#Salud: 10 señales de que tu dolor de espalda podría esconder cálculos renales

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El dolor de espalda representa una de las molestias más
frecuentes en la vida adulta. La mayoría de las veces, se conecta
con tensiones musculares, malas posturas o lesiones en la columna.
Sin embargo, no todos los dolores son iguales. Hay veces en que una
molestia en la espalda puede estar relacionada con problemas de
riñón, en especial los cálculos renales.

Diferencias clave entre el dolor de espalda y el dolor por
cálculos renales

El dolor provocado por cálculos
renales
suele ser muy distinto al típico dolor
muscular o articular. Mientras el dolor de espalda aparece de forma
progresiva y mejora al cambiar de posición o con reposo, el dolor
por cálculos es repentino y muy intenso. Esta
molestia suele manifestarse en un costado, justo debajo de las
costillas, pero puede desplazarse hacia el abdomen o llegar hasta
la ingle a medida que el cálculo se mueve.

Una característica importante del dolor ocasionado por piedras
en los riñones es que se presenta en oleadas. Esto
significa que la intensidad varía, pasando de momentos soportables
a episodios casi insoportables. Además, la zona lumbar puede estar
tan sensible que hasta la presión leve agrava el malestar. La
rapidez con la que aparece este dolor y su tendencia a irradiarse
ayuda a distinguirlo de otros orígenes.

Cuando la molestia lumbar no mejora con descanso, fisioterapia o
analgésicos comunes, y aumenta al mover el tronco o al tocar la
región baja de la espalda, conviene sospechar que puede haber más
que una simple lesión muscular.

Foto Freepik

Señales menos conocidas que pueden acompañar el dolor de
espalda por cálculos renales

Cuando se trata de cálculos renales, el cuerpo
suele enviar varias señales al mismo tiempo. Una de las más
características es el ardor al orinar. No es solo
molestia, sino una sensación de quemazón con cada micción, que
suele acompañarse de necesidad de orinar varias veces al día.

La presencia de sangre en la orina es otro
signo preocupante. Puede notarse un color rosado, rojo o incluso
marrón en la orina. Aunque no siempre es visible a simple vista,
indica que hay daño en el tracto urinario provocado por el
movimiento de las piedras. Este detalle diferencia a los cálculos
renales de la mayoría de los problemas de espalda.

Otra señal útil es notar la orina turbia o con mal
olor
. Esto puede indicar infección o la presencia de
minerales dispersos en la orina por el desgaste de la piedra.
Cuando la orina, además del mal olor, cambia de color, es
fundamental prestar atención.

El cuerpo también puede avisar mediante una urgencia
para orinar
. Se siente una necesidad repentina y
constante, incluso si apenas se elimina líquido. Esta urgencia
suele ser más marcada en la presencia de cálculos, porque las
piedras irritan los conductos urinarios.

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La fiebre y los escalofríos suelen surgir
cuando hay una infección asociada o cuando el cálculo bloquea el
flujo de orina. Son señales de alerta que indican que el problema
pasó de ser solo una molestia a una situación potencialmente grave.
Estos síntomas, casi nunca presentes en simples dolores de espalda,
ameritan atención médica.

Cuando el cálculo bloquea de forma parcial o completa alguna vía
urinaria, puede haber náuseas y vómitos. Este
malestar no solo viene acompañado de dolor lumbar, sino que termina
afectando el bienestar general. Es la respuesta corporal al dolor
intenso y la alteración del funcionamiento renal.

Finalmente, si el cálculo causa un bloqueo importante, puede
notarse una disminución del flujo urinario. Orinar
se vuelve más difícil o aparece una sensación de vaciado
incompleto. Este síntoma indica que el daño puede estar avanzando y
requiere atención médica pronta para evitar complicaciones
mayores.

Escuchar al cuerpo puede evitar complicaciones

El cuerpo suele mandar señales claras cuando algo no anda bien.
Identificar los síntomas asociados a los
cálculos renales
, sobre todo cuando acompañan
un dolor de espalda fuera de lo común, ayuda a evitar que el
problema avance y termine causando un daño más serio. Ante estas
señales, consultar a un profesional y actuar con prontitud
representa la mejor herramienta para cuidar la salud.

Prestar atención al propio bienestar y no ignorar los cambios en
el cuerpo permitirá detectar a tiempo estos cuadros, recibiendo el
tratamiento correcto desde el inicio. En cuestiones de salud renal,
nunca está de más estar atentos y priorizar la tranquilidad
propia.

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