#Salud: 12 tips que realmente funcionan

0
47


En Navidad se come más por horarios raros, reuniones seguidas y platos más calóricos. Aun así, no hace falta “ponerse a dieta” para mantener el peso. La clave está en aplicar hábitos simples que aumenten la saciedad, ordenen las porciones y mantengan el cuerpo en movimiento.

Lo que más ayuda a no subir de peso en Navidad, sin hacer dieta

Cuando se mantienen rutinas básicas, los excesos bajan solos. Comer a horas regulares evita llegar con hambre feroz, y ese es un punto que suele decidir si se repite plato. También cuenta comer despacio y saborear, porque el cuerpo tarda en registrar la saciedad. Un tercer gesto muy efectivo es empezar la comida con algo saciante, como verduras, una sopa ligera o una fruta, para que el “modo picoteo” no se apodere de la cena.

Comidas normales, menos ansiedad y menos atracones

“Ahorrar calorías” con ayunos largos antes de la cena suele salir caro, se llega descontrolado y se come más rápido. Funciona mejor un día normal: un desayuno con proteína y algo de fibra, una comida equilibrada y una merienda sencilla. Por ejemplo, yogur natural o un puñado pequeño de frutos secos, para sentarse a la mesa con calma y elegir mejor.

Un truco antes de sentarse a la mesa: fibra y agua

Beber agua entre comidas ayuda a no confundir sed con hambre; muchas guías sitúan un rango habitual de 1,5 a 2 litros al día, ajustando según persona y clima. Sumar fibra durante el día también cambia el partido: fruta con piel, verduras crudas, avena, integrales y semillas dan volumen y saciedad. Y antes de la cena, una pieza de fruta como manzana, pera, kiwi o papaya puede recortar el apetito sin complicaciones.

Cómo armar el plato festivo sin quedarse con hambre

El plato navideño se puede “ordenar” sin contar calorías. Priorizar proteína (animal o vegetal) ayuda a quedar satisfecho antes, y suele estabilizar el hambre posterior. Elegir preparaciones bajas en grasa también marca diferencia, conviene evitar fritos, exceso de mantequilla y cortes muy grasos. Para las porciones, sirve una regla práctica: servirse una sola vez y dejar lo más graso en una cantidad pequeña. En el postre, funcionan opciones más ligeras, como fruta, gelatina o versiones con menos azúcar y grasa.

Foto Freepik

Proteína y verduras como “ancla” del menú

La proteína favorece la saciedad y ayuda a cuidar la masa muscular, algo útil si diciembre trae más comidas fuera de casa. Como opciones simples aparecen pavo, pollo, pescado, huevos, legumbres o yogur natural. Las verduras, en ensalada o asadas, aportan volumen con menos calorías y hacen que el plato “rinda” sin pesadez.

Te podría interesar:

Postre y alcohol: disfrutar sin pasarse

Los dulces típicos no tienen que desaparecer, pero sí caben mejor en porciones pequeñas, elegidas con intención. Con el alcohol conviene más prudencia, suma calorías y baja el autocontrol al comer. Alternar una bebida alcohólica con agua o una infusión (como jengibre) suele ayudar a mantener el ritmo y a hidratarse.

Plan práctico para las fiestas: moverse, planificar y recuperar al día siguiente

El movimiento no es castigo, es parte del plan. Se recomienda actividad aeróbica de 30 a 60 minutos, al menos 3 veces por semana, y algo de fuerza; hacerlo antes y después de las fiestas amortigua los extras. Durante la velada, levantarse, bailar, caminar o jugar evita quedarse sentado horas. También sirve poner los eventos en un calendario y compensar con comidas más sencillas alrededor. Como apoyo, algunos usan alimentos con efecto termogénico, como canela, cúrcuma, cacao o pimienta, y bebidas como té verde; sin milagros, pero útiles dentro de un día ordenado. Si hubo exceso, al día siguiente toca volver a la rutina sin castigos, y dormir bien ayuda a regular el apetito.

Movimiento corto pero constante, también cuenta

Una caminata tras la comida, subir escaleras, 10 a 20 minutos de fuerza en casa o una salida en bici suman más de lo que parece. La consistencia suele funcionar mejor que intentar “compensar” con extremos de última hora.

Cuándo pedir ayuda profesional

Si hay enfermedades, medicación, objetivos concretos o un historial de dietas muy estrictas, conviene hablar con un nutricionista. Un plan personal ajusta cantidades, horarios y elecciones sin caer en prohibiciones.

¿Le resultó útil este artículo?



Source link