#Salud: Cada sorbo de esta bebida aumenta el riesgo de cáncer según un nuevo estudio

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Tomar una bebida refrescante al día puede parecer un hábito
inofensivo, pero la ciencia revela una verdad distinta. Un nuevo
estudio advierte que cada sorbo de bebidas alcohólicas o
azucaradas
puede aumentar el riesgo de
cáncer
más de lo que muchos imaginan. Más que un tema de
calorías vacías o placer social, el consumo regular de estas
bebidas muestra una estrecha relación con el desarrollo de varios
tipos de cáncer, según la evidencia reciente.

Bebidas
alcohólicas: un vínculo claro con el cáncer

El consumo de alcohol está asociado con
aproximadamente el 4% de los diagnósticos de
cáncer
en el mundo, lo que equivale a cientos de miles de casos
anuales. El riesgo afecta tanto a personas jóvenes como adultas, y
no hace distinción de
nacionalidad
. El alcohol es especialmente dañino para el
esófago, el hígado, la
cabeza y el cuello, además de estar relacionado
con el cáncer de mama en las mujeres.

El impacto negativo del alcohol se debe a la producción de
acetaldehído, una toxina que daña el ADN y
facilita cambios genéticos peligrosos. Además, el alcohol fomenta
la generación de radicales libres, moléculas que
contribuyen a la mutación y proliferación de células tumorales.
También incrementa los niveles de estrógeno en la
sangre, participando en el desarrollo de ciertos tumores, y
potencia la absorción de carcinógenos presentes en el tabaco.

Incluso en cantidades moderadas, como una copa diaria, el riesgo
de cáncer se mantiene por encima del habitual. El consumo excesivo,
por encima de 60 gramos de alcohol al día, puede aumentar el riesgo
de cáncer en más del 75% para algunos tipos. El
patrón de consumo en atracones parece ser especialmente
perjudicial, aunque la investigación sigue en curso para entender
su efecto a largo plazo.

En muchos países, especialmente en Oriente y ciertas zonas de
Europa del Este, el
consumo de alcohol
continúa creciendo, a pesar de los esfuerzos
de salud pública para detener esta tendencia.

Bebidas
azucaradas: el enemigo silencioso en la mesa

El papel de las bebidas azucaradas en la salud
pública no es menor. Refrescos, jugos industriales y
bebidas energéticas
contienen gran cantidad de azúcares
añadidos
que transforman el placer del sabor dulce en un
serio peligro para la salud.

Consumir solo un vaso diario de refresco puede llegar a aportar
más de 25 gramos de azúcar. Al final del año, una persona que
mantiene este hábito ingiere cerca de 25 kilos adicionales de
azúcar, sin obtener nutrientes esenciales que se encuentren en
otros alimentos. El exceso contribuye al desarrollo de
obesidad, diabetes tipo 2,

enfermedades cardiovasculares
y daño en vasos sanguíneos.

La conexión con el cáncer se hace evidente en
nuevos estudios. En particular, un seguimiento durante 24 años a
miles de mujeres demostró que aquellas que consumían más de dos
raciones de bebidas azucaradas al día tenían más del doble
de riesgo
de
cáncer colorrectal
de aparición temprana, comparado con quienes
evitaban estos productos. Aunque se requieren más investigaciones
para obtener conclusiones estadísticas sólidas, hay una tendencia
consistente: el consumo de azúcar líquido impulsa enfermedades
metabólicas que, a su vez, elevan el riesgo de neoplasias
malignas.

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El peligro se agrava durante la adolescencia, una etapa en la
que los hábitos alimentarios dejan huella durante toda la vida. Los
adolescentes que prefieren bebidas endulzadas muestran mayor
propensión a llevar un estilo de vida sedentario y optar por una
dieta baja en nutrientes, factores que suman riesgo a largo
plazo.

Foto Freepik

¿Por qué el
riesgo pasa desapercibido?

Los estudios muestran que solo un tercio de la
población reconoce que el consumo de alcohol aumenta el riesgo de
cáncer. El desconocimiento es mayor en el caso de las bebidas
azucaradas, percibidas como una simple fuente de calorías en vez de
una amenaza a la
salud a largo plazo
.

La industria de bebidas y su marketing dirigido frecuentemente a
jóvenes y poblaciones vulnerables han contribuido a normalizar el
consumo. Además, las encuestas tradicionales
suelen medir solo el consumo habitual, sin reflejar el daño de los
episodios de consumo intenso. El efecto social y el placer
inmediato enmascaran un daño que se acumula sobrio el tiempo y
puede aparecer décadas más tarde.

A pesar de la creciente evidencia, aún existen resistencias para
implementar políticas públicas más estrictas, como impuestos a las
bebidas azucaradas o restricciones a la venta de alcohol. Donde se
ha implementado, como en Reino Unido, los resultados muestran una
reducción clara en el consumo y en el contenido de
azúcar de los productos.

Medidas y
recomendaciones para cuidar la salud

Aunque los nuevos hallazgos han prendido las alarmas, existen
caminos claros para reducir el riesgo:

Ganar conciencia y optar por decisiones informadas puede marcar
la diferencia en la salud individual y colectiva.
Adoptar estos cambios no solo reduce el riesgo de cáncer,
sino que mejora la calidad de vida a largo plazo, protegiendo el
bienestar de toda la familia.

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