por qué el terremoto con Ribera va más allá y salpica a Von der Leyen

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No es una exageración decir que ahora mismo los cimientos de la UE de los próximos cinco años se están tambaleando. Lo que parecía un trámite con las audiencias de los futuros comisarios en el Parlamento Europeo ha acabado siendo una partida de ajedrez en la que ya hay varias piezas tambaleándose. El jaque mate a la nueva Comisión es una posibilidad, empezando por Teresa Ribera y con efecto contagio en el resto de vicepresidentes. Todo es el mismo pack y el veto (momentáneo) a la española viene de la exigencia del PP para que dé explicaciones por la DANA y la idea de Manfred Weber, líder del PPE en la Eurocámara, de tensar la cuerda con Ursula von der Leyen. El ‘factor Weber’ es una parte más del todo.

La casilla de salida de todo es la clave nacional. Todo se desencadenó el martes, a solo unas horas de que Ribera se enfrentase a su examen en el Parlamento Europeo: el PP logró el apoyo de sus colegas comunitarios para al menos aplazar el sí a la española. Primero tiene que pasar por el Congreso a dar explicaciones, dijeron en Génova, algo que hará el 20 de noviembre. También insisten los populares en el hecho de que esa ‘desaparición’ de Ribera en medio del drama la “invalida” para dar el salto a la UE. “Su examen ya lo ha suspendido”, le dijo Dolors Montserrat a la vicepresidenta del Gobierno precisamente durante su hearing. El PPE aceptó lanzar el órdago.

Con eso, Feijóo ha conseguido el respaldo de Weber. Y sí, con las cifras en la mano tiene sentido: el PP español es el segundo partido más grande dentro del PPE, solo superado por la CDU-CSU alemana. Se tiende a infravalorar que los conservadores españoles tienen en Bruselas. Para dar su sí a Ribera, los populares europeos ponen como condición que la todavía vicepresidenta del Gobierno se comprometa a dimitir si se ve imputada judicialmente por su gestión de la DANA. Mientras, Génova pide a Sánchez que retire la candidatura; no hay precedentes, eso sí, de un comisario reculando después de hacer su audiencia en el Parlamento Europeo pero sin conocer el resultado de la misma.

En general, este juego va de dudas, vetos y matemáticas. La realidad es que a nadie le salen las cuentas que quiere que le salgan. ¿Por qué? Porque los seis vicepresidentes de la Comisión se votan en bloque tras un acuerdo entre las principales familias. Esa votación ahora se retrasa, pero la clave está en los vetos cruzados. El ejemplo es sencillo: Teresa Ribera necesita los síes del PPE para pasar, pero es que Raffaele Fitto (el hombre de Meloni que los conservadores toman como suyo) tiene que tener los votos de los socialdemócratas. Si cae la primera porque el PP empuje hasta el final, los progresistas podrían hacer lo mismo con el italiano. Y con dos piezas en jaque, teniendo en cuenta las mayorías, se vendría abajo toda la Comisión Europea.

Esto obligaría a Ursula von der Leyen a reiniciar casi todo. Sí, Von der Leyen, del PPE. Desde Génova entienden que esa fórmula de efecto dominó no tiene por qué ser así, pero la realidad es que si el agua llega al río solo les quedaría una vía para aprobar a la Comisión Europea, en el caso más extremo, que pasa por un acuerdo con los grupos de derecha radical. Esto es, los Patriotas de Orbán y Vox, los Soberanistas de AfD y los votos sueltos de los No Inscritos, entre los que se encuentra Alvise Pérez. Nadie quiere pasar por ahí y mucho menos una Von der Leyen que ya renunció a esa vía después de las elecciones europeas.

Weber no parece tener eso en mente. Su objetivo, en un último término, es que o bien Von der Leyen caiga o bien tenga que rehacer a buena parte de su equipo de comisarios. Sería esta una victoria moral para un Weber que siempre ha competido con su ‘paisana’, con quien además tiene una relación personal muy tensa, como es sabido en Bruselas. En 2019 él aspiraba a ser presidente de la Comisión, pero el veto de Macron y la tibieza de Merkel le dejaron con las ganas. Desde entonces es conocida en Bruselas su voluntad por volver a esa carrera, aunque sea con un liderazgo que le permita mover los hilos desde la fontanería política, como está haciendo ahora. “No es demasiado sorprendente”, asumen fuentes consultadas por 20minutos, que elevan la lucha “más allá de lo que pasa en España”.

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Von der Leyen y varios matices

Von der Leyen, mientras, quiere mantener la calma y ejerce de árbitro necesario en todo el lío. Reunió a Iratxe García, líder de los socialdemócratas, y a Weber, con la líder de los liberales, Valerie Hayer, para intentar encontrar un acuerdo; no tuvo suerte, y ha aplazado todo para la próxima semana. En el caso de la alemana hay un componente casi personal: su relación con Pedro Sánchez es muy cercana y Ribera se ha erigido como, de facto, su número 2 para la nueva Comisión. En ese punto, desde su equipo insisten en que mantiene “la confianza” en todos los futuros comisarios. “Nada ha cambiado”, recalcó su portavoz, Eric Mamer.

Y no, la tensión no va a menos; más bien todo lo contrario, como se vio en el debate sobre la DANA de esta semana en el Parlamento Europeo. “¿Solo yo veo la inmoralidad?”, se preguntó Esteban González Pons. El vicepresidente de la Eurocámara instó a los socialistas a buscar “una alternativa” a Ribera, la ministra “competente”. ante la catástrofe que, dijo, no puede tener “un ascenso” cuando “todavía hay cuerpos que sacar” de los escombros. Acusó a otros eurodiputados de insultarle, y tras él García, que señaló directamente al PP de verter “odio y desinformación” ante la tragedia y se reafirmó en una cuestión de las competencias para culpar al Gobierno de la Comunidad Valenciana de “no hacer caso de las alertas” y de “rechazar la ayuda de la UME”. Además, hizo una defensa cerrada de Ribera, con un enfado que era evidente desde la tribuna. 

Todo el mundo parece enfadado también por el hecho de que Weber “se haya prestado a este juego y haya roto la mayoría proeuropea por cuestiones personales”, explicaron fuentes consultadas a este medio. En S&D señalan directamente al alemán de buscar “a la derecha radical” para los grandes acuerdos, algo que, dicen, “lleva intentando hacer desde antes de las elecciones” también con el objetivo de desgastar a una Von der Leyen que nunca -quizás hasta ahora- ha visto peligrar su nueva era sentada en el Berlaymont.

Pero, ¿si cae toda la Comisión? Cundiría el desgobierno en la UE. El 1 de diciembre es la fecha marcada para que el Ejecutivo comunitario empiece su mandato, por lo que el Colegio de Comisarios en bloque tiene que ser votado por el Parlamento en el pleno del 25 de noviembre en Estrasburgo. El reloj sigue avanzando y quedan dos semanas para deslobquear una situación en la que entra la política de lleno a distintos niveles -nacional y comunitario- pero también los egos, las confianzas y desconfianzas y hasta las afinidades personales. No hay precedentes de una Comisión que se venga abajo justo antes de empezar a funcionar, pero en todo caso la UE parece que se ha abonado a los momentos históricos.

Desde la distancia todo es más complejo de lo que parece y Teresa Ribera solo es una pieza del puzzle. La más importante, quizá, pero al fin y al cabo solamente una. Las demás pueden ir cayendo en función de lo que pase en los próximos días, y la sartén por el mango parece tenerla Manfred Weber. Pasará, en cierto modo, lo que él quiera que pase.

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