Querían impedir que saliera de la tumba

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Durante unos trabajos excavación arqueológica en Chełm, Polonia, se descubrió un misterioso lugar de enterramiento que da fe de las creencias medievales sobre lo sobrenatural.

Tal y como recoge la revista Archeology News, durante las obras de renovación de la valla que rodea los jardines de un antiguo palacio episcopal, un lugar de importancia histórica y religiosa en la región, se encontraron los restos de dos niños del siglo XIII.

Uno de estos enterramientos ha sido identificado como un ‘entierro vampírico’, un término utilizado para describir prácticas específicas destinadas a evitar que el difunto se levantara de la tumba y causara daño a los vivos.

La excavación estuvo a cargo del arqueólogo Stanisław Gołub, del Conservador de Monumentos de la provincia de Lublin. Su equipo descubrió los esqueletos de dos niños enterrados en una zona que, según los registros históricos, no había estado asociada a ningún cementerio conocido. Los restos fueron descubiertos mientras los trabajadores retiraban raíces de árboles en el marco del proyecto de renovación.

Lo que distingue a este descubrimiento es el tratamiento inusual que se le dio a uno de los esqueletos. Gołub explicó que el cráneo del niño había sido separado intencionalmente del cuerpo y colocado boca abajo en la tumba. También se colocaron piedras pesadas sobre el torso. Estas prácticas son consistentes con los rituales antivampiro que se encuentran en varias partes de la Europa medieval, particularmente en Europa del Este, donde prevalecía el folclore sobre vampiros y cadáveres reanimados.

Según el doctor Gołub, estas medidas tenían como objetivo impedir que los muertos volvieran a la vida como espíritus malignos o vampiros. “El entierro muestra claramente signos de prácticas antivampíricas, cuyo objetivo era impedir que los muertos resucitaran”, afirmó en un comunicado.



La localidad de Pratdip junto a uno de los "perros vampiro".

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El descubrimiento de agujeros para postes en el lugar del entierro, que probablemente sirvieron como marcadores de tumbas, refuerza aún más la idea de que se trataba de una tumba especial o vigilada. 

En casos similares en toda Polonia, se utilizaron marcadores para observar las tumbas en busca de cualquier signo de reanimación. Por ejemplo, un descubrimiento anterior en Pien reveló a una mujer enterrada con un candado en el dedo del pie y una guadaña en la garganta, otros ejemplos de hasta qué punto llegaban las comunidades medievales para evitar que los ‘no muertos’ regresaran.

Los enterramientos se realizaron en suelo de yeso y estaban orientados de este a oeste, una práctica común en la época. No se encontraron ataúdes ni objetos funerarios, lo que aumenta el misterio de por qué estos niños fueron enterrados de esa manera en una zona que no está designada como cementerio.

Según el Conservador Provincial de Monumentos de Lublin, este lugar formaba parte de un complejo de catedrales, pero la presencia de estas tumbas plantea la pregunta de si alguna vez existió allí un cementerio no documentado.

Chełm, una ciudad rica en influencias culturales bizantinas y eslavas, fue un centro religioso y administrativo durante la Edad Media. La zona  donde se realizó el descubrimiento albergaba fortificaciones y edificios religiosos, pero no tenía ningún cementerio conocido, lo que hace que el hallazgo sea aún más significativo. Los arqueólogos creen que los restos datan del siglo XIII, basándose en la estratigrafía del sitio y en los fragmentos de cerámica cercanos.

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