La alianza BRICS, formada originalmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y que ahora incluye a países como Irán, Arabia Saudita e Indonesia, se ha convertido en uno de los focos de tensión geopolítica más incómodos para Occidente.
En su XVII cumbre celebrada en Brasil, el grupo evitó menciones directas a Estados Unidos, pero sus acciones y declaraciones bastaron para provocar una dura reacción: el presidente estadounidense Donald Trump amenazó con imponer un arancel del 10 % a todo país que “se alinee con las políticas antiamericanas” del bloque.

Desde Moscú, el Kremlin respondió asegurando que el BRICS “no está dirigido contra nadie”. “La singularidad del grupo radica en que no busca confrontación, sino cooperación según los intereses comunes de sus miembros”, dijo Dmitri Peskov, portavoz del presidente Vladímir Putin, quien participó en la cumbre de forma virtual.
Pero lo cierto es que, sin alzar la voz, los BRICS están reconfigurando las reglas del juego global. Y eso —precisamente— es lo que incomoda a Washington y a las potencias tradicionales.
¿Qué es BRICS?
Fundado en 2009 y ampliado desde 2010, BRICS es una alianza intergubernamental que agrupa a economías emergentes del Sur Global. Su objetivo: reformar el orden internacional dominado por instituciones creadas por Occidente tras la Segunda Guerra Mundial.
El bloque promueve una multipolaridad en la política global, un sistema financiero alternativo al FMI y el Banco Mundial, y una desdolarización del comercio internacional.
En su cumbre de 2025 en Río de Janeiro, BRICS sumó oficialmente a Indonesia, elevando a 11 el número de miembros. Ya habían sido incorporados el año anterior países como Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos.
En conjunto, representan más del 50 % de la población mundial y alrededor del 40 % del PIB global.
¿Por qué preocupa a Occidente?
- Alternativa al dólar: Uno de los temas prioritarios de los BRICS es crear un sistema de pagos independiente y promover el uso de monedas locales. Para Estados Unidos, cuya hegemonía financiera descansa en el dólar como moneda de reserva global, esto representa una amenaza directa.
- Instituciones paralelas: El grupo ya cuenta con su propio Banco de Desarrollo (el NDB), liderado actualmente por Dilma Rousseff, y ha impulsado plataformas como BRICS Pay, que ofrecen una vía alternativa a SWIFT o al sistema financiero controlado por Occidente.
- Agenda de reformas globales: En su declaración final de esta cumbre, los BRICS exigieron una reforma “urgente” del Consejo de Seguridad de la ONU, el FMI y el Banco Mundial, instituciones consideradas como herramientas del viejo orden internacional.
- Expansión geoestratégica: La inclusión de países con vastos recursos naturales (como Arabia Saudita e Indonesia), con peso geopolítico (Irán) y con economías claves en África (como Etiopía), marca un giro profundo en el equilibrio global.
La amenaza de Trump y la cautela del bloque
En vísperas del cierre de la cumbre, Trump anunció en su red social Truth Social que impondría un arancel del 10 % a cualquier país que se “alineara con las políticas antiamericanas” de los BRICS.
La respuesta del bloque fue firme, aunque sin provocar una confrontación directa: “Nos preocupa el aumento de medidas arancelarias y no arancelarias unilaterales que distorsionan el comercio”, se lee en el documento final, que evita mencionar a EE. UU., pero lanza el mensaje entre líneas.
En su intervención, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva denunció que el “negacionismo climático y las medidas unilaterales están saboteando el futuro del planeta“, en clara alusión a la política exterior de Washington.
En la última jornada, los líderes del BRICS discutieron temas clave como la financiación climática, de cara a la COP30 en Belém, Brasil, y la creación de una alianza contra enfermedades desatendidas como la malaria y la tuberculosis.
La agenda del bloque no se limita a lo económico: busca articular una voz común del Sur en temas sociales, ambientales y de salud, desafiando la narrativa de los países industrializados.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, denunció este lunes, en la segunda y última jornada de la cumbre de los BRICS, en Río de Janeiro, que el “negacionismo” climático y las medidas unilaterales “está corroyendo” los avances y “saboteando” el futuro del planeta.
“Una década después del Acuerdo de París, faltan recursos para la transición justa planeada, esencial para la construcción de un nuevo ciclo de prosperidad”, dijo Lula en su discurso de apertura del último debate de la cumbre de líderes de los BRICS, dedicado al medioambiente y la salud.

