocarlos sueltos o en compartimentos de la
puerta no es ideal, porque allí sufren más variaciones de
temperatura cada vez que se abre la puerta del refrigerador.
Lavar los huevos antes de meterlos en la nevera elimina la capa
protectora y facilita la entrada de bacterias. Por eso, lo mejor es
guardarlos sin lavar y solo limpiarlos justo antes de usarlos.
Una ubicación adecuada dentro del refrigerador
también influye. La parte más fría, lejos de la puerta y de
alimentos con olores fuertes, conserva mejor los huevos. La
constancia en la temperatura evita que se forme condensación sobre
la cáscara, lo cual podría favorecer la entrada de microbios.

¿Cómo
saber si un huevo está en buen estado?
Un método popular y sencillo para saber si un huevo aún está
fresco es la prueba del agua. Solo hay que
sumergirlo en un vaso con agua. Si el huevo se posa en el fondo y
queda acostado, sigue fresco. Si se levanta o flota, conviene
descartarlo.
Observar el olor y la apariencia al romper el
huevo da señales claras. Si huele fuerte o extraño, hay que tirarlo
sin dudar. La clara debe lucir apenas densa y la yema centrada y
firme. Si se nota muy líquida o la yema se deshace fácilmente, ese
huevo ya ha perdido calidad.
La frescura importa no solo por sabor, sino porque un huevo
viejo, aunque haya sido bien almacenado, es más propenso a contener
bacterias que pueden afectar la salud. Cocinarlo a temperatura
adecuada reduce riesgos, pero jamás conviene comer un huevo que
huela mal o se vea raro.
Consejos
para conservar los huevos correctamente
Para mantener los huevos frescos durante más tiempo, conviene
seguir hábitos sencillos que marcan una gran diferencia.
Mantenerlos siempre en el refrigerador y no
dejarlos expuestos a temperatura ambiente, ni siquiera por cortos
periodos, alarga su vida útil. Guardarlos en su envase
original ayuda a protegerlos de olores y evita que se
sequen.
La organización en el refrigerador también es
relevante. Los huevos deben ir en una zona estable, lejos de la
puerta, donde la temperatura no cambie tanto. Colocarlos alejados
de alimentos con olores intensos, como ajo o pescado, previene que
absorban esos aromas.
Evitar la contaminación cruzada es clave.
Cuando se parte un huevo, las manos y utensilios deben lavarse
antes de cocinar otros alimentos. Si se prepara huevo crudo para
mayonesa o postres, usar solo
huevos muy frescos y comprobar que no presenten fisuras
facilita una preparación más segura.
Guardar los huevos sin lavar y lavarlos solo
justo antes de usarlos ayuda a conservar su barrera natural contra
bacterias. Si algún huevo se agrieta, es mejor consumirlo de
inmediato o desecharlo si no se está seguro de su frescura.
Guardando los huevos de forma correcta, se consigue alargar su
frescura y evitar riesgos innecesarios. Además, estas pequeñas
acciones ayudan a reducir el desperdicio y sacan mejor provecho de
cada compra.



