Por qué me convertí en madre de crianza -y por qué tú también deberías hacerlo

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Cada niño merece la seguridad de un hogar estable y lleno de amor. Sin embargo, muchos no lo tienen. Desde que me convertí en madre de crianza en 2009, he tenido el privilegio de recibir en mi vida a niños que necesitaban cuidado, orientación y un lugar al que pertenecer. Ser testigo del impacto que un ambiente seguro y acogedor tiene en los niños ha cambiado mi vida. Creo que puede ser igual de significativo para otros.

Aunque nunca tuve hijos propios, siempre sentí un fuerte deseo de cuidar y ayudar a los demás. El proceso de adopción de mi hermana me mostró cómo un hogar amoroso puede transformar la vida de un niño. Inspirada por ella, tomé la decisión y comencé el proceso de solicitud para convertirme en madre de crianza. Después de todo el papeleo y la capacitación, estaba ansiosa por empezar. Esperé con nerviosismo la noticia sobre una asignación. No pasó mucho tiempo antes de que me llamaran. ¡Estaba emocionada y nerviosa!

Mi primera experiencia fue con tres niños que habían perdido a sus padres, inmigrantes de Vietnam. Fue un viaje lleno de crecimiento, no solo para ellos, sino también para mí. Los niños tuvieron que encontrar un equilibrio entre el patrimonio cultural de su familia y sus experiencias al crecer en los EE. UU., todo mientras recuperaban el tiempo perdido en la escuela. Lo que más me impresionó fue su capacidad de resiliencia. Cada día traía nuevos progresos, pequeñas victorias y momentos de alegría. Ayudarlos a sanar y adaptarse me brindó tanto crecimiento como alegría.

Esa experiencia me motivó a seguir siendo madre de crianza. Nuestro hogar, que antes estaba en silencio, se llenó con los sonidos de niños jugando, aprendiendo y riendo. No siempre fue fácil—hubo momentos de frustración y mucho trabajo—pero verlos ganar confianza, encontrar su lugar y empezar a construir su futuro hizo que todo valiera la pena. Ser madre de crianza no se trata solo de ofrecer un hogar temporal; se trata de brindarles a los niños la estabilidad y el apoyo que necesitan para prosperar.

Hace unos años, comencé a trabajar con JCCA, una agencia local que apoya a los padres de crianza y ayuda a los niños que necesitan hogares. Con su orientación, me he enfocado en cuidar a niños de mi comunidad que son nuevos en el país. Muchos de estos niños, que llegaron solos, enfrentaban la incertidumbre de adaptarse a una nueva vida en un país extranjero sin sus familias.

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Convertirse en madre o padre de crianza puede parecer abrumador, pero la capacitación y el apoyo que brindan organizaciones como JCCA marcan toda la diferencia. Antes de recibir a un niño en tu hogar, recibirás capacitación que abarca desde el desarrollo infantil y la sensibilidad cultural hasta la gestión de desafíos de comportamiento. Todos los padres de crianza reciben apoyo financiero para cubrir los costos del cuidado. Pero lo que realmente distingue a JCCA es el apoyo continuo que recibes una vez que un niño está bajo tu cuidado. Desde servicios de terapia hasta tutorías educativas y controles regulares con personal experto, JCCA asegura que nunca estés solo en el camino. Con esta red detrás de ti, la crianza se convierte en una experiencia gratificante y manejable.

Si alguna vez has pensado en convertirte en padre o madre de crianza, te animo a dar ese paso. Abrir tu hogar a un niño necesitado puede traer una alegría y conexión inesperadas. Ser familia de crianza te brinda la oportunidad de construir relaciones significativas, unirte a una comunidad de apoyo y experimentar la profunda satisfacción de tener un impacto duradero en la vida de un niño. Es un viaje que transforma la vida de los niños y enriquece la tuya de formas que quizás nunca imaginaste.

Mercedes Jurado vive en Queens, Nueva York, donde ha sido madre de crianza durante 15 años.

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