Cuando el cáncer se detecta temprano, las posibilidades de
recuperación mejoran. Sin embargo, muchas señales de advertencia
pueden confundirse con molestias cotidianas. Reconocer los
síntomas sutiles y prestar atención a los cambios
puede salvar vidas. Aquí se describen algunos de los signos menos
obvios que suelen ignorarse y que merecen una consulta médica
inmediata.

Pérdida de peso sin
explicación
Una baja notable de peso, sin cambiar la alimentación ni la
rutina de ejercicio, puede ser un aviso temprano. Perder más de
cinco kilos de forma involuntaria a menudo
acompaña a varios tipos de cáncer, como
el de páncreas, estómago, esófago o pulmón. No siempre señala un
problema grave, pero no debe pasarse por alto.
Fatiga constante
Sentirse cansado es común tras un día largo. Pero la
fatiga extrema y persistente, que
no mejora con el descanso, puede estar relacionada con distintos
tipos de cáncer, incluido el de sangre. El cuerpo, sometido al
estrés de las células tumorales, responde con agotamiento
inexplicable.
Fiebre recurrente
La fiebre que no tiene causa identificada y que aparece de
manera recurrente puede indicar cáncer, principalmente en
la médula ósea o el sistema linfático. Este
síntoma resulta más evidente cuando el cáncer ya ha avanzado,
aunque también puede surgir en etapas iniciales.
Cambios en la piel
La piel puede reflejar alteraciones importantes
en la salud. Oscurecimiento localizado, enrojecimiento,
picor persistente, o crecimiento anormal de lunares pueden
ser señales de cáncer de piel o de enfermedades internas. La
aparición de heridas que no cicatrizan también requiere
atención.
Modificaciones
en los hábitos intestinales o urinarios
Cambios persistentes, como diarrea, estreñimiento prolongado,
sangre en las heces u orina, o molestias al orinar, sugieren
problemas en el sistema digestivo, el colon, la vejiga o la
próstata. El cuerpo, muchas veces, avisa a través del baño
cuando algo no anda bien.

Heridas que no sanan
Una llaga en la boca o en la piel que no mejora tras varias
semanas puede ser un síntoma más serio de lo que parece. Las
células cancerosas dificultan la curación, generando
lesiones persistentes. También es importante revisar
cualquier úlcera genital que no cicatrice.
Sangrado inusual
Sangrar fuera de los periodos habituales, expulsar sangre al
toser, encontrar manchas en la orina o en las
heces, o notar secreciones sanguinolentas en el pezón
pueden estar relacionados con distintos tipos de cáncer, desde
colon y pulmón hasta mama o aparato reproductor.
Aparición de durezas o
masas
Un bulto nuevo o endurecimiento en cualquier parte del cuerpo,
sobre todo en el pecho, los testículos, las axilas o los
ganglios, debe ser evaluado. Muchas veces, estos bultos se
sienten a través de la piel y no causan dolor inicialmente, pero
son clave para el diagnóstico precoz.
Dificultad
para tragar o molestias persistentes al comer
Problemas al tragar de forma repetida o indigestión que se
mantiene durante semanas pueden estar relacionados con
cáncer en la garganta, el esófago o el estómago. Aunque a
menudo se atribuye a problemas gástricos comunes, lo persistente
debe investigarse.
Tos o ronquera que no
desaparece
Una tos seca o productiva que sigue por más de tres semanas, o
una voz ronca sin causa clara, puede indicar cáncer de
pulmón, laringe, o tiroides. Si la tos viene acompañada de sangre,
el riesgo es aún mayor y la consulta médica debe hacerse cuanto
antes.
Observar el propio cuerpo, confiar en las señales que envía y
actuar con rapidez ante síntomas persistentes marca la
diferencia. La difusión de estos signos ayuda a que la
población acceda a un diagnóstico temprano y oportuno. Detectar el
cáncer antes de que avance podría cambiar el rumbo de la vida de
muchas personas.


