REDACCIÓN.- La primavera (del latín prima, “primer” y vera, “verdor”) es una de las cuatro estaciones climáticas en que está dividido el año de las zonas templadas del planeta, junto con el verano, otoño e invierno.
Pero a diferencia de estas últimas, la primavera se caracteriza por un ascenso gradual de la temperatura, dispersión de las lluvias, días más largos y soleados, y floración y reverdecimiento de las plantas de hoja caducifolia (que cae).
El reverdecimiento de las plantas ha ocasionado que culturalmente se asocie la primavera a las ideas del renacimiento, la resurrección, la alegría y la juventud, contra la asociación del invierno con la muerte. Esto puede percibirse perfectamente en las obras artísticas y musicales que le rinden tributo a la estación, como el fragmento correspondiente de Las cuatro estaciones de Vivaldi.
La primavera inicia, astronómicamente, con el equinoccio de primavera (del 20 al 21 de marzo en el hemisferio norte y del 21 al 23 de septiembre en el sur) y culmina con el solsticio de verano (cerca del 21 de junio en el hemisferio norte y el 21 de diciembre en el hemisferio sur).
Historia de la primavera
Las estaciones han tenido siempre un correlato o una explicación cultural o mitológica en los pueblos humanos, y la primavera en ellas ha jugado siempre un rol celebratorio, festivo. En la mitología griega, por ejemplo, las estaciones se explicaron mediante el célebre rapto de Perséfone por el dios del inframundo, Hades.
Perséfone, cuenta la tradición, era hija de Deméter, una diosa agrícola y de la tierra, y al ser llevada por la fuerza bajo tierra al mundo de los muertos, se entristeció tanto y fue tan infeliz, que a Hades no le quedó más remedio que llegar a un arreglo: ella pasaría seis meses con él bajo tierra (correspondientes al otoño e invierno) y luego seis meses de vuelta con su madre (primavera y verano). Así, la época primaveral era para los griegos la celebración del retorno de la hija con Deméter, quien de pura alegría hacía florecer las plantas.
La celebración del equinoccio de primavera era así frecuente no sólo en la cultura de los antiguos griegos, sino también de muchos pueblos europeos de religión panteísta, que comúnmente son referidos como celtas.
Se trata de un conjunto de pueblos más o menos parecido, ágrafos y de religión animista, que cada solsticio de primavera se reunían para celebrar el retorno de la fertilidad y del calor al mundo. Los celtas tenían además un calendario propio desarrollado a partir de los equinoccios y solsticios, al cual se sospecha responderían las ruinas del Stonehenge en Inglaterra.
¿Por qué ocurre?
Desde un punto de vista astronómico, las estaciones se deben al movimiento de inclinación del eje terrestre, que ocasiona un reparto desigual de la luz solar entre ambos hemisferios, invirtiéndose cada seis meses. No es cierto que se deba al movimiento de traslación a lo largo de su órbita elíptica.
De allí que las estaciones sean contrarias entre hemisferio Norte y Sur, haciendo que la primavera boreal (norte) sea el otoño austral (sur), en los tres meses previos al solsticio del Trópico de Cáncer (abril, mayo, junio); y por su parte, la primavera austral (sur) coincide con el otoño boreal (norte), los tres meses previos al solsticio del Trópico de Capricornio (octubre, noviembre, diciembre).