#Salud: ¿Alzhéimer precoz? 5 señales en el lenguaje que no se deben ignorar

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El Alzheimer es una de las causas más frecuentes de demencia y se suele asociar solo a la pérdida de memoria. Sin embargo, los cambios en la forma de hablar aparecen a menudo mucho antes y pasan desapercibidos en el día a día familiar.

En los últimos años, varios estudios y artículos de divulgación han señalado el lenguaje como una ventana temprana al deterioro cognitivo. Pequeñas pausas, rodeos para nombrar objetos o frases cada vez más pobres pueden anticipar el diagnóstico varios años.

¿Cómo se relacionan el lenguaje y el Alzheimer precoz?

El Alzheimer es una enfermedad física del cerebro que altera la memoria, el razonamiento y también la producción del lenguaje. Las áreas encargadas de organizar las palabras, darles sentido y construir frases empiezan a afectarse desde fases tempranas de la enfermedad.

Por este motivo, antes de los olvidos llamativos, ya se detectan cambios en la forma de hablar. No todo despiste ni todo olvido de una palabra indica Alzheimer precoz, pero cuando los cambios en el habla son constantes, progresivos y se repiten en distintos contextos, conviene prestar atención.

Problemas del habla como primera señal de deterioro

Especialistas en demencias y equipos de investigación que analizan grabaciones de voz describen un patrón que se repite: más pausas, errores de palabras, frases más pobres y pérdida de fluidez. Medios de divulgación como The Conversation y portales de salud de referencia en 2024 y 2025 han resaltado que no basta con fijarse en lo que la persona recuerda, también hay que escuchar cómo se expresa.

Cinco señales en el lenguaje que no se deben ignorar

Los cambios sutiles en el habla pueden parecer, al principio, simples despistes. Sin embargo, cuando estas señales se mantienen en el tiempo, pueden indicar que el cerebro está empezando a tener dificultades para gestionar el lenguaje.

Pausas y dudas constantes al buscar palabras sencillas

Una primera señal son las pausas frecuentes en mitad de una frase porque no aparece una palabra muy común. La persona puede quedarse en blanco al intentar decir “perro” y acabar diciendo algo como “ese animal que ladra y es mascota”. Con el tiempo, estas dudas rompen el ritmo normal del habla y la persona puede parecer insegura al hablar en público o incluso en familia.

Foto Freepik

Uso de palabras incorrectas o de la misma categoría

Otra señal es el uso de términos de la misma familia cuando no se encuentra la palabra exacta. En vez de “perro”, la persona dice “gato”, o nombra “cuchillo” cuando quiere decir “tenedor”. Estos errores se repiten y generan confusión en las conversaciones cotidianas. Reflejan un deterioro en la red de significados del cerebro, que ya no accede con facilidad a la palabra precisa.

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Hablar sobre una tarea en lugar de hacerla

También es frecuente que, ante una tarea sencilla, la persona hable mucho sobre ella pero tarde en iniciarla. Comenta “antes cocinaba muy bien” o “no está claro que pueda hacerlo” mientras evita empezar a cocinar o a poner la lavadora. Se combina una dificultad práctica con un discurso lleno de vacilaciones, recuerdos del pasado y frases que no llevan a la acción.

Vocabulario cada vez más pobre y repetitivo

A medida que avanza el deterioro, el vocabulario reducido se hace evidente. La persona recurre siempre a los mismos verbos y adjetivos simples, como “hacer”, “ir”, “bueno” o “malo”, y deja de usar palabras más concretas. Sus frases suenan parecidas entre sí y pierden riqueza expresiva. Investigaciones recientes que analizan textos y grabaciones han descrito esta pérdida de variedad léxica como un marcador temprano de Alzheimer.

Frases cortadas, falta de ritmo y dificultad para seguir conversaciones

Otra señal importante aparece cuando las frases quedan incompletas o mal construidas, por ejemplo “voy tienda” en lugar de “voy a la tienda”. El habla se vuelve entrecortada y pierde su ritmo natural. En conversaciones algo más largas, la persona se pierde en el hilo, repite ideas o abandona el tema de repente. Esta dificultad para seguir conversaciones suele aumentar con el tiempo si el deterioro cognitivo progresa.

¿Qué hacer si se detectan cambios en la forma de hablar?

Cuando un familiar empieza a mostrar varios de estos cambios, lo más sensato es observar con calma si se repiten en distintas situaciones, en casa y fuera de casa. Es útil comentar lo que se ve con otras personas cercanas, para comprobar si todos perciben la misma evolución.

Si la preocupación se mantiene, conviene pedir cita con el médico de atención primaria y, si hace falta, con un neurólogo o un especialista en memoria. Un diagnóstico temprano permite organizar mejor los cuidados, adaptar el entorno, acceder a tratamientos que pueden retrasar parte del deterioro y ofrecer un mejor apoyo emocional a la persona afectada y a su familia.

Prestar atención a cómo habla una persona mayor o de mediana edad puede convertirse en una herramienta silenciosa de prevención. Las pausas constantes, los errores al elegir palabras, el vocabulario reducido y la dificultad para seguir conversaciones son señales que merecen una consulta médica. Observar con cariño, escuchar sin prisa y buscar ayuda profesional cuando algo no encaja es una forma de cuidar la salud cerebral y también la dignidad de quien empieza a cambiar.

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