Factores que posicionan a Omar Fernández como probable presidente de República Dominicana

0
146

Por José Manuel Jerez

En las democracias contemporáneas, los liderazgos que logran combinar mérito verificable, rendición de cuentas y capacidad de articulación tienden a transformar ventajas coyunturales en trayectorias presidenciales.

El caso de Omar Fernández ofrece, a la luz de evidencia reciente y marcos de análisis comparados, un patrón reproducible de ascenso político: desempeño legislativo medible, controles externos sobre el manejo de fondos, legitimidad electoral urbana, capital reputacional y narrativa de transparencia.

No es un acto de fe; es una inferencia robusta a partir de datos observables y de cómo se forman mayorías nacionales en sistemas presidencialistas.

Omar Fernández es licenciado en Derecho por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y posee un máster en Derecho de los Negocios Internacionales en la Boston University, credenciales recogidas en su perfil institucional como senador.

Esta base técnica sustenta su posicionamiento en temas de seguridad jurídica e inversión, ejes que suelen gravitar en campañas presidenciales contemporáneas.

De acuerdo con el portal institucional del Senado, resultó el senador capitalino más votado de la historia democrática con 256.054 votos en 2024, un indicador clave porque Santo Domingo funciona como barómetro de coaliciones nacionales y plataforma de proyección presidencial.

En su rendición de cuentas 2024-2025, reportó quince proyectos de ley articulados en el programa “Más Para RD” (desarrollo económico, seguridad jurídica, innovación y bienestar social). Esta coherencia programática —no solo cantidad— es la que convierte a un legislador en presidenciable, porque traduce visión en instrumentos normativos.

Te podría interesar:

En su discurso ante un auditorio ciudadano y medios, Omar planteó que todo servidor público debe rendir cuentas; fue la primera vez que un senador del Distrito Nacional realiza un acto público de esta naturaleza, hito simbólico en una institución históricamente refractaria a estos ejercicios.

La oficina senatorial ha rebautizado y sistematizado el renglón de fondos sociales como Fondo Gadiel, con asignaciones mensuales a causas específicas como salud, discapacidad y seguridad comunitaria, con publicaciones periódicas de destino —un rediseño que despersonaliza el gasto y lo ancla a políticas de bienestar. Además, informó que la firma internacional Grant Thornton auditó el uso de esos recursos, lo que introduce una capa de control independiente inusual en el Congreso dominicano y eleva el costo reputacional de cualquier desviación.

En política comparada, la convergencia de reputación individual y capital simbólico acelera la formación de mayorías. La aprobación pública del expresidente Leonel Fernández —quien expresó sentirse orgulloso del desempeño de su hijo tras la rendición— opera como señal interpartidaria hacia electores moderados: si la generación saliente considera “apto” al relevo, el costo de cambio para votantes de centro se reduce.

Cabe recordar un hecho simbólico: a raíz de él haber sido electo diputado, después de una misa en memoria de su abuela, frente a la Catedral, le dijimos mirándole fijamente a los ojos, que él en algún momento sería presidente de la República Dominicana.

La combinación de formación técnica, legitimidad urbana récord, agenda legislativa con diseño de políticas, rendición de cuentas pionera en su esfera y auditoría internacional del gasto social conforman un vector de ascenso presidencial. Reúne recursos de poder (votos, reputación, organización), competencias (diseño normativo, gestión de recursos) y señales creíbles (auditoría independiente). Bajo supuestos razonables de continuidad, la convergencia de estas variables hace altamente probable que Omar Fernández convierta su liderazgo capitalino y su ecuación de transparencia en mayoría nacional y, por ende, en la Presidencia de la República.

REDACCIÓN FV MEDIOS