#Salud: 10 cosas que los perros pueden oler y los humanos no

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El mundo olfativo de un perro es tan rico e impresionante que,
muchas veces, resulta difícil de imaginar para una persona. Los
perros cuentan con cerca de 300 millones de receptores olfativos,
en contraste con los apenas cinco millones presentes en los
humanos. Esta capacidad extraordinaria convierte al olfato
canino
en un sensor capaz de percibir señales invisibles
para cualquiera de nosotros, como cambios ligeros en el cuerpo
humano, presencias químicas e incluso emociones.

Detecciones médicas y
emocionales

Los
perros
, con su sentido del olfato, transforman el aire que
respiramos y los rastros biológicos en información vital. Hay
registros y estudios serios donde estos animales, gracias a su
entrenamiento, pueden identificar enfermedades antes que la
tecnología más avanzada. Por ejemplo, distinguen los
cambios hormonales propios del embarazo o la
ovulación, incluso antes de que sean evidentes para la persona.
También son capaces de captar las mínimas variaciones causadas por
ciertos virus, como el COVID-19, y advertir sobre caídas súbitas de
glucosa en personas diabéticas. El secreto está en cómo su nariz
decodifica señales químicas complejas y las traduce en alertas
concretas que pueden salvar una vida.

Estos animales reconocen y reaccionan ante las hormonas
del estrés
o la alegría, marcando diferencias en el aroma
corporal según la emoción dominante. Así, la detección
precoz
de enfermedades como el cáncer se ha transformado
en una herramienta adicional en equipos médicos, gracias al trabajo
con perros adiestrados, que han demostrado tasas de acierto
sorprendentes en estudios en clínicas de todo el mundo.

Emociones y cambios
hormonales

El perro puede sentir la alegría, el miedo o el estrés de una
persona interpretando las feromonas humanas
liberadas con el sudor y la respiración. Investigaciones indican
que este olfato, hasta cincuenta veces más sensible que el humano,
permite a muchos canes consolar a sus dueños en momentos de
ansiedad o tristeza, pegándose a ellos cuando detectan el más
mínimo cambio emocional. Para los perros, los sentimientos se
vuelven olores, y muchas mascotas responden con cariño y protección
automática ante una alteración química.

Enfermedades como
cáncer y diabetes

La detección de cáncer mediante el olfato
canino se ha comprobado en experimentos controlados. Varios
hospitales han incorporado perros en la identificación de células
cancerosas en etapas muy iniciales, especialmente en los casos de
cáncer de pulmón, mama o colon. Resultados de precisión cercanos al
97% han sido reportados, lo que ha sorprendido a médicos y
científicos. Por su parte, los perros de alerta diabética detectan
fluctuaciones de glucosa en la sangre a través del aliento o el
sudor, actuar rápidamente cuando avisan a su compañero humano puede
evitar emergencias que pongan en riesgo la vida.

Foto Freepik

Virus y embarazos

La habilidad de los perros para reconocer infecciones virales,
como el virus COVID, ha sido empleada en
aeropuertos internacionales y centros de salud, donde equipos
caninos han identificado síntomas invisibles para los controles
médicos convencionales. Respecto al embarazo, estos animales notan
los sutiles cambios en los compuestos orgánicos volátiles que
desprende una mujer en las primeras semanas, aun antes de que haya
cambios físicos visibles. Todo esto demuestra el alcance único y
cotidiano de su olfato.

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Detecciones
ambientales y cotidianas

Las capacidades olfativas de los perros también brillan a la
hora de advertir peligros ambientales o problemas muy prácticos que
se escapan a la percepción humana. Detectan pequeñas variaciones
químicas en el ambiente que alertan sobre cambios de clima,
insectos invasores, explosivos o incluso la presencia de personas
desaparecidas. Estas destrezas han sido validadas en protocolos
profesionales de emergencia, desde labores policiales y de rescate
hasta la inspección en hoteles y fronteras. El cambio de
temperatura
, por ejemplo, les da pistas sobre tormentas, y
su olfato es la última línea de defensa contra amenazas invisibles
en el entorno cotidiano.

Catástrofes y
temperaturas

La sensibilidad térmica nasal de los perros va mucho más allá de
lo que una persona puede imaginar. Perciben oscilaciones mínimas en
la temperatura y el aire, lo cual les permite avisar, con
anticipación, sobre tormentas eléctricas o temblores. En
comunidades rurales o zonas de riesgo, han dado alertas previas a
desastres naturales, comportándose de manera agitada o buscando
refugio para sus familias humanas. Esta predicción de
tormentas
refleja su vínculo con la naturaleza y su
beneficio para la seguridad del entorno.

Plagas y sustancias
ilegales

En la prevención de plagas, la nariz de un perro es más fiable
que cualquier trampa moderna. Detectan la presencia de chinches
antes de que exista una infestación notable. En la industria
hotelera o en residencias, estos perros previenen gastos y
molestias mucho antes de que los humanos adviertan ni siquiera una
picadura. Por otro lado, en aeropuertos y fronteras, los perros
entrenados localizan olores químicos diminutos de drogas,
explosivos y otros productos prohibidos, superando la capacidad de
los detectores mecánicos en muchas ocasiones.

Búsquedas y rescates

El rastreo de humanos perdidos o enterrados
bajo escombros es una de las habilidades más valiosas del olfato
canino. Los perros siguen las moléculas desperdigadas en el aire o
en la tierra por horas o incluso días, logrando localizar a
personas desaparecidas con un éxito que ningún otro recurso iguala.
Cuerpos de emergencia en todo el mundo confían en estos
perros
rastreadores durante terremotos, avalanchas o búsquedas
urbanas, y muchas familias agradecen que su ser querido haya tenido
un rescatista de cuatro patas con una nariz prodigiosa.

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