#Salud: 10 cosas que NUNCA debes decirle a alguien con trastorno bipolar

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El trastorno bipolar es una enfermedad médica que afecta al estado de ánimo y a la energía de la persona. No es un rasgo de carácter, ni una simple forma de ser intensa, ni un capricho, son cambios reales en el cerebro, y por eso el tratamiento y el entorno son tan importantes.

Lo que dices puede aliviar o puede clavar una espina más. Por esa razón, el lenguaje puede validar la realidad médica del trastorno bipolar o negarla por completo. No se trata de ser “correcto”, se trata de reducir daño emocional.

Cuando hablas solo de “ganas” o “actitud”, la persona puede sentir que la estás acusando de floja. El trastorno bipolar no se controla solo con fuerza de voluntad, igual que la diabetes no se controla solo con “pensar en positivo”.

Frases que nunca deberías decir a una persona bipolar

Vamos al corazón de la pregunta “qué no decir a un bipolar”. No se trata de culpar al familiar que se equivoca, todos lo hacemos; se trata de tomar conciencia de frases frecuentes que duelen y aprender otras más útiles.

«Todo el mundo tiene altos y bajos»: banalizar el trastorno bipolar

Comparar el trastorno bipolar con los cambios normales de ánimo lo minimiza. En el trastorno bipolar, la intensidad es mucho mayor, los episodios duran días o semanas y afectan al trabajo, al sueño y a las relaciones.

Una alternativa puede ser: “Imagino que lo que sientes es mucho más intenso que mis altibajos. ¿Cómo te sientes de verdad?”. Esa frase abre espacio, no lo cierra.

«Deja el teatro» o «estás exagerando»: acusar de fingir

Cuando dices “estás actuando” o “solo quieres llamar la atención”, niegas la realidad médica de lo que vive la persona. El resultado suele ser mezcla de vergüenza, rabia y sensación de ser un fraude para todos.

Prueba con algo como: “Veo que lo estás pasando mal. Puede que no entienda todo, pero quiero apoyarte”. No necesitas entenderlo todo para estar ahí.

«Si quisieras, podrías» y otras frases que apelan a la fuerza de voluntad

“Pon de tu parte”, “tienes que echarle ganas”, “es cuestión de actitud”. En una depresión bipolar hay apatía profunda, fatiga extrema y bloqueo mental. No se soluciona solo con voluntad, igual que un hueso roto no se arregla por desearlo.

Una opción más útil: “Veo que te cuesta todo. ¿Hay una cosa pequeña en la que pueda ayudarte hoy?”. Hablar de pasos pequeños baja la presión y da algo concreto.

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«Debes hacer…» y los consejos en forma de orden

Frases que empiezan con “tienes que”, “debes”, “haz esto ya” suelen sonar a orden. En manía pueden encender la discusión, en depresión pueden hundir más, porque la persona ya se siente incapaz.

Cambia al condicional y al lenguaje de propuesta: “Quizá te ayudaría descansar un poco”, “¿cómo verías llamar a tu terapeuta mañana?”. La idea es acompañar, no mandar.

«¿Te estás tomando bien la medicación?»: reducir a un diagnóstico

Dicha en caliente, esta pregunta suena a reproche y control. Como si cualquier gesto, palabra o error se explicara solo por la enfermedad y la medicación.

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Hablar del tratamiento es importante, pero mejor en un momento tranquilo: “¿Cómo te estás sintiendo con tu tratamiento últimamente? Si quieres, puedo acompañarte a la próxima cita”. Ahí muestras interés, no sospecha.

«Sé exactamente cómo te sientes» y otras falsas empatías

Nadie sabe al cien por cien cómo se siente otra persona. Decir “sé exactamente cómo te sientes” suele cortar la conversación, porque desplaza el foco hacia ti y tus experiencias.

Es más honesto algo como: “No puedo imaginarlo del todo, pero quiero entenderlo mejor si te apetece contármelo”. Esa frase deja espacio para que la persona decida cuánto compartir.

«Estás reaccionando de forma exagerada» o «estás muy loco ahora»

Juzgar la intensidad de la emoción, sobre todo en plena crisis, casi nunca ayuda. Intentar “razonar” en ese momento suele sentirse como burla o infantilización.

Puedes validar la emoción sin apoyar conductas peligrosas: “Veo que estás muy enfadado y que lo estás pasando fatal, vamos a buscar algo que te ayude a calmarte un poco”. Separa la emoción del comportamiento.

«Vas demasiado acelerado, me das miedo» y la crítica a la euforia

En fase maníaca o hipomaníaca, la energía se dispara. Frases como “das miedo así” cargan de culpa a la persona, que ya percibe que se le va de las manos.

Mejor nombra tu preocupación sin volcarla sobre ella: “Te noto muy acelerado y me preocupa que puedas agotarte o meterte en líos, ¿te parece si hoy hacemos algo más tranquilo y dejamos las compras para otro día?”. Hablas de cuidado, no de terror.

«¿Es por mi culpa que te aíslas?» y otras frases que lo centran todo en ti

En la depresión bipolar, el aislamiento suele ser síntoma, no rechazo personal. Preguntar “¿es por mi culpa?” obliga a la persona a cuidar también de tus emociones, encima de las suyas.

Una opción más sana es: “Entiendo que necesites estar a solas. Solo quiero que sepas que sigo aquí y pienso en ti”. Respetas su espacio, pero mantienes el vínculo.

El trastorno bipolar es una enfermedad médica real, no una debilidad de carácter ni un capricho. Ciertas frases que minimizan o culpan hacen mucho daño, aunque se digan con buena intención. Lo que más ayuda suele ser escuchar, validar y mantener la calma, no ganar discusiones.

El apoyo profesional a largo plazo es esencial, tanto para la persona con diagnóstico como para su entorno. Y tú, como familiar o amigo, también necesitas apoyo y autocuidado. Puedes usar este artículo como una guía práctica y flexible, e ir probando nuevas formas de hablar desde hoy mismo. Cada frase que cambia suma un poco más de seguridad y esperanza para todos.

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