#Salud: Conductor de autobús sufre un infarto, salva a pasajeros y luego muere

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Hace unas semanas, un conmovedor incidente tocó el corazón de
miles de personas. Ruize Bell, un experimentado conductor de
autobús de 63 años, enfrentó un grave
infarto
mientras llevaba a bordo a decenas de pasajeros. A
pesar del dolor y el peligro inminente, su calma y determinación
evitaron una tragedia mayor.

La rutina diaria no anticipa las sorpresas más duras. Aquel día
Ruize Bell seguía su ruta habitual, como lo hacía desde 2012. El
tráfico en la Ruta 355 era denso, los pasajeros miraban por la
ventana, ajenos a lo que el destino reservaba. De pronto, el
conductor sintió un fuerte dolor en el pecho. Su salud, hasta ese
momento invisible para los demás, cobró protagonismo en
segundos.

La maniobra para proteger a los pasajeros

Cuando la mayoría habría entrado en pánico, Ruize reaccionó con
sorprendente claridad. Redujo la velocidad, encendió las luces de
emergencia y se desplazó al arcén sin provocar alarma. Detuvo el
vehículo en un lugar seguro, salvando la vida de todos los
presentes. Solo después, sucumbió al infarto que le costaría la
vida. Sus últimos segundos los dedicó a proteger a los demás, sin
pensar en sí mismo.

Entre los pasajeros reinó el alivio, pero pronto también la
tristeza al saber que Ruize no logró sobrevivir. Colegas lo
describieron como un “superhéroe discreto”, alguien que siempre
ponía a los demás por delante. Su familia, devastada, habló del
orgullo y amor que deja su gesto. Los homenajes no tardaron en
llegar y su nombre quedó ligado para siempre a la valentía
silenciosa que a menudo pasa desapercibida en quienes llevan el
peso del transporte público día a día.

Implicaciones legales de un infarto al volante

Este acto heroico abre también una discusión sobre qué ocurre
legalmente cuando un conductor de autobús sufre un infarto y ocurre
un accidente. La ley distingue claramente entre eventos internos
previsibles y circunstancias externas completamente fortuitas.

En casos judiciales recientes, como una sentencia en Barcelona,
se determinó que un infarto al volante no se considera fuerza
mayor. ¿Por qué? Porque se entiende que este tipo de episodio
médico, sobre todo en personas de cierta edad o con antecedentes,
puede ser relativamente predecible. Así, la responsabilidad civil
se mantiene, a menos que la aseguradora pruebe lo contrario.

Eventos como desmayos, infartos o incluso la somnolencia son
considerados inherentes al conductor y, por tanto, previsibles. En
cambio, sólo factores externos e imprevistos—como fenómenos
naturales extremos o accidentes provocados por terceros—eximirían
de responsabilidad al conductor o la empresa frente a las
víctimas.

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Foto Freepik

Responsabilidad civil y seguros de transporte público

Las aseguradoras deben demostrar si el evento fue verdaderamente
imprevisible y si la empresa no realiza controles médicos
regulares, se interpreta que el riesgo era conocido. Esto puede
traducirse en indemnizaciones a los afectados o a sus familias. El
seguro obligatorio para el transporte público existe precisamente
para responder a este tipo de incidentes y cubre tanto los daños a
pasajeros como a terceros, aunque la letra pequeña suele estar en
los detalles sobre previsibilidad y pruebas médicas previas.

Prevención y cuidado de la salud de conductores

El caso de Ruize Bell resalta la necesidad de reforzar los
controles preventivos dentro de las compañías de transporte. La
seguridad de cientos de personas depende, muchas veces, de la salud
de una sola.

Evaluaciones médicas periódicas

Controles frecuentes ayudan a detectar factores de riesgo. El
estrés, hipertensión y problemas cardíacos son comunes entre
conductores de transporte público. Un examen médico anual, o
incluso semestral, podría marcar la diferencia y reducir los
siniestros. Prevenir es siempre mejor que lamentar, especialmente
cuando la vida de muchas personas depende de ello.

Protocolos de emergencia en el sector transporte

Además de la
salud física
del conductor, los protocolos de emergencia son
clave. Equipos de primeros auxilios, capacitación constante y
simulacros permiten actuar con rapidez si ocurre una crisis. Contar
con desfibriladores en las terminales de gran afluencia y entrenar
a los empleados para su uso puede salvar vidas. Un protocolo claro
también ayuda a los pasajeros a mantener la calma y sumar en una
emergencia.

La historia de Ruize Bell es un llamado a mirar de cerca la
realidad de quienes nos transportan día con día y a entender que su
bienestar nos protege a todos. Fortalecer la prevención, mejorar
los controles de salud y establecer reglas claras no solo es justo,
sino necesario.



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