El maquillaje es un ritual indispensable para la mayoría de las
mujeres. Desde la mañana hasta la noche, aplican color a sus
rostros para sentirse hermosas, frescas y seguras de sí mismas.
Algunas incluso se vuelven adictas a él. Sin embargo, mientras
ganan confianza y seguridad, su piel sufre las consecuencias.
Cubierta de una variedad de productos, la piel se sofoca y espera
ansiosamente el momento de liberarse. Por eso, el paso del
desmaquillado es esencial: es cuando tu piel finalmente puede
respirar, liberada de todas esas capas de polvo y base que
obstruyen los poros. Sin embargo, hay que admitirlo, por cansancio
o pereza, muchas mujeres descuidan esta rutina nocturna y no se
desmaquillan sistemáticamente. Esto es un error: con el tiempo, tu
piel puede sufrir las consecuencias.
¿Qué le sucede a tu piel cuando no te desmaquillas?
Cuando no te desmaquillas todas las noches, los productos
cosméticos que utilizas a diario entran en contacto con el aire y
tu rostro, y se contaminan con bacterias que generan la formación
de microorganismos en tu piel. Si no te desmaquillas, tu piel se
ensucia y las impurezas proliferan. Incluso tu tez puede verse
apagada y grisácea. Además, el exceso de maquillaje conduce
rápidamente a la acumulación de puntos negros, granos y
arrugas.
Sin una limpieza profunda ni cuidados apropiados, la piel
termina perdiendo colágeno y elasticidad. Como resultado, el
proceso de envejecimiento de la piel se acelera, ya que todas las
sustancias absorbidas pueden dañar la tonicidad e hidratación de la
piel. La principal causa del envejecimiento prematuro de la piel.
Si no quieres gastar mucho dinero en sueros antiedad, ¡no descuides
la fase de desmaquillado!
Además, la máscara de pestañas y el delineador de ojos pueden
provocar irritación e inflamación en los ojos si no se retiran
correctamente. Incluso tus pestañas pueden debilitarse y caerse con
el tiempo. Aunque a veces la fatiga se apodere de ti, fuerzate a no
descuidar este paso fundamental.
Rutina de desmaquillado: algunos consejos a seguir
Cuando te desmaquilles, es importante saber qué productos
utilizar para tener una piel sana, limpia y radiante. En primer
lugar, debes distinguir entre limpiador y desmaquillante. El
limpiador es a base de agua y jabón, por lo que es espumoso y ayuda
a eliminar todas las impurezas derivadas de la contaminación, el
polvo y la suciedad. En cambio, el desmaquillante generalmente es a
base de aceite, se funde en la piel para disolver y eliminar todas
las sustancias grasas relacionadas con los cosméticos.
En general, los desmaquillantes tienen la función de limpiar y
eliminar todo el maquillaje del rostro. Sin embargo, para no
agredir aún más la piel, deben ser muy suaves. No deben alterar el
pH de la piel, es decir, deben ser productos puros, sin alcohol,
perfume, colorantes ni conservantes.
Existen tres productos esenciales para esta rutina: la leche
desmaquillante, el desmaquillante bifásico y el agua micelar. La
leche desmaquillante es una emulsión fluida, tanto acuosa como
ligeramente aceitosa. La leche está destinada a limpiar la piel y
también a hidratarla de manera suave. El desmaquillante bifásico
consta de dos fases: una lipófila, es decir, una textura aceitosa
para disolver el maquillaje, y una hidrófila, una sustancia acuosa
para eliminar los residuos. Solo tienes que agitarlo antes de
usarlo y es especialmente adecuado para maquillajes pesados. Por
último, el agua micelar es una solución acuosa compuesta por
tensioactivos hidrófilos de baja concentración. Se aplica
principalmente para bases ligeras.
Todos los productos mencionados deben ser enjuagados
posteriormente
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