La pandemia del COVID-19 ha dejado secuelas notorias en el desarrollo neurológico, el comportamiento y la respuesta inmunológica de muchos de los niños que nacieron meses antes y durante este período. Según especialistas, estos niños, incluyendo aquellos con Trastornos del Espectro Autista (TEA), han mostrado respuestas diferentes a los estímulos, mayores dificultades en el proceso de habla, socialización e interacción con otros infantes, además de un incremento en las infecciones y una peor respuesta clínica.
Durante las consultas rutinarias, médicos pediatras de diferentes subespecialidades en la República Dominicana han observado que algunos niños presentan comportamientos eufóricos o de miedo en espacios abiertos, mientras que otros han manifestado cambios nutricionales, como desnutrición o sobrepeso. En los niños diagnosticados con TEA, se han reportado alteraciones importantes en el comportamiento y el manejo de la ansiedad.
Estas observaciones han sido compartidas por especialistas como la neuróloga pediatra Christian López, presidenta de la Sociedad Dominicana de Neurología y Cirugía del Tórax; Lina Vásquez, pediatra nutrióloga; y Madelin Reynoso Ruiz, pediatra infectóloga. Según ellos, el tiempo prolongado que estos niños pasaron en aislamiento, sin contacto con el exterior, afectó significativamente su desarrollo.
Durante la pandemia, muchos niños solo conocían a sus padres, sin interacción con otros familiares o niños, lo que alteró su proceso natural de desarrollo. Esta falta de estimulación en los primeros años de vida ha llevado a una adaptación diferente, y aunque se han hecho esfuerzos para estimular a estos niños, algunos rezagos persisten.
De acuerdo con la doctora López, los niños neurotípicos que nacieron poco antes de la pandemia y que se encontraban en etapas críticas de su desarrollo durante el confinamiento, no pudieron desarrollar cabalmente los estímulos necesarios. Los niños con diagnóstico de TEA, por su parte, sufrieron cambios en sus rutinas, lo que exacerbó problemas de conducta y ansiedad.
En el ámbito inmunológico, la doctora Madelin Reynoso Ruiz explica que la pandemia provocó más eventos infecciosos con peor respuesta clínica, especialmente debido a la disminución de la exposición al ambiente y la reducción de las coberturas vacunales. Esto debilitó el sistema inmunológico de muchos niños, haciéndolos más susceptibles a infecciones.
En términos nutricionales, la doctora Lina Vásquez señala que la pandemia también tuvo un impacto negativo, con un aumento tanto en la obesidad como en la desnutrición, dependiendo del acceso a la alimentación y la actividad física durante el confinamiento. Estos cambios reflejan un tipo diferente de malnutrición que afecta el peso, la talla y el desarrollo general de los niños.
En resumen, la pandemia de COVID-19 ha dejado una marca indeleble en el desarrollo y la salud de los niños nacidos en este período, con efectos que todavía se están gestionando y estudiando. Los especialistas continúan trabajando para mitigar estos impactos, con la esperanza de ayudar a estos niños a alcanzar su máximo potencial de desarrollo.