Alguien me ha preguntado por qué soy periodista. Y respondo: porque me gusta saber qué hay detrás de lo aparente; porque me permite rendir honor a la verdad; porque es un oficio literalmente trascendente; porque puedo denunciar lo que causa alegría y tristeza; porque con la práctica de la verdad provoco la toma de conciencia; porque la palabra de hoy se hace materia prima de la historia futura; porque doy continuidad al legado de los mejores testigos del pasado; porque me hace portavoz de las ideas más avanzadas de mi generación; y, en fin, porque el periodismo consagra el máximo poder de la palabra.
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