Independientemente de los índices de simpatías por candidatos que comunican las últimas encuestas, el mensaje consensuado de todas ellas reafirma entre sus resultados la decisión mayoritaria de los dominicanos de ejercer el voto en tranquilidad y orden; y más de una vez, a través de otros sondeos, han reafirmado que la Junta Central Electoral es una de las instituciones más dignas de confianza en el país. Al mismo tiempo, marcha exitosamente el proceso organizativo a cargo de este órgano cuya conformación actual fue en su momento avalada por una diversidad de sectores partidarios -cuyos reclamos atiende continuamente sin fallarles- y de la sociedad civil. Un reproche: debió prohibir más tempranamente los actos y usos del dinero público con los que el Gobierno reeleccionista exalta su imagen conquistadora de adhesiones.
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En lo esencial el proselitismo se ejerce libre y democráticamente sustentado por miles de millones de pesos del Fisco fluyendo como nunca antes hacia el sistema partidario sin discriminación. Con un electorado liberado de la violencia de otros tiempos de inmadurez. Ante la tendencia a exigir tardíos cambios de procedimientos, viene al caso que la JCE llamara a los líderes políticos a motivar prudencia y civismo entre correligionarios durante las votaciones y en el proceso post comicial que es cuando el pataleo de los inconformes de otras épocas se volvía amenazante. Amirable que dirigencias empresariales y académicas patrocinaran exitosos debates a diferentes niveles.