Hileras de palestinos regresaban el lunes a la ciudad de Jan Yunis, en el sur de Gaza, para salvar lo que pudieran en medio de la inmensa destrucción que dejó a su paso la ofensiva israelí, al día siguiente de que el ejército israelí anunciara que retiraba a sus tropas de la zona.
Muchos volvían a la segunda ciudad más grande del enclave para encontrar su antiguo hogar en un estado irreconocible. Docenas de edificios estaban destruidos o dañados, dejando montañas de escombros donde antes había apartamentos y negocios. Las calles habían sido levantadas por topadoras. Escuelas y hospitales sufrieron daños en los combates.
Israel envió tropas a Jan Yunis en diciembre, dentro de una dura ofensiva terrestre que respondía a un ataque liderado por Hamás el 7 de octubre contra el sur de Israel. Las autoridades israelíes dicen que en ese ataque murieron 1.200 personas, en su mayoría civiles, y unas 250 personas fueron capturadas como rehenes.
En la guerra, que ya inicia su séptimo mes, han muerto más de 33.000 palestinos, en su mayoría mujeres y niños, según las autoridades locales de salud. La mayoría de los 2,3 millones de habitantes del enclave se han visto desplazados por la campaña, que ha dejado inhabitables amplias extensiones de la castigada Franja de Gaza.
“Muchas zonas, especialmente en el centro de la ciudad, han quedado poco aptas para la vida”, dijo Mahmoud Abdel-Ghani, que huyó de Jan Yunis en diciembre, cuando Israel comenzó su ofensiva terrestre en la ciudad. “Descubrí que mi casa y las casas de mis vecinos se convirtieron en escombros”.
La retirada de las tropas israelíes de Jan Yunis reflejaba el final de una fase clave en su guerra contra Hamás y redujo la cantidad de soldados en el diminuto enclave costero a una de sus cifras más bajas desde comenzó la guerra.
Israel dijo que la ciudad era un gran bastión de Hamás y que su operación allí en los últimos meses mató a miles de milicianos y causó graves daños a una amplia red de túneles utilizada por Hamás para mover armas y combatientes. También afirmó haber encontrado pruebas de que se habían retenido rehenes en la ciudad.
Sin presencia militar en la ciudad, Hamás podría tratar de reagruparse allí, como ha hecho en otras zonas donde el ejército ha reducido su presencia.
La nueva retirada israelí también abrió camino a que algunos palestinos regresaran a la zona para buscar entre las montañas de escombros y tratar de recuperar algún objeto personal que quedara.
Najwa Ayyash, que también se había visto desplazada de Jan Yunis, dijo que no había podido llegar al apartamento de su familia en un tercer piso porque las escaleras habían desaparecido. Su hermano trepó entre los restos y bajó algunas de sus pertenencias, como ropas más ligeras para los hijos de ella.
Bassel Abu Nasser, un residente de Jan Yunis que huyó después de que un ataque aéreo golpeara su casa en enero, dijo que buena parte de la ciudad estaba en ruinas.
“No hay sensación de vida aquí”, dijo el hombre, de 37 años y padre de dos hijos. “No dejaron nada allá”.
El domingo, poco después de que se anunciara la retirada militar, se veían hileras de palestinos que salían de Jan Yunis con unas pocas pertenencias.
A pie y en bicicleta cargaban bolsas de plástico y cestas de colada con lo que habían podido encontrar, de vuelta a donde estuvieran desplazados. Uno llevaba un colchón enrollado. Otro un ventilador de pie. Un hombre utilizó su bicicleta para llevar tablones de contrachapado.
El éxodo militar de Jan Yunis se produjo entre expectativas de una ofensiva israelí en Rafah, la ciudad más septentrional de Gaza y a donde huyeron cientos de miles de personas. Israel afirma que es el último gran bastión de Hamás.
La ciudad alberga a unos 1,4 millones de personas, más de la mitad de la población gazatí. La perspectiva de una ofensiva ha provocado alarma internacional, incluso del principal aliado de Israel, Esados Unidos, que ha exigido ver un plan creíble para proteger a los civiles.
Permitir que la gente regrese a la cercana Jan Yunis podría aliviar algo de presión sobre Rafah, pero muchos no tienen casas a las que volver. Además, es probable que la ciudad esté llena de peligrosas bombas sin explotar dejadas por los combates.
El contingente israelí se retiró discretamente del devastado norte de Gaza en una fase anterior de la guerra. Pero ha seguido realizando ataques aéreos e incursiones en zonas donde dice que se ha reagrupado Hamás, incluido el hospital más grande de Gaza, Shifa, que según la Organización Mundial de la Salud quedó convertido en una “cáscara vacía”. Israel culpa a Hamás de los daños alegando que combate desde zonas civiles.
El hospital Nasser, el más grande de Jan Yunis, también ha sido objetivo de las incursiones israelíes y sus tropas lo asaltaron este año porque el ejército dijo que dentro había cadáveres de rehenes israelíes.
No estaba claro en qué condiciones había quedado el hospital tras la retirada militar. Un video del lugar mostraba el edificio de urgencias aparentemente intacto, aunque se veían restos tirados por el interior, donde miles de personas desplazadas se cobijaron antes de que el ejército les obligara a evacuar.
Israel dice que su guerra pretende destruir la capacidad militar y de gobierno de Hamás y recuperar a los aproximadamente 130 rehenes que quedan, de los que un cuarto han muerto, según Israel. Hay negociaciones mediadas por Qatar, Egipto y Estados Unidos en marcha para buscar un alto al fuego a cambio de la liberación de rehenes.
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