Redacción. -Apenas días después de que expirara el ultimátum que el presidente Donald Trump le impuso para abandonar el poder, el presidente venezolano Nicolás Maduro reapareció en un acto público con un mensaje claro para la Casa Blanca: desafío, burla y un intento de proyectar fortaleza frente a la presión estadounidense.
El evento, realizado en Caracas, en las cercanías del Palacio de Miraflores y con empleados públicos obligados a asistir, sirvió como plataforma para que Maduro lanzara una serie de mensajes desafiantes. En medio del acto, el dictador repitió que “no nos podrán sacar jamás, bajo ninguna circunstancia, del camino de la revolución”, reafirmando su intención de ignorar los desafíos de Trump y su Administración. También juró a sus seguidores que, “a costa de mi propia vida y tranquilidad, yo les juro a ustedes lealtad absoluta hasta más allá de los tiempos que podamos nosotros vivir esta historia hermosa y heroica”.
El lider chavista, además, describió las últimas semanas como un período de agresión dirigido por la Administración Trump. Según Maduro, Venezuela “vivió veintidós semanas de una agresión que se puede calificar como terrorismo psicológico… veintidós semanas que nos han puesto a prueba, veintidós semanas de los ejercicios populares, militares, policiales, que han puesto a Venezuela en un punto que nunca antes tuvimos, de capacidad defensiva integral, preparándonos para defender nuestra tierra”.
Entre bailes exagerados, sonrisas y gestos triunfalistas, Maduro buscó demostrar en cadena nacional de radio y televisión que no se siente, al menos ante la cámara, presionado por la campaña militar y diplomática estadounidense, pese al cierre del espacio aéreo venezolano, la destrucción de embarcaciones vinculadas al narcoterrorismo y la expectativa internacional sobre los próximos pasos de la Casa Blanca.
El mensaje de Maduro fue claro: no piensa irse por las buenas, al menos por ahora.
El desafío público del mandatario ocurre apenas días después de que venciera el ultimátum que Donald Trump le había impuesto el pasado 21 de noviembre, en una llamada de 15 minutos reportada por varios medios.
En esa conversación privada el presidente estadounidense le ofreció a Maduro un salvoconducto excepcional para abandonar el país con su familia antes del viernes 28 de noviembre.
El salvoconducto se ofreció a pesar de que sobre Maduro pesa una acusación formal por narcotráfico en el Distrito Sur de Nueva York y una recompensa de $50 millones por sus vínculos con el Cartel de los Soles.


