#Salud: ¿Con qué frecuencia hay que lavar las toallas para evitar bacterias y hongos?

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Las toallas juegan un papel esencial en la rutina diaria y en el
cuidado personal, pero muchas personas desconocen los riesgos que
esconde un mal hábito de lavado. La humedad y los restos de sudor,
células muertas y aceites naturales convierten a las toallas en un
entorno perfecto para bacterias y hongos. Un uso excesivo sin el
lavado adecuado puede causar no solo malos olores, sino también
problemas de salud.

Por
qué las toallas pueden acumular bacterias y hongos

Cada vez que se utiliza una toalla, la piel transfiere residuos
y humedad a la tela. Ese entorno cálido y húmedo es ideal para la
proliferación de microorganismos como Staphylococcus
aureus
, E. coli, hongos dermatofitos y
otros patógenos. Si la toalla permanece húmeda o mal ventilada,
estos microbios se multiplican con rapidez y pueden resistir
lavados suaves o con agua fría.

Las consecuencias no son solo un simple olor a humedad. El uso
continuado de
toallas
contaminadas favorece la aparición de infecciones en la
piel, dermatitis, irritaciones e incluso infecciones más graves si
hay cortes o heridas. Mantener las toallas limpias no solo es una
cuestión de confort, sino de salud dermatológica.

Frecuencia
recomendada para lavar toallas según el tipo y uso

El tipo de toalla y el contexto en el que se usa determinan cada
cuánto se debe lavar. Las toallas de baño, que absorben sudor y
restos de jabón, deben lavarse después de tres
usos
como máximo. Quienes se duchan diariamente deberían
cambiarla cada tres días para evitar acumulaciones.

Las toallas de mano necesitan lavarse al menos
cada dos días, especialmente en casas donde se
usan con frecuencia o por varias personas. En espacios de alto
tránsito como gimnasios, el lavado después de cada uso se vuelve
casi obligatorio para evitar la transmisión de microbios.

Las toallas de cocina requieren aún mayor
atención. En contacto constante con alimentos y superficies, deben
lavarse a diario para minimizar el riesgo de contaminación
cruzada.

Las toallas de piscina y deporte deben lavarse justo después de
cada uso, ya que suelen estar expuestas a ambientes húmedos y
públicos, favoreciendo la contaminación microbiana.

El uso individual es fundamental: nunca se
recomienda compartir toallas, ya que esto facilita el paso de
bacterias y virus entre personas, incluso aunque luzcan limpias a
simple vista.


Consideraciones especiales para personas con piel sensible o
alergias

Las pieles sensibles, atópicas o con tendencia a alergias
necesitan una frecuencia mayor en el lavado de toallas. Lo mismo
ocurre en personas con condiciones dermatológicas, acné o heridas:
una toalla limpia después de cada uso ayuda a reducir la exposición
a agentes irritantes y acelera la recuperación cutánea.

En estos casos, conviene elegir detergentes suaves, sin
fragancias ni químicos agresivos, que no alteren la barrera cutánea
ni dejen residuos que puedan generar reacciones adversas. También
debe priorizarse el secado completo de la toalla y guardarla solo
cuando esté completamente seca.

Foto Freepik

Cómo
lavar y secar las toallas para eliminar bacterias y
hongos

El proceso de lavado es tan importante como la frecuencia. Para
eliminar verdaderamente los microbios, se recomienda utilizar agua
caliente a 60 °C o más (siempre que el fabricante
y el material lo permitan). Es mejor evitar cargas excesivamente
grandes en la lavadora, ya que esto impide que el agua circule bien
entre las fibras y reduce la eficacia del lavado.

Te podría interesar:

Seleccionar un detergente adecuado y desinfectante
natural
marca la diferencia. El uso de productos agresivos
no siempre es necesario y puede dañar las fibras. En cambio, el
vinagre blanco, el bicarbonato de sodio y el peróxido de hidrógeno
ofrecen alternativas más suaves y ecológicas para desinfectar sin
dejar residuos tóxicos.

El secado es clave. Las toallas deben secarse por completo,
preferiblemente al aire y colgadas en espacios bien ventilados.
Guardar toallas húmedas o apilarlas favorece la aparición de moho,
malos olores y microorganismos difíciles de erradicar.

Es recomendable evitar los suavizantes convencionales, ya que
pueden reducir la absorción y dejar restos que irriten la piel. Un
ciclo extra de enjuague resulta útil para eliminar cualquier
residuo de detergente.


Trucos y productos recomendados para conservar la suavidad y
el buen olor

El vinagre blanco es uno de los mejores aliados
para mantener las toallas suaves y libres de mal olor. Basta con
agregar media taza en el cajetín del detergente para conseguir un
resultado esponjoso y sin residuos químicos. El vinagre también
actúa como un poderoso desodorizante natural, ideal para prendas
que absorben mucha humedad.

El bicarbonato de sodio añade una capa extra de
limpieza. Utilizado en un segundo lavado, elimina olores y
neutraliza el pH del tejido, lo que ayuda a prolongar la vida útil
de la toalla. Para una desinfección intensa, el peróxido de
hidrógeno es eficaz en las toallas claras, pero siempre debe
respetarse la dosis para evitar daños en los colores.

Sumergir ocasionalmente las toallas en agua con un poco de jabón
y vinagre por una hora elimina el mal olor y las mantiene suaves,
evitando así el uso de productos comerciales más agresivos, que
pueden acumularse y reducir la efectividad de absorción.

Un secado al sol también mejora la frescura, ya que la luz solar
ayuda a acabar con los residuos microbianos.

La correcta elección de productos y técnicas de lavado, unida a
una rutina adecuada en la frecuencia, garantiza que las
toallas
sean aliadas del bienestar y no una fuente de problemas
invisibles.

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