Las ojeras pueden cambiar el aspecto de cualquier rostro y su
color varía de una persona a otra. Esta diferencia no se debe solo
a la genética, sino también a factores como el cansancio, la
pigmentación y el tono de piel. Elegir el corrector
adecuado no es solo tapar: es neutralizar el color
original de la ojera aplicando la lógica de la
colorimetría, el principio de que ciertos tonos se
anulan entre sí en la rueda de color. El resultado es una
corrección eficaz y un acabado natural que se integra perfectamente
con la piel.
¿Cómo identificar el color de tus ojeras y entender la
colorimetría aplicada?
El primer paso es observar bien la zona debajo de los ojos.
Algunas personas notan ojeras azules cuando la
piel es fina y los vasos sanguíneos se notan, otras presentan
ojeras moradas debido a la genética o a
pigmentación intensa. En pieles más oscuras suelen predominar las
ojeras marrones o negras, mientras que otras
personas pueden tener ojeras verdosas si hay
mezcla de varios tipos de pigmentación.

La colorimetría ayuda a entender cómo lograr
neutralizar estos tonos. Se basa en el círculo cromático, donde los
colores opuestos se corrigen entre sí. Por ejemplo, el naranja
neutraliza el azul, el amarillo combate el morado, y así
sucesivamente. Es clave además considerar el subtono de la
piel. Las pieles frías suelen necesitar
correctores con matices rosados o plateados; las pieles
cálidas, tonos más anaranjados o dorados.
El nivel de pigmentación de la piel, la textura de la zona y la
intensidad de la ojera marcan la elección del corrector, tanto en
tono como en cobertura.
Ojeras azules y moradas: correctores de subtono amarillo y
naranja
Las ojeras que tienden a tonos azules o morados
suelen aparecer en personas con piel clara y fina. El mejor aliado
para neutralizarlas es el corrector de subtono amarillo o
naranja. El amarillo apaga los tonos violáceos; el naranja
cancela el azul y da calidez al contorno.
Es importante mirar el grado de cobertura que se desea: las
texturas ligeras o líquidas son ideales para
ojeras suaves que solo necesitan difuminarse. Si la ojera es
intensa, buscar una textura cremosa permitirá
modular la cobertura y consigue que el color camufle mejor el fondo
frio.
La regla de los colores opuestos en el círculo cromático nunca
falla: un toque naranja o amarillo desactiva visualmente la sombra
azulada o morada, logrando un aspecto descansado y uniforme.
Ojeras
marrones, negras o violáceas: corrector amarillo y
abricot
Para ojeras marrones, negras o violáceas, lo
más eficaz es elegir un corrector de subtono amarillo o
abricot. Los tonos cálidos aportan más luminosidad a la
zona y contrarrestan las manchas profundas u oscuras, muy comunes
en personas con riqueza de melanina o exposición al sol.
Las ojeras muy pigmentadas requieren correctores densos
y cubrientes que ofrezcan un acabado uniforme. El abricot
(una mezcla entre salmón y naranja) es ideal para quienes buscan
neutralizar un fondo oscuro sin que la piel pierda luz. Además, si
la piel es clara, un toque rosado ayuda a devolver frescura y
claridad al rostro.
En estos casos, la elección de una textura cremosa garantiza que
el producto no se cuartee ni marque líneas de expresión,
manteniendo el resultado perfecto durante horas.
Ojeras
verdosas: corrector naranja o rojizo
Menos comunes pero posibles, las ojeras
verdosas suelen aparecer en pieles muy transparentes o con
venitas marcadas. El corrector adecuado es uno con subtono
naranja o incluso rojizo. Estos tonos, opuestos al verde,
consiguen borrar el matiz verdoso y unificar el área.
La elección de una fórmula cremosa es clave
para difuminar perfectamente el color y evitar un acabado opaco. En
emergencias, incluso un labial rojo cremoso puede
desempeñar esta función, siempre que se use con moderación y se
difumine bien antes del corrector habitual.
La clave consiste en lograr que el color adicional neutralice el
fondo verde, sin crear parches ni sumar pesadez al maquillaje.

Formatos, aplicación y trucos para potenciar el resultado
del corrector
El éxito al disimular ojeras no solo depende del color elegido,
sino también del formato, la aplicación y los pequeños detalles
tras la corrección. En 2025, la tendencia sigue con
acabados luminosos y ligeros que se integran con
la piel, evitando excesos de producto y texturas pesadas. Los
productos en crema y líquidos lideran el mercado por combinar
comodidad, naturalidad y larga duración.
Preparar bien la zona es fundamental: una piel hidratada hace
que el corrector fluya y se fije mejor sin cuartearse ni marcar
líneas. Unos minutos dedicados a la preparación garantizan una
corrección impecable.
Formatos
ideales: líquido, crema o barra según tu necesidad
El formato de corrector líquido funciona muy
bien en pieles normales a grasas o cuando se buscan acabados
naturales y luminosos, ya que se extiende fácil y se integra
rápido. El corrector en crema resulta perfecto
para ojeras secas o profundas, pues su textura puede modularse,
trabaja mejor en capas y mantiene la elasticidad de la zona.
El formato en barra es más denso y ofrece
máxima cobertura, ideal para quienes necesitan camuflar ojeras muy
marcadas o manchas profundas. Es clave elegir texturas fáciles de
difuminar para evitar bordes notorios y conseguir un efecto
“segunda piel”.
La elección de la textura depende también del clima y la rutina
diaria. En ambientes cálidos, fórmulas ligeras o waterproof ayudan
a que el maquillaje dure sin marcar pliegues.
Técnicas
para aplicar y sellar el corrector correctamente
La aplicación precisa marca la diferencia entre
un maquillaje natural y uno recargado. Lo mejor es usar la yema del
dedo o una esponjita húmeda con golpecitos suaves para repartir el
corrector y fundirlo con la piel. Es preferible empezar con poca
cantidad y agregar más solo si es necesario.
Después de aplicar el
corrector, es recomendable sellar con polvos
translúcidos de textura muy ligera solo en la zona de la
ojera. Esto evita que el producto se mueva o se acumule en las
líneas de expresión. Un spray fijador aporta un toque extra de
duración y frescura, manteniendo el resultado intacto varias
horas.
Para quienes buscan mayor luminosidad, aplicar un iluminador
ligero o corrector en tono algo más claro en el
lagrimal y el centro de la ojera consigue un efecto de
mirada descansada y despierta. La clave está en que cada capa de
producto se funda con la anterior, sin exceso y sin perder
naturalidad.
La tendencia actual en maquillaje de ojeras apuesta por la
piel jugosa y luminosa, acabados frescos que
realzan la mirada sin acentuar la textura ni sumar peso al
maquillaje. Elegir el corrector perfecto y aplicarlo de forma
consciente asegura que la ojera desaparezca, dejando solo luz y
vitalidad en el rostro.



