Desde el derrocamiento de Jean Bertran Aristide el 30 de septiembre de 1991 la solicitud de Naciones Unidas y de algunos gobiernos extranjeros, para que Republica Dominicana admita campos de refugiados haitianos ha sido una constante; las presiones a Balaguer, quien no transigió fueron muy fuertes y, el planteamiento siguió al primer Gobierno de Leonel y, ahora, en ocasión de la crisis actual a Luis Abinader.
Los Haitianos representan una carga imposible de llevar pues, solo en salud, en parturientas, el Gobierno dominicano costeó con cargo al presupuesto nacional más de RD$ 1,200 millones a 40,022 parturientas haitianas de un total de RD$ 74,085 partos en hospitales públicos en el 2023: Van 271,864 partos en cinco años y creciendo, mientras no hay camas para las dominicanas; la cosa no queda ahí, pues los 173,416 estudiantes haitianos en las escuelas públicas costaron otros RD$ 10,404 millones, sin incluir los útiles, equipos, mientras decenas de miles de niños dominicanos están recibiendo docencia bajo árboles, según recoge en su libro …descendientes de haitianos, Ángel Lockward, puesto a circular en diciembre pasado.
Asimismo, recoge el estudio, disponible gratuitamente en la red https://bit.ly/3Tymvyq, que de los USD$ 3,966 millones que recibe en remesas, más de USD$ 750 van desde República Dominicana su principal socio comercial del cual proviene la mayor cantidad de alimentos y piezas de recambio.
Haití, no obstante ser una de las primeras republicas de América, está considerado como un Estado fallido en estado de desintegración incapaz de conformar gobierno, ejercer el monopolio de la fuerza y garantizar los servicios básicos a las 11 millones de personas que habitan el territorio, básicamente por la naturaleza de su origen como República y la incapacidad de sus líderes de llegar a acuerdos, sostiene el autor.
Indica en la obra que, por un lado están las peticiones de la ACNUR agencia de la ONU, solicitando asilo como refugiados para los haitianos y por la otra, los países que dirigen la ONU, como Estados Unidos, repatrian miles cada año, en una suerte de doble moral que siguen otros como las islas del Caribe, Chile y México, al tiempo que se anuncia el temor a oleadas de refugiados que podrían ir hacia República Dominicana y en menor grado hacia Puerto Rico, Cuba, Jamaica y otras islas del Caribe.
Campamentos de refugiados haitianos, sería el fin de la República Dominicana, concluye el autor.