Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre. Proverbios 1: 8
¡Qué bendición tan grande cuando podemos estar atentos a las palabras de nuestros padres y recibirlas con agrado, sabiendo que ellos tienen la autoridad sobre nosotros!
El padre es quien trae corrección, pero en amor, para no herir el corazón de sus hijos; y la madre invierte su tiempo en enseñanzas útiles para ellos. Pero muchos se resisten a las enseñanzas de sus padres y se rebelan cuando son corregidos, porque no aceptan que les digan lo que tienen que hacer.
Jesús es nuestro ejemplo. Siempre obedeció al Padre en todo, porque entendió que en la obediencia estaba la bendición. Aun cuando su sudor eran gotas de sangre, se sometió y obedeció en amor.
Aceptemos con amor la corrección, porque de esta manera estamos honrando a Dios a través de nuestra obediencia. Y el resultado será glorioso, porque las experiencias de nuestros padres en los caminos del Señor son las que ellos nos enseñaran, para que no nos vaya mal en nuestra vida ni interrumpamos el plan de Dios por no obedecer sus enseñanzas.