Muchas personas se esfuerzan, cuentan calorías y se inscriben en
el gimnasio, pero la báscula no se mueve y esto
puede resultar frustrante, sobre todo cuando no ves un cambio a
pesar de tus intentos. Lo que muchos no saben es que existen
factores fuera de tu control inmediato que pueden estar saboteando
tus logros.

Hábitos alimentarios que frenan la pérdida de peso
A veces, elegir qué comer parece fácil, pero las rutinas que
adoptas pueden estar llenas de trampas. Consumir muchas bebidas
azucaradas, pasarte con los alimentos procesados o saltarte comidas
puede influir más de lo que imaginas. Cuando eliges refrescos o
jugos industriales, agregas calorías vacías; tu cuerpo recibe
energía, pero ningún nutriente importante. Saltarse comidas, lejos
de ayudar, puede llevarte a comer de más en la siguiente
oportunidad y a ralentizar tu metabolismo.
El exceso de azúcar y productos ultraprocesados
dispara los niveles de insulina, lo que complica la quema de grasa
corporal. Por otra parte, si tu dieta carece de proteínas, puedes
perder más masa muscular que grasa, lo que hace que tu metabolismo
sea más lento. Una alimentación equilibrada, con verduras frescas,
proteínas de calidad, grasas saludables y carbohidratos de bajo
índice glucémico, es mucho más efectiva. Comer mejor no es comer
menos, sino comer inteligentemente para darle a tu cuerpo lo que
necesita.

Factores del estilo de vida
Cuando no descansas, tu cuerpo produce más
grelina, una hormona que aumenta la sensación de
hambre, y menos leptina, que te avisa que ya estás lleno. El
resultado es que comes de más y eliges alimentos menos saludables.
Si el sueño no es reparador o es muy breve, es más difícil
controlar los antojos.
El sedentarismo también juega un papel
importante. Si pasas la mayor parte del día sentado, tu cuerpo
quema menos calorías y la masa muscular disminuye. Moverte más
durante el día (subir escaleras, caminar, hacer tareas domésticas)
ayuda a activar tu metabolismo sin necesidad de rutinas
extenuantes.
El estrés, por su lado, puede hacerte buscar la comida como
consuelo, liberando cortisol, una hormona que
favorece el almacenamiento de grasa y aumenta la preferencia por
dulces o comidas ricas en grasas. Encontrar formas sencillas de
relajarte, como respirar profundo, escuchar música o hablar con
amigos, puede mejorar mucho estos factores.
Otras causas menos evidentes
Existen razones menos obvias que pueden frenar tus intentos
aunque mantengas una dieta y hagas ejercicio. Algunos medicamentos,
como ciertos antidepresivos y corticoides,
producen retención de líquidos o alteran la forma en que tu cuerpo
usa la energía. Si has notado cambios de peso desde que tomas un
tratamiento, consulta con tu médico; a veces es posible buscar
alternativas que no tengan este efecto.
Entre las condiciones médicas, el
hipotiroidismo es de las más frecuentes, debido a que
cuando la glándula tiroides no produce suficientes hormonas, el
metabolismo se vuelve más lento. Las personas con hipotiroidismo
pueden acumular peso con facilidad y les cuesta mucho trabajo
perderlo, incluso si siguen una buena dieta. Otras enfermedades
hormonales o metabólicas pueden tener el mismo efecto.
No te quedes con la duda si todo lo que intentas parece no
funcionar. Un chequeo simple puede ayudarte a identificar si existe
alguna causa médica detrás del estancamiento. Abraza el camino sin
prisa, escucha lo que tu cuerpo necesita y mantén la confianza en
el proceso.



