#Salud: 5 Razones por las que tienes demasiados gases

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La producción excesiva de gases es una consulta común en la
salud digestiva. Muchas personas sienten hinchazón, flatulencias o
molestias estomacales a diario, lo que afecta su comodidad y
bienestar. Aunque eliminar gases es una función fisiológica normal,
exceder los niveles habituales interfiere con la calidad de
vida
e incluso puede generar inseguridad social. Diversos
factores intervienen, principalmente los hábitos alimenticios, pero
también existen causas relacionadas con la sensibilidad intestinal
y desórdenes digestivos.

Hábitos
y alimentación: el origen más frecuente de los gases

La dieta diaria y algunas acciones cotidianas influyen de forma
directa en la cantidad de
gases
en el organismo. Comer deprisa, masticar chicle, fumar,
beber líquidos con pajilla o consumir bebidas
carbonatadas
aumentan la entrada de aire en el sistema
digestivo. Este aire acaba acumulándose en el abdomen, generando
hinchazón, eructos y molestias.

Ciertos alimentos tienen una conexión clara con la acumulación
de gases. Frijoles, garbanzos y lentejas, ricos en fibra y
carbohidratos complejos, son responsables frecuentes de
flatulencias. Verduras crucíferas como el brócoli, la
coliflor y el repollo
también potencian la expulsión de
gases debido a sus componentes fermentables. Los productos lácteos,
sobre todo aquellos con lactosa, pueden dificultar la digestión en
personas sensibles, produciendo gases como resultado.

Los llamados FODMAP (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos
y polioles fermentables), presentes en frutas, pan, trigo, cebolla
y edulcorantes artificiales como sorbitol o manitol,
alimentan las bacterias del colon, lo que genera
más gas. Aumentar la fibra en la dieta, sin la adaptación
progresiva adecuada, suele empeorar este síntoma. Por eso,
planificar los cambios alimenticios con atención es fundamental
para evitar molestias.

Fermentación
bacteriana y alimentos problemáticos

Cuando el cuerpo no digiere completamente ciertos carbohidratos,
estos alimentos llegan al colon, donde la flora bacteriana
aprovecha para fermentar esos restos. Durante la fermentación se
producen gases como hidrógeno, metano y dióxido de carbono. Los
frijoles, lentejas,
cereales integrales, y las verduras
crucíferas
suelen figurar entre los alimentos más
conflictivos.

El problema se agrava para aquellas personas con déficit
genético de enzimas como la lactasa, incapaces de procesar la
lactosa de los lácteos, o con intolerancia al
sorbitol de algunos dulces y gomas de mascar.
Estos individuos experimentan fuertes síntomas digestivos incluso
con pequeñas cantidades de estos ingredientes.

Hábitos que
favorecen la ingesta de aire

El fenómeno de tragar aire, conocido como
aerofagia, muchas veces pasa desapercibido y es
más frecuente de lo que parece. Hablar mientras se come, beber
rápido, fumar o incluso usar una dentadura postiza floja aumenta la
cantidad de aire deglutido durante el día.

Además, masticar chicle, chupar caramelos o beber directamente
de una botella favorece la entrada involuntaria de aire al
tracto digestivo.
El exceso de aire no sólo genera
eructos, sino que también se transforma en gases intestinales,
incrementando el malestar y la hinchazón abdominal.

Estos hábitos, aunque rutinarios, pueden corregirse con atención
consciente. Cambiar el ritmo de las comidas, evitar las bebidas con
burbujas y eliminar el chicle marcan la diferencia en poco
tiempo.

Foto Freepik

Trastornos
digestivos y sensibilidad intestinal

Más allá de la dieta y los malos hábitos, varios trastornos
digestivos provocan gases en exceso. Saber si el origen es
funcional, metabólico o inflamatorio ayuda a adaptar el tratamiento
y evitar complicaciones.

El síndrome de intestino irritable (SII) es uno
de los principales responsables de distensión abdominal y molestias
por gases, incluso con una producción estándar. El SII afecta la
sensibilidad intestinal y altera la percepción del movimiento del
gas, provocando síntomas más intensos en quienes lo padecen.

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Intolerancias como la lactosa o la
fructosa, y enfermedades como la
celiaquía o el sobrecrecimiento
bacteriano
en el intestino delgado, deterioran la
capacidad de digerir y absorber nutrientes. Esto incrementa la
presencia de sustratos no digeridos en el colon, alimentando la
fermentación bacteriana y la producción de gases. Además,
trastornos más graves como la enfermedad inflamatoria intestinal,
obstrucciones o cáncer también pueden presentar este síntoma,
aunque suelen ir acompañados de señales de alarma como pérdida de
peso, sangrado o dolor persistente.

La constipación es otra causa usual: cuanto más tiempo tardan
los residuos en atravesar el intestino, mayor oportunidad
tienen las bacterias de fermentar el contenido
,
incrementando el mal olor y la frecuencia de las flatulencias.

Sensibilidad
gastrointestinal y motilidad alterada

En personas con trastornos funcionales, como el síndrome de
intestino irritable o la gastroparesia, la
sensibilidad a la distensión intestinal es especialmente alta.
Puede que no exista un aumento real en la cantidad de gas
producido, pero los pacientes perciben mayor incomodidad y dolor,
incluso con volúmenes considerados normales.

La motilidad alterada del intestino, cuando los movimientos
peristálticos se hacen lentos o irregulares,
favorece la acumulación de gas. Esto agudiza la sensación de
plenitud, presión o incluso calambres. El estrés y la ansiedad
suelen empeorar la sintomatología.

Intolerancias y
enfermedades asociadas

Las intolerancias alimentarias dificultan la
correcta degradación de nutrientes específicos. La intolerancia a
la lactosa impide que la enzima lactasa descomponga el azúcar de la
leche, generando gas y diarrea. Algo similar ocurre con la
intolerancia a la fructosa y los celíacos
, que reaccionan
ante el gluten. Cuando estas sustancias no pueden ser absorbidas en
el intestino delgado, viajan hasta el colon, donde la flora
intestinal inicia una fermentación intensa, liberando grandes
cantidades de gases.

En cuadros de sobrecrecimiento bacteriano, el
número de bacterias en el intestino delgado supera lo normal,
provocando que la fermentación comience antes de tiempo. Esto
contribuye a la rápida acumulación de gases y dolores abdominales,
especialmente después de ingerir carbohidratos sencillos o
complejos.

La evaluación médica es fundamental cuando los gases se
acompañan de otros síntomas digestivos, como
pérdida de peso, diarrea crónica o sangre en las heces. Detectar a
tiempo patologías asociadas protege la salud y mejora la calidad de
vida.

Estrategias para
el control de los gases

Modificar la alimentación y los hábitos cotidianos es esencial
para controlar la producción de gases. Reducir la velocidad al
comer, optar por alimentos menos fermentables y mantener un
seguimiento médico
si los síntomas persisten marca la
diferencia en la salud digestiva. Detectar y tratar a tiempo
enfermedades asociadas permite resolver el malestar, proteger la
función intestinal y evitar que unos simples gases afecten el día a
día.

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