Este 3 de noviembre, Patty Ortega, una madre de 43 años y contable de profesión, cruzará el puente de Verrazzano para iniciar un desafío personal, correr las 26.2 millas del maratón de Nueva York, que comienza en Staten Island.
“Esta es la realización de un sueño que tenía por muchos años y que nunca pensé que se iba a completar”, dijo Patty.
Desde abril, Patty, que vive en El Bronx ha estado entrenando intensamente, no solo para cruzar la línea de meta, sino para encontrar en el correr una fuente de fortaleza.
“Mucha fuerza de voluntad, necesitas levantarte temprano, buscar tiempo para tus entrenamientos y al mismo tiempo tienes que tratar de recuperarte en las noches o en la en las mañanas, pero es fuerza voluntad y mucha disciplina”, agregó Patty.
Lo que impulsa a Patty a correr va mucho más allá del deporte. Su hijo de diez años, diagnosticado con autismo, ha sido su mayor motivación.
“Me sentía agotada, entre las terapias, las consultas médicas y las reuniones escolares. Llegué a un punto en el que comprendí que necesitaba cuidarme a mí misma primero para poder cuidar a mi hijo como él lo merece. Y empecé a correr”.
El correr se ha convertido en una vía de escape, una oportunidad para desconectarse de las preocupaciones diarias y enfocarse en su bienestar físico y mental.
“Me rejuvenece el alma, el cuerpo, el espíritu. Soy una nueva persona después que corro, más abierta, más enfocada”, dijo Patty.
Además de ser madre y contable, Patty es la líder de un grupo de ‘scouts’ del Pack 65, donde enseña actividades al aire libre a niños, la mayoría de ellos con necesidades especiales como autismo y ADHD.
Inspirada por su experiencia personal, decidió inscribirlos en el programa ‘Raising New York Road Runners’, una iniciativa que busca fortalecer la condición física de los jóvenes a través del deporte.
“Al principio pensé que solo sería una forma de mantenerlos activos, pero pronto me di cuenta de que el deporte ofrecía mucho más: su autoestima mejoró, su confianza mejoró y aprendieron a ponerse metas y y eso es lo más importante”.
Durante las sesiones de entrenamiento, los niños practican respiración controlada, una técnica que Patty les ha enseñado no solo para correr, sino para enfrentar los desafíos de la vida diaria.
Los niños, emocionados y motivados, comentan sobre sus logros.
“Es un desafío para ti y te hace sentir que, si te propones algo, tienes que asegurarte de alcanzar esa meta, y cuando lo logras, sientes que has hecho lo que debías hacer”, dijo Abel Cabán.
“Porque es como una descarga de adrenalina. Me encanta esa sensación que tienes cuando estás corriendo”, agregó Emmelina Torres.
“Esto me hace sentir muy bien”, dijo otro niño.
Y este 3 de noviembre, cuando cruce la línea de meta, lo hará sabiendo que no solo ha corrido por ella misma, sino por todos los que, como su hijo y los niños que lidera, aprenden cada día a superar sus propios límites.
“Correr es como la vida, a veces hay obstáculos, pero lo importante es seguir avanzando, no hay límites, aquí todos somos iguales”, concluyó Patty.
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