Navidad bajo tensión: Caribe enfrenta escalada geopolítica

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El Caribe atraviesa uno de sus momentos de mayor tensión y atención mundial, producto de una escalada impulsada por Estados Unidos. Este país ha intensificado su presencia militar en la región y endurecido sus acciones contra Venezuela, incluyendo la incautación de buques petroleros. Este contexto trasciende la confrontación diplomática y sitúa el conflicto en una dimensión geopolítica de alto riesgo, donde convergen los intereses de grandes potencias, volviendo más volátil la coyuntura en las aguas caribeñas.

Este escenario, marcado por la militarización y la disputa por recursos estratégicos, proyecta consecuencias imprevisibles para el Caribe y América Latina. La República Dominicana se encuentra particularmente expuesta, tanto por su ubicación geográfica como por decisiones recientes que la vinculan a la estrategia estadounidense. El ambiente navideño se ve perturbado por la conmoción institucional del escándalo de corrupción en el Seguro Nacional de Salud (SENASA), y por un clima de inquietud marcado por limitaciones económicas, encarecimiento de la vida y una creciente percepción de inseguridad material.

Frente a las provocaciones de Estados Unidos, que amenazan con escalar aún más el conflicto, Venezuela ha advertido que continuará exportando su petróleo y defendiendo su soberanía, mientras recibe el respaldo abierto de aliados estratégicos como Irán, China y Rusia. Esto incorpora nuevos actores a una confrontación que ya no puede leerse como un diferendo bilateral, sino como un punto de fricción entre potencias con capacidad para alterar el equilibrio regional y global.

**RD en punto vulnerable**

La República Dominicana queda expuesta en la actual coyuntura regional por su vinculación a la estrategia militar de Estados Unidos en el Caribe, tras firmar un acuerdo que contempla la cesión de áreas en los aeropuertos de Las Américas y en la Base Aérea Militar de San Isidro para el abastecimiento de naves norteamericanas. Esta decisión ha sido ampliamente cuestionada por sectores sociales y políticos que advierten que compromete la soberanía nacional y podría encaminarse hacia la instalación de una base militar de EE.UU. en territorio dominicano.

Este alineamiento estratégico se produce en un momento particularmente delicado, cuando el país arrastra un desgaste institucional profundo y un creciente malestar social. Amplios sectores perciben que decisiones de alto impacto geopolítico se adoptan sin debate público, transparencia ni un consenso nacional mínimo, mientras se acumulan carencias en áreas sensibles de la vida cotidiana, reforzando la sensación de indefensión ciudadana.

En ese marco, el escándalo de corrupción que sacude a SENASA agrava significativamente el cuadro, al tratarse del principal soporte de acceso a la salud para millones de dominicanos. Esto convierte el caso en un golpe directo a la seguridad social y en un factor de desestabilización, justo cuando el país enfrenta presiones externas que exigen cohesión interna y credibilidad institucional.

La combinación de exposición militar externa, cuestionamientos a la soberanía, corrupción de alto impacto y deterioro de servicios esenciales configura un escenario que la experiencia histórica aconseja no subestimar. Cuando estos factores convergen, el riesgo de convulsión social deja de ser una hipótesis abstracta y pasa a formar parte de las variables reales que condicionan la gobernabilidad, la estabilidad política y la paz social.

**Escenarios de escalada en el Caribe**

La actual escalada de tensión en el Caribe es resultado de una política de presión sostenida por Estados Unidos, que ha intensificado su presencia militar, recurrido a incautaciones de buques petroleros y multiplicado amenazas directas contra Venezuela, reeditando un patrón histórico de coerción que ha convertido a la región en escenario de confrontación.

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En este contexto, el entonces presidente Donald Trump aparecía como un factor de inestabilidad, con un discurso beligerante que concentraba su acción exterior casi exclusivamente en el Caribe y Venezuela, mientras la situación interna de Estados Unidos se deterioraba en múltiples frentes. Analistas y sectores políticos interpretaron esto como una estrategia de distracción externa. Las amenazas de elevar la escalada no se limitaban a Venezuela, sino que se extendían a Colombia y México, ampliando peligrosamente el radio de confrontación.

Resulta revelador que, en medio de esa escalada verbal y militar, Estados Unidos desestimara iniciativas de mediación planteadas por Brasil, cerrando deliberadamente espacios diplomáticos y reforzando una lógica de imposición que incrementó el riesgo de errores de cálculo o incidentes provocados en una región históricamente vulnerable.

Mientras tanto, Venezuela mantuvo una postura que contrastaba con la narrativa de confrontación. En el plano interno el país transcurría en relativa normalidad, con celebraciones navideñas y estabilidad social, al tiempo que dejaba claro que se preparaba para defenderse en el terreno en que fuera atacada, pero sin aportar acciones que alimentaran la escalada ni caer en provocaciones que justificaran una intensificación del conflicto.

**Navidad bajo tensión social**

En el plano interno, la República Dominicana vive esta coyuntura regional en medio de un ambiente social particularmente sensible, donde el período navideño se ve atravesado por un clima de inquietud marcado por limitaciones económicas, encarecimiento de la vida y una creciente percepción de inseguridad material.

A ese malestar se suma el impacto del escándalo de corrupción que sacude al Seguro Nacional de Salud (SENASA), que ha trastornado la tranquilidad ciudadana al tocar uno de los ámbitos más sensibles de la vida cotidiana: el acceso a la salud. Esto genera incertidumbre, indignación y una sensación extendida de desprotección justo en un momento de alta carga emocional para la población.

Cuando la precariedad cotidiana, la desconfianza institucional y la percepción de impunidad convergen en un mismo período, el resultado erosiona la cohesión social, debilita la gobernabilidad y profundiza la distancia entre ciudadanía e instituciones. Esto crea un caldo de cultivo que, de no ser atendido con respuestas claras y creíbles, puede traducirse en tensiones sociales más profundas en el corto y mediano plazo.

**REDACCIÓN FV MEDIOS**