Todos hemos estado en esa situación: poner agua a hervir
en un hervidor eléctrico o cacerola, y luego olvidarnos de
ella o apagarlo. Cuando volvemos a la cocina, nos encontramos con
que el agua se ha enfriado. La reacción instintiva es volver a
calentar el agua hasta que hierva de nuevo. Sin embargo, este
aparentemente gesto puede resultar peligroso para nuestra
salud.
Los peligros de
volver a hervir agua
Cuando ponemos agua a hervir, los gases
contenidos en ella escapan en forma de vapor. Sin embargo, estos
gases volátiles no desaparecen por completo, sino
que se depositan de nuevo en el agua a medida que esta se enfría.
El problema surge cuando volvemos a calentar este agua: los
compuestos químicos que se habían depositado se ven sometidos a una
nueva modificación, convirtiéndose en sustancias
potencialmente tóxicas.
En lugar de escapar con el vapor, estas sustancias nocivas
quedan concentradas en el líquido, lo que
significa que al beber o
cocinar con esta agua, las estaremos ingiriendo y puede tener
graves consecuencias para nuestra salud.
Sustancias tóxicas en el
agua
Pero, ¿de qué tipo de sustancias estamos hablando?
Principalmente, se trata de:
Nitratos
Los nitratos son compuestos que, al ser
sometidos a altas temperaturas, se vuelven
cancerígenos. Esto significa que beber agua que ha
sido hervida repetidamente puede aumentar el riesgo de desarrollar
ciertos
tipos de cáncer.
Fluoruros
El fluoruro también puede convertirse en una sustancia
tóxica cuando el agua se somete a múltiples ciclos de
ebullición. En altas dosis, puede causar problemas
neurológicos.
Arsénico
Quizás el más peligroso de todos, el arsénico
presente en el agua puede provocar intoxicación, cáncer, problemas
cardíacos e incluso infertilidad.
Cómo evitar los
riesgos
La recomendación es clara: si el agua de tu hervidor eléctrico o
cacerola se ha enfriado, no la vuelvas a calentar.
En su lugar, desecha esa agua y rellena el recipiente con agua
fresca. De esta manera, evitarás exponer tu organismo a estos
compuestos nocivos.
Importancia de usar agua
fresca
Utilizar siempre agua fresca para cocinar o preparar
bebidas calientes es fundamental para mantener una dieta
saludable. No solo evitarás los peligros de las sustancias tóxicas,
sino que también conservarás intactos los nutrientes y el sabor del
agua.
Además, el uso de agua recién hervida ayuda a mantener la
temperatura óptima durante la cocción, lo que mejora la
calidad y el sabor de los alimentos.
Consejos para
mantener el agua fresca
Para asegurarte de que siempre tienes agua fresca a mano, sigue
estos sencillos consejos:
- Llena el hervidor eléctrico o cacerola justo antes
de ponerla a calentar, sin dejar que se enfríe entre usos. - Si te olvidas del hervidor y el agua se enfría,
vacía el recipiente y vuelve a llenarlo con agua fresca. - Mantén el hervidor o cacerola tapada mientras
hierve el agua, para evitar que se escape el vapor y se
enfríe. - Si necesitas calentar agua varias veces seguidas,
vacía y rellena el recipiente entre cada uso.
Beneficios de usar agua
fresca
Además de evitar los riesgos para la salud, usar siempre
agua fresca recién hervida tiene otros
beneficios:
- Mejora el sabor de los alimentos y bebidas, ya que
el agua no ha perdido sus propiedades organolépticas. - Conserva mejor los nutrientes de los alimentos que
se cocinan en ella, como vitaminas y minerales. - Ayuda a mantener una temperatura de cocción más
constante y efectiva. - Reduce el consumo de energía, ya que no es
necesario volver a calentar el agua.
En definitiva, volver a hervir agua que se ha enfriado puede ser
una práctica peligrosa para nuestra salud. Las
sustancias tóxicas que se acumulan en el agua,
como nitratos, fluoruros y arsénico, pueden convertirse en dañinas
cuando se someten a altas
temperaturas repetidas.
Por ello, es fundamental desechar el agua que
se ha enfriado y reemplazarla por agua fresca cada
vez que vayamos a hervir o cocinar. De esta manera, no solo
protegeremos nuestra salud, sino que también mejoraremos la calidad
y el sabor de nuestros alimentos y bebidas.
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