Una adolescente de 16 años se perdió misteriosamente tras una
discusión con su familia en Disney California Adventure en
Anaheim y apareció tres días después en Mexicali, comiendo
de la basura. El caso atrajo la atención no solo por lo insólito,
sino porque expuso la fragilidad de los jóvenes, las fisuras en la
protección internacional y el peso de la salud mental. En redes y
medios estalló el debate: ¿cómo puede una menor cruzar la frontera
y sobrevivir en la calle? ¿Qué se puede hacer cuando fallan las
redes de apoyo?

Todo empezó la tarde del 20 de abril de 2025, cuando Annie y su
familia visitaban Disney California Adventure, cuando una discusión
familiar, aparentemente común, cambió todo. A las 4:45 p.m., la
adolescente fue vista por última vez cerca de la zona de
restaurantes del parque. Bastó un instante de distracción para que
desapareciera en medio de cientos de visitantes.
La reacción fue inmediata y su familia notificó a la
administración del parque, quienes activaron los protocolos de
búsqueda interna casi de inmediato. Al no
encontrar señal alguna, se solicitó la intervención de la policía
de Anaheim. Horas después, se emitió una Alerta Amber y comenzó la
difusión nacional de su fotografía y descripción.

La angustia de los padres pronto se mezcló con la esperanza que
ofrecen las redes sociales. Familiares, amigos y decenas de
desconocidos compartieron la foto y datos de Annie
en todos los canales posibles. Instagram, Facebook, TikTok y X
(antes Twitter) se llenaron de publicaciones en las que se pedía
ayuda y se difundía la Alerta Amber. Incluso cuentas influyentes y
medios de comunicación se sumaron, acelerando el alcance.
La policía trabajó con agencias federales y organizaciones que
rastrean menores desaparecidos, se revisaron cámaras dentro y fuera
del parque, hoteles cercanos y terminales de transporte. La presión
social ayudó a que el caso tuviera prioridad, mientras la
incertidumbre y el miedo tomaban fuerza en el ánimo colectivo.
El hallazgo en Mexicali
Tres días después de la desaparición, la policía de
Mexicali recibió un aviso anónimo sobre una joven hurgando
en un contenedor de basura en una calle transitada. Cuando los
agentes acudieron, encontraron a Annie desaliñada,
buscando comida. No portaba identificación y parecía estar nerviosa
pero físicamente sana.
El reconocimiento fue casi inmediato gracias a las imágenes que
circulaban en redes sociales. Tras el hallazgo, la adolescente fue
atendida por médicos locales y las autoridades pronto notificaron a
sus padres, quienes viajaron a reencontrarse con ella.
Muchas preguntas siguen sin respuesta: ¿cómo logró Annie
cruzar la frontera sin ser detectada? ¿Alguien la ayudó, o actuó
sola? Hasta ahora, la versión oficial sostiene que no hay
indicios de intervención de terceros, pero la travesía de más de
200 kilómetros sigue siendo un misterio.
La salud mental y la vulnerabilidad adolescente
Según reportes de su madre, Annie tenía antecedentes de
depresión y problemas de conducta, por lo que no solo se
trató de un simple escape o una travesura adolescente: su salud
mental jugó un papel clave. Casos como el suyo muestran cómo el
estrés y los conflictos pueden llevar a los jóvenes a tomar
decisiones impulsivas y peligrosas.
La depresión y las crisis emocionales
intensifican la vulnerabilidad de los adolescentes frente a
situaciones de alto riesgo, sobre todo cuando las redes de apoyo no
logran contenerlos a tiempo. Esto pone sobre la mesa la urgencia de
estrategias claras de prevención y atención especializada en
escuelas, familias y comunidades.
Hoy más que nunca se hace necesario mirar más de cerca a los
adolescentes en crisis y generar entornos donde pedir ayuda sea
posible y efectivo.
La historia de Annie Kathleen Encino nos recuerda que la
prevención y la empatía pueden salvar vidas. Asimismo, cuidar la
salud mental, escuchar a los jóvenes y actuar con rapidez son
compromisos urgentes para todas las sociedades. Cada caso nos
enseña que nadie está exento, pero juntos sí podemos cambiar el
final de una historia.



