La Eurocámara debate y vota este miércoles a la nueva Comisión Europea en bloque después de una semana de dudas en torno a Teresa Ribera y Raffaele Fitto. Un episodio de tiras y aflojas que le ha servido a Ursula von der Leyen como lección: su mayoría en el Parlamento Europeo no es firme y los números para el Ejecutivo comunitario y para la alemana son endebles. De hecho, se ha dejado votos por el camino respecto a julio, cuando para ser reelegida presidenta la germana consiguió 401 votos a favor y 284 en contra (en 2019 tuvo 383 síes). Ahora no serán tantos eurodiputados, parece, los favorables a su nuevo equipo.
Todas las cartas están sobre la mesa. Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo, aseguró este martes que los suyos quieren “una mayoría que vaya desde los Verdes hasta ECR”, pero el lado progresista no pasa por ese aro, y su jefa, Iratxe García, apuntó que sus votos son “para dar estabilidad” bajo el acuerdo a tres entre ellos, los populares y los liberales, que, dijo la española, “no ha sido objeto de crítica en sus filas”. Eso sí, los socialdemócratas no aceptan la vía de Weber. “Desde el PPE hemos trabajado en esta idea de un centro amplio en el Parlamento Europeo, desde los Verdes hasta ECR, la parte razonable de las fuerzas conservadoras. Y esto se va haciendo realidad”, sostuvo el germano. Mientras, Valerie Hayer, de los liberales siguió la estela de S&D: sí a “entenderse” con los ecologistas, pero no con la derecha radical.
Por partes. El PPE no es un elemento monolítico. Ni siquiera ellos votarán todos que sí a la Comisión: se cae de la ecuación precisamente el PP español, que votará en contra de todo el Colegio de Comisarios porque en él está Teresa Ribera, señalada por su gestión de la DANA en Valencia que causó más de 220 muertos. Ese es uno de los factores clave de la jornada, pues habrá 22 eurodiputados al menos de la familia conservadora que no irán a favor de la Comisión Europea con mayor presencia del PPE en toda la historia. Falta por ver si ese rechazo es en forma de voto en contra o, de manera más suave, con abstención. Es relevante ya de por sí porque el PP es la segunda mayor delegación del grupo, solo superada por la alemana.
En los socialdemócratas (S&D) también hay incógnitas. Pero no por Ribera, que es su mayor valor en el Ejecutivo comunitario, sino por Fitto, el hombre de Giorgia Meloni en Bruselas. Que se desatascase la situación la pasada semana no quiere decir que todo esté resuelto en los progresistas de cara al pleno. Lo evidente sería que tanto el PD italiano como otras delegaciones se posicionaran en contra -o no a favor, que no es lo mismo- de la Comisión por la presencia del vicepresidente de Fratelli, que en otro tiempo formó parte del PPE. Eso sí, el objetivo final es que los números salgan para que el gabinete Von der Leyen 2.0 quede aprobado. “La meta es amarrar los suficientes síes”, reconocen fuentes comunitarias consultadas por 20minutos.
El mayor giro, con todo, se dará en los Verdes. Su caso es particular. Censuran el pacto a tres entre populares, socialdemócratas y liberales para aprobar a los vicepresidentes, Fitto incluido, porque consideran que “abre las puertas a la ultraderecha”, pero al mismo tiempo hacen ‘suya’ a Ribera. Una de cal y otra de arena. En ese escenario, una familia que votó a favor de Von der Leyen se divide en dos para aprobar a su Ejecutivo al completo. “Hay una pequeña mayoría a favor”, reconocieron desde el grupo, horas después de recibir un guiño por parte de la alemana: ha nombrado como asesor especial en políticas climáticas al exlíder de los Verdes Philippe Lamberts. ¿Para amarrar su apoyo? Quizá, incluso en un contexto en el que las políticas climáticas van a pasar a un segundo plano. Todo son dudas en sus filas. “Nos preguntaréis si estamos seguros de que apoyarles va a funcionar y la respuesta es no”, se cuestionó una de sus actuales líderes Terry Reintke.
Con más calma afrontan el pleno los liberales (Renew). Como los Verdes, no tienen una fuerza importante pese a que sus votos sí lo sean, pero se dan por contentos con dos cosas: su hombre fuerte, Stephane Sejourné, será de facto el número 3 -o 2, junto a Ribera- de la nueva Comisión Europea y han conseguido reducir al mínimo las competencias del comisario húngaro, Oliver Varhelyi, a cargo de Salud y Bienestar Animal, pero sin poder en cuanto a los derechos reproductivos y a la gestión de pandemias, dos elementos que irán a cargo de Hadja Labib, belga, comisaria de Gestión de Crisis e Igualdad… y liberal. Asimismo, su firma aparece en el pacto de legislatura a tres bandas.
La meta es amarrar los suficientes síes
¿Tiene Von der Leyen una mayoría alternativa para que su Comisión se pueda entender con la Eurocámara? Sí y no. Las cuentas pueden salirle, pero no es una vía factible la de la derecha radical. Hay voces en el PPE que aspiran a una fórmula con ECR y con los Patriotas de Orbán y Vox, pero esa mayoría no sale si no se unen los Soberanistas de AfD y algunos No Inscritos. Sí, para alguna votación específica puede dar, pero no es un bloque de legislatura porque sobre todo Soberanistas no tienen ningún aliciente para sostener a la Comisión. Así, lo más probable es que con el paso de los meses los populares oscilen entre los dos lados de la Eurocámara en función del tema que esté sobre la mesa.
El Ejecutivo comunitario tiene -más o menos- clara su lista de prioridades. La industria, la Defensa, la autonomía estratégica y la competitividad de la UE están en primera línea, en detrimento del Pacto Verde o el pilar social. La izquierda no tendrá mucho juego en una Comisión movida hacia la lucha global no solo respecto a Rusia y China, sino también empujada por la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. Ese rechazo a la política climática o la gestión de la migración provocan crecimientos exponenciales de la derecha radical en algunos países, y por eso el enfoque ha cambiado respecto a los últimos cinco años. Von der Leyen tiene el gran reto de contentar a todos los espectros ideológicos; pero el equilibrio será de los de cuerda floja.
El 1 de diciembre, si no hay una sorpresa mayúscula en el pleno, habrá nueva Comisión Europea para una legislatura que se antoja complicadísima. El nuevo Ejecutivo comunitario, salvo grandes cambios de última hora, no llegará a los 401 votos que sostienen a Von der Leyen como presidenta. Es decir, la mayoría es endeble, y sin que haya un gran riesgo de caída por la falta de sumas alternativas, los matices mandarán en la toma de decisiones, y veremos a un PPE jugando a dos bandas. Con la votación de este miércoles empieza el juego.