Ucrania confirmó este viernes nuevos ataques sobre el sur del país, precisamente en la región de Zaporizhzhia, que dejaron por lo menos cuatro muertos y 20 heridos.
El jefe de la Administración Militar local, Iván Fedorov, informó que cuatro personas estaban en estado grave -entre ellas un niño de nueve años y su madre y una periodista de la agencia Ukrinform– mientras que se registraron daños en un edificio de tres pisos, un establecimiento industrial y una cafetería.
Puedes leer: El jefe de la OTAN advierte alianza entre Rusia, Irán y Corea del Norte pone en peligro la seguridad mundial
Sin embargo, Fedorov resaltó en su mensaje que lo más “significativo” de este último episodio fue la metodología de las maniobras, que exponen el desprecio del Kremlin por la vida de los ucranianos. Según el Gobernador, las ofensivas se dieron en tandas: primero, dos misiles impactaron en la ciudad y unos 40 minutos más tarde, cuando en la zona ya trabajaban efectivos de emergencia y seguridad, las Fuerzas Armadas rusas dispararon nuevos proyectiles.
Esta estrategia puso en riesgo la vida de los voluntarios y periodistas que se habían acercado para cubrir lo ocurrido e interrumpió las tareas de rescate y asistencia urgentes.
Estados Unidos manifestó su repudio ante este accionar ruso y advirtió de su voluntad por matar indiscriminadamente al pueblo ucraniano.
Esta práctica de Moscú se convirtió en “un patrón horrible, aparentemente destinado a matar a los rescatistas y periodistas en el lugar”, comenzó diciendo la embajadora de Washington en el país, Bridget Brink, antes de sentenciar que “Rusia debe rendir cuentas por estos crímenes contra civiles ucranianos”.