#Mundo:Vivir de nuestros datos | Una opinión de Mariano Gistaín #FVDigital

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Todos nuestros datos están en la nube y cada día hay más aparatos –como la televisión– que succionan trozos de nuestras vidas e interfieren con ellas. Si cada persona pudiera controlar todos sus datos y hubiera leyes adecuadas podríamos facturar por su uso y vivir de ellos. 

Asumimos que nuestras vidas están en la nube, y que la nube la manejan tres o cuatro corporaciones y una variedad de agentes legales –mandato judicial, seguridad– e ilegales, con sus zonas grises o intermedias.

Damos por hecho que los algoritmos saben más de nosotros que nosotros mismos. Saben lo que queremos y lo que queremos querer. Cómo somos y cómo nos vemos. La realidad y la fantasía. La realidad incluye la salud, análisis y datos muy sensibles.

Es posible que nos sintamos impotentes y/o indiferentes: las cosas son así.

Saber que nunca ha existido tanta información sobre cada persona en manos ajenas es una novedad de esta época. La ciencia ya explica que la vida es información, el universo es información.

Tenemos un doble digital más completo que el original y ese doble está en la nube

Tenemos un doble digital más completo que el original y ese doble está en la nube. Es posible que nuestros datos estén todavía algo dispersos, en varios ámbitos aún no conectados entre sí, aunque para un agente poderoso agregarlos sólo supone un poco más de gasto.

Tenemos un avatar, un nosotros en la nube. Al igual que el original de carne y hueso este ente digital no es sólo un “yo”, pues en la nube constan las relaciones de un ser social: el avatar digital es también los demás. La maraña de este nuevo mundo que estamos estrenando es formidable.

Y que nuestras interacciones digitales se registran y se revenden. La transparencia es absoluta, siempre de abajo a arriba: los de arriba pueden saber todo de los de abajo. En la parte legal Hacienda va a registrar a partir de enero por defecto todas las interacciones con los bancos.

Las últimas intervenciones judiciales sobre la corrupción en España evidencian la visibilidad de los wasaps, todo se guarda y se puede revisar… y publicar. Y si se borra, peor. Multitud de aparatos de uso diario, incluyendo la aspiradora, el coche, el móvil y la televisión, succionan nuestras vidas.

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Esta acumulación de datos personales también alimenta, o podría alimentar a las voraces IA’s, que necesitan procesar todo lo que existe. Ya empiezan a pagar a particulares y medios por los contenidos que han pillado sin permiso, a la brava.

Los que hacen la IA explican que la cantidad es decisiva, no sabemos cómo funciona la IA pero necesita digerir todo lo que hay. El consumo de energía –y agua– va a superar el de la vida analógica.

También explican que las renovables no bastan, así que hasta que llegue la fusión nuclear (imitar al sol), hay que tirar de energía nuclear y, la novedad, ya en marcha, situar los datacenters en el espacio, donde el sol entrega mucha más energía que en la tierra. Será la auténtica nube, la metáfora se hace realidad.

La conciencia de la transparencia universal, de que tenemos un gemelo más completo que el original.

La impotencia para hacer algo con eso. Se podrían legislar los derechos de cada persona sobre su gemelo digital, todos sus datos. Y qué podemos vender. ¿Podríamos vivir de ese gemelo nuestro?

Tal vez sería deseable que cada cual dispusiera de un panel de control de su propio gemelo, de todos sus datos, y que pudiera ver quién o qué accede a ellos y para qué los utiliza… y poder facturar en el acto, con pago automático a hacienda, claro.



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