
En Bruselas desde hace años se viene repitiendo la tesis de que el mundo se ha vuelto peligroso, y los riesgos para la UE, aunque identificados, siguen estando ahí. Ese resumen es el que hace el Instituto Universitario Europeo (EUI) en su informe anual sobre riesgos globales para la Unión, que de cara a 2026 se centra sobre todo en los posibles sabotajes o ataques sobre infraestructuras críticas, la ruptura con Estados Unidos como aliado principal o la situación en Ucrania. Esos son los tres grandes problemas que enfrentará el continente en los próximos meses. Además, el documento avisa también de posibles choques con Rusia y de la inestabilidad entre China y Taiwán como peligros a enfrentar, aunque en menor medida.

De hecho, divide los riesgos entre altos, medios y moderados. El peligro inmediato y más probable es un ataque interno y no convencional: la llamada guerra híbrida, definida como un “ataque híbrido disruptivo contra infraestructuras críticas de la UE” (por ejemplo, sabotaje submarino; apagones de redes eléctricas). Este escenario está calificado por expertos en seguridad como el riesgo principal en 2026, según el informe. Se considera la “amenaza más probable y un riesgo de máximo impacto” para el bloque comunitario: se espera que “Estados hostiles y sus apoderados”, en referencia por ejemplo a Rusia, pero también a Bielorrusia, ataquen los cables, oleoductos y redes de Europa, lo que sugiere que “la disuasión y la defensa dependen ahora tanto de la redundancia, la protección y la reparación rápida como de los instrumentos militares clásicos”.
Por otro lado, dos escenarios geopolíticos centrados en Rusia completan las principales preocupaciones en el flanco oriental de la UE. Primero, el riesgo de un alto el fuego en Ucrania “favorable” a Moscú está clasificado como muy probable y de alto impacto, sobre todo en un momento como el actual, decisivo en las negociaciones y con Donald Trump avisando de que Vladimir Putin “siempre ha tenido ventaja sobre el terreno” y Kiev “tiene que asumirlo”.
El informe, de hecho, recalca que la seguridad de Ucrania está “estrechamente vinculada a la seguridad de la UE”. Por eso, dicen, un resultado así sería muy trascendental, ya que “la seguridad de la Unión se ve amenazada directamente por un acuerdo de paz que consolidaría las ganancias territoriales de Moscú, recompensaría la agresión y socavaría la viabilidad a largo plazo de Ucrania como un estado soberano y democrático”. Hilado con esto, el EUI también avisa de la alta probabilidad de un nuevo ataque de Rusia contra un país no perteneciente a la OTAN.
De lo más coyuntural se pasa a lo estructural, y ahí el mayor riesgo para la UE pasa por la ruptura del vínculo transatlántico y por tanto, por su ‘retirada’ como garante de la seguridad de Europa. Aunque un conflicto directo OTAN–Rusia y el uso nuclear del Kremlin se consideran los dos escenarios de mayor impacto, también se valoran como los menos probables. En contraste, un posible repliegue estadounidense se evalúa como “tan impactante como el uso nuclear ruso pero significativamente más probable”. Esta valoración, de hecho, señala una profunda “vulnerabilidad estructural en la arquitectura de seguridad europea: su aliado ancla es percibido cada vez más como una fuente mayor de riesgo”.
Finalmente, el quinto riesgo clave surge de la región del Indo-Pacífico: un conflicto militar en el Estrecho entre China y Taiwán. Este se considera un riesgo de alto impacto para la seguridad de la UE, aunque se hable menos de él. Se trataría de una ruptura de la estructura de comercio y de alianzas, recoge el informe: el documento, en este sentido, avisa de que la Unión está “más expuesta como potencia comercial que como un actor militar directo” en ese escenario.
El informe del EUI también recoge los llamados “riesgos medios”, que no son tan relevantes pero sí están muy presentes en las perspectivas de la UE para el año que viene. En particular, tres amenazas se sitúan en esta categoría: un acto terrorista masivo en territorio comunitario, el fortalecimiento del crimen organizado relacionado con el narcotráfico y la migración irregular a gran escala utilizada como ‘elemento de guerra’. En este punto, los autores del documento señalan que la migración irregular, en particular, es probable que sea instrumentalizada en la política cada vez más polarizada y conflictiva de la UE, destacando cómo las crisis en el norte de África pueden fracturar la política europea en lugar de producir solo violencia externamente.
Esa categoría, por otro lado, también añade conflictos en terceros países cuyo impacto en la UE se evalúa en un nivel intermedio. La inestabilidad en Oriente Medio y el Norte de África (MENA) pesa sobre la seguridad de la Unión a través de estos efectos contagio. Por ejemplo, los expertos clasifican la ruptura de un alto el fuego entre Israel y Hamás como uno de los escenarios más probables de 2026, aunque su impacto en la seguridad de la UE sea de nivel medio. Es más, aseguran que es un acuerdo de alto el fuego muy vulnerable, por lo que la situación podría cambiar drásticamente.
Asimismo, una escalada regional más profunda del conflicto entre Israel e Irán se considera menos probable pero potencialmente más dañina para el futuro de Europa. En el mismo grupo de riesgos, la escalada de hostilidades contra los despliegues navales europeos en el Mar Rojo por parte de los rebeldes hutíes también se ubica en un nivel moderado y lo mismo pasa con conflictos como “las acciones agresivas de China en el Mar de China Meridional”, que se consideran más probables que un conflicto con Taiwán pero menos peligrosas para la Unión, y un choque violento entre grupos políticos radicalizados en Estados Unidos. El informe advierte de que la Unión Europea, aunque tenga que gestionar sobre todo los riesgos altos, tendría que desplegarse al mismo tiempo en la vigilancia de los considerados de menor impacto.
“La encuesta sobre los riesgos globales para la UE es la única instantánea sistemática y de alta calidad de cómo la propia comunidad de seguridad de la UE percibe el panorama de amenazas para la UE en el próximo año, explica Veronica Anghel, autora del estudio y profesora del EUI. “Para 2026, el mensaje es contundente: se están acumulando altos riesgos de seguridad, tanto convencionales como híbridos, justo cuando la última Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU identifica a la UE menos como un socio y más como un problema. Si bien la relación transatlántica sigue siendo vital para ambas partes del Atlántico, los europeos ya no pueden externalizar su seguridad y deben planificar sobre la base de su propio mapa de riesgos”.


