#Salud: ¿Cuáles son las consecuencias de cepillarse los dientes más de tres veces al día?

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Mucha gente piensa que, cuanto más se cepilla, mejor está cuidando su boca. Sin embargo, cepillarse los dientes de forma exagerada puede convertirse en un problema silencioso. Un cepillado muy frecuente, o demasiado fuerte, no solo arrastra restos de comida, también puede irritar tejidos y desgastar estructuras que deberían durar toda la vida. Entender qué pasa cuando alguien se cepilla los dientes más de tres veces al día ayuda a ajustar la rutina y a proteger mejor la sonrisa.

¿Cuántas veces al día recomiendan los dentistas cepillarse los dientes?

La mayoría de dentistas recomienda cepillarse los dientes entre dos y tres veces al día, por la mañana, después de comer y por la noche. Insisten en que no solo cuenta la cantidad, sino la técnica de cepillado, el tiempo dedicado y el tipo de cepillo. Un cepillo de cerdas suaves y un movimiento delicado, durante unos dos minutos, limpia bien sin dañar. Para una persona sana, superar los tres cepillados diarios suele aportar pocos beneficios extra y, si se aprieta demasiado, puede abrir la puerta a problemas de sensibilidad y encías irritadas.

Consecuencias de cepillarse los dientes más de tres veces al día

Cuando la rutina se vuelve obsesiva y el cepillo aparece en la boca casi cada rato, el equilibrio se rompe.

Desgaste del esmalte y aumento de la sensibilidad dental

El esmalte es la capa más externa del diente y actúa como un escudo muy duro. Si el cepillado se repite muchas veces al día o se hace con demasiada fuerza, ese escudo se va “puliendo” poco a poco, como si se lijara una superficie brillante. Con el tiempo, la dentina que hay debajo queda más expuesta y el diente reacciona al frío, al calor o a lo dulce. Este desgaste del esmalte no se nota en un solo día, avanza despacio y resulta difícil de revertir sin tratamiento profesional.

Irritación de las encías y riesgo de retracción gingival

Las encías son un tejido blando y muy sensible que protege la raíz del diente. Un cepillado demasiado frecuente, o con un cepillo duro, puede inflamar esa zona, provocar sangrado y generar una sensación de escozor al pasar el cepillo. Si esta agresión se mantiene en el tiempo, las encías pueden empezar a “subir” o a “bajar”, dejando parte de la raíz al descubierto. Esta retracción gingival puede causar dolor, favorecer la acumulación de placa en el borde entre diente y encía y también cambiar la estética de la sonrisa.

Alteración del equilibrio de bacterias en la boca

En la boca viven bacterias buenas y malas, que comparten espacio y forman una flora propia. El objetivo de la higiene no es dejar la boca estéril, sino controlar a las bacterias que causan caries y enfermedad de encías. Un cepillado excesivo, sobre todo si se acompaña de pastas muy abrasivas, puede resecar la boca y alterar ese equilibrio. Cuando la saliva disminuye y la flora se desajusta, aumentan la halitosis, la sensación de sequedad y la posibilidad de problemas bucales repetidos.

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Cuidar la boca no significa vivir pegado al cepillo, sino hacerlo con cabeza.

Elegir el cepillo y la técnica adecuados

Los expertos recomiendan cepillos de cerdas suaves, con un cabezal pequeño que llegue bien al fondo de la boca, y renovarlos cada pocos meses. El movimiento ideal es suave, con pequeños círculos o barridos cortos desde la encía hacia el borde del diente, sin apretar. Lo importante es alcanzar todas las caras del diente y la línea de la encía, manteniendo un ritmo constante en lugar de “rascar” con fuerza.

Cuándo conviene cepillarse y cuándo es mejor esperar

Resulta útil recordar los tres momentos clave del día para el cepillado y no convertir cada picoteo en una sesión con el cepillo. Después de tomar alimentos muy ácidos, como cítricos o refrescos, es mejor esperar un rato porque el esmalte está algo más blando. Si la persona siente la necesidad de refrescar la boca entre cepillados, puede enjuagarse con agua o usar un chicle sin azúcar, lo que ayuda a estimular la saliva y a arrastrar restos.

Cepillarse bien, pero sin pasarse, es una de las mejores decisiones para cuidar la salud oral a largo plazo. Un hábito equilibrado evita el desgaste del esmalte, protege las encías y respeta el equilibrio natural de bacterias de la boca. Si alguien nota sensibilidad nueva, sangrado al cepillarse o molestias en las encías, conviene que revise su forma de cepillarse los dientes y lo comente con su dentista de confianza.

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