No necesariamente es que el pueblo sea bruto por aquello de que se deja engañar una y otra vez; al contrario, es lo suficientemente inteligente para darse los gobiernos que entiende satisfacen sus necesidades y para discernir entre lo original y la copia. Sin dar ejemplos que puedan resultar odiosos ni abundar con el pueblo terco y cabeza dura de la parodia de Bertolt Brecht, en la actual campaña electoral hay un fenómeno que se practica sin disimulo, y es que no hay perímetros marcados ni consignas propias; o sea, no hay terrenos ni temas exclusivos. Se extrapola el proselitismo a cualquier ámbito o circunstancia, por ajeno a la política que aparente, con el único fin de protagonismos mediáticos y sacar ventajas. Es preferible escribirlo así, casi en parábola.
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