#Salud: 13 tipos de cáncer que se previenen con el ejercicio

0
188


El ejercicio no solo mejora el ánimo y ayuda a mantener un peso
saludable. También reduce la posibilidad de desarrollar más de una
decena de tipos de cáncer. Investigaciones recientes muestran que
practicar actividad física de forma regular
protege el cuerpo de daños microscópicos que pueden, con el tiempo,
transformarse en cáncer.

Esa defensa comienza con algo tan simple como caminar rápido,
trotar, nadar o montar bicicleta varios días a la
semana.
Incluso rutinas cortas, pero consistentes, actúan
como un escudo frente a enfermedades graves.

El
impacto del ejercicio en la prevención del cáncer

Mover el cuerpo cambia más que los músculos. La actividad física
regular regula hormonas como estrógenos y
andrógenos, y reduce la cantidad de insulina y otros factores de
crecimiento que pueden alimentar las células cancerosas. Además,
combate la inflamación, fortalece el sistema
inmunitario y frena el estrés oxidativo. Todo esto limita la
formación y propagación de células anormales.

Aunque la relación entre el ejercicio y
el cáncer
depende de muchos factores, el beneficio protector se
observa en quienes mantienen un nivel de actividad física
moderada a vigorosa
. Esto significa ejercitarse al menos
150 minutos a la semana, como sugieren los expertos en salud. Para
adultos, basta con caminar a paso rápido 30 minutos, cinco días por
semana.

Tipos de
cáncer que el ejercicio ayuda a prevenir

Los datos de estudios que siguieron a más de un millón de
personas dejan claro que la actividad física disminuye el riesgo de
desarrollar al menos trece tipos de cáncer. Estos
incluyen algunos de los más frecuentes y letales, y otros menos
conocidos pero también peligrosos:

Adenocarcinoma de esófago: quienes practican
ejercicio tienen menos probabilidades de que las células del
esófago sufran cambios que puedan acabar en un tumor.

Cáncer de hígado: la actividad física regular
mantiene bajo control el metabolismo y la inflamación hepática,
limitando la aparición de lesiones en el
hígado
que, sin ejercicio, pueden progresar a cáncer.

Cáncer de pulmón: si bien el tabaco sigue
siendo el principal factor de riesgo, el ejercicio ayuda a los
pulmones a mantenerse fuertes y mejora la función inmunitaria,
reduciendo el riesgo incluso en exfumadores.

Cáncer de riñón: el control del peso y la
regulación de la
presión arterial
gracias al ejercicio protegen la función renal
y disminuyen las condiciones que favorecen el cáncer de riñón.

Cáncer gástrico del cardias: mantener un

sistema digestivo
activo y evitar la acumulación de grasa
abdominal reduce la posibilidad de lesiones pre-cancerosas en la
unión del estómago y el esófago.

Cáncer de endometrio: el ejercicio modula los
niveles de estrógeno y ayuda a mantener un peso corporal adecuado,
dos factores clave en la prevención de tumores uterinos.

Leucemia mieloide: la actividad física impacta
la renovación y el funcionamiento sano de las células sanguíneas,
frenando el desarrollo de leucemias.

Mieloma: aunque rara vez se menciona, el
mieloma mejora su pronóstico en quienes hacen ejercicio
regularmente, gracias al fortalecimiento del sistema inmune.

Te podría interesar:

Cáncer de cabeza y cuello: un cuerpo activo
elimina mejor las toxinas y responde con más fuerza ante la
aparición de células cancerosas en estas áreas.

Cáncer de recto: ejercitarse reduce la
inflamación y promueve la salud del colon y el recto, disminuyendo
las posibilidades de cáncer en esta zona.

Cáncer de vejiga: mantener una buena
hidratación y actividad, junto con un metabolismo ágil, protege la
vejiga de daños que pueden conducir a cáncer.

Cáncer de seno: especialmente en mujeres
después de la
menopausia
, el ejercicio reduce la exposición a hormonas
relacionadas con el cáncer de mama, además de favorecer la
eliminación de radicales libres.

Cáncer de estómago: un sistema digestivo en
movimiento, menos marcado por la inflamación y el exceso de peso,
baja el riesgo de lesiones y tumores gástricos.

Foto Freepik

Otros efectos
beneficiosos

Los efectos positivos del ejercicio en la prevención del cáncer
van más allá de ese listado. Fortalece el sistema
inmune
, promueve la reparación celular y ayuda al cuerpo a
reconocer y destruir células defectuosas antes de que se vuelvan
peligrosas.

Para muchos especialistas, la actividad física es tanto una
estrategia preventiva como una herramienta durante la
recuperación
tras un diagnóstico de cáncer. En personas
con sobrepeso,
diabetes
o antecedentes familiares, moverse reduce
considerablemente el riesgo, con independencia del peso
corporal.

Cuidado con el
exceso y la exposición solar

Aunque la mayoría de los efectos del ejercicio son positivos,
los estudios observaron que, en personas que hacen actividad
intensa al aire libre sin adecuado uso de protector solar,
el riesgo de melanoma (cáncer de piel) puede
aumentar.
Por eso, usar ropa adecuada y protector solar
forma parte de cualquier rutina saludable al aire libre.

Un hábito sencillo,
grandes beneficios

Adoptar el ejercicio como parte de la vida diaria actúa de
barrera ante distintas amenazas. No se trata de grandes hazañas
deportivas, sino de convertir el movimiento en una
costumbre.
La ciencia demuestra que, incluso en pequeñas
dosis, la actividad física juega un papel fundamental al reducir la
posibilidad de desarrollar formas graves de cáncer
y alentar una mejor calidad de vida en todas las etapas.

Incluir el ejercicio en la rutina diaria es una apuesta segura
por la salud a corto y largo plazo. Cuidar el cuerpo hoy puede
marcar la diferencia en el futuro.

¿Le resultó útil este artículo?



Source link