No respetan los límites de velocidad. No respetan la luz roja de ningún semáforo. No respetan el sentido de circulación en ninguna calle o avenida. Transportan hasta tres pasajeros sin ninguna protección. Hablan por el celular mientras conducen. No respetan ni por asomo las leyes de tránsito ni ninguna otra. No respetan a nadie, sea quien sea. No respetan a ninguna autoridad, ni éstas se dan a respetar. En fin, son seres intocables, ciudadanos privilegiados de la categoría pobre padre de familia… (Por todo eso me asalta la inevitable tentación de ser motorista si vuelvo a nacer en este país del carajo).
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