
El cooperante sevillano Javier Rodríguez intentó este miércoles por la mañana, sin éxito, acceder en su motocicleta al centro de Katmandú, Nepal. Los militares le dieron el alto y le recordaron el toque de queda en todo el país a consecuencia de el caos y la anarquía que se han apoderado de la capital las últimas 48 horas, tras la violenta represión —con al menos 30 muertos— de una revuelta juvenil este lunes contra la corrupción política, cuyo detonante fue el cerrojazo gubernamental a las apps de mensajería por Internet y a las redes sociales.
En su corto paseo con el país, ya bajo el control del Ejército, Rodríguez pudo ver las calles “sorprendentemente tranquilas”, en contraste con solo unas horas antes, cuando hordas de hombres jóvenes incendiaban edificios oficiales, incluida la sede del Parlamento, casas de varios miembros del Gobierno, con ellos dentro, centros comerciales, comisarías y hoteles de cinco estrellas, en medio de multitudinarias marchas. Varios motines culminaron con pillajes y en el asalto a las cárceles, de donde salieron al menos 3.000 presos, algunos de ellos políticos encerrados por el Gobierno, que ha dimitido y huido en medio del caos.

En Katmandú hay una pequeña colonia de españoles, en torno a una veintena, dedicados principalmente a la cooperación y al turismo de aventuras de montaña. Rodríguez, uno de ellos, explica por teléfono que el origen de las protestas tiene dos explicaciones ligadas entre sí: “Una es la falta total de futuro de los jóvenes y otra la corrupción de los políticos que les gobiernan”.
Un termómetro social para Rodríguez son las conversaciones que mantiene con los conductores de los mototaxis de la ciudad, típico oficio de los estudiantes que buscan unos pocos ingresos. Estos jóvenes le hablan de su obsesión por salir del país para tener una vida digna y le comparten las quejas por la corrupción de los políticos.
El lunes 8 de octubre, el día en que la Policía reprimió con balas las protestas juveniles vinculadas a la Generación Z, causando al menos una veintena de muertes, los cooperantes españoles en Nepal lanzaron un comunicado en el que hacían un llamamiento a la comunidad internacional para mantenerse “vigilantes” y solidarios con el pueblo nepalí en “momentos de dolor e incertidumbre”. Y se reafirmaban en su compromiso de “acompañar a la sociedad nepalí en su lucha por la justicia social, la democracia y los derechos fundamentales”.
No se trataba de que les hubieran cerrado las redes sociales solo, sino de que lo hicieran porque llevaban tiempo poniendo en evidencia la corrupción a través de Internet”
La idea surgió, explica Rodríguez, “fruto del shock que supuso ver las imágenes de chavales con el uniforme del colegio, con 17 años, muertos por disparos en las protestas. Es que se te caen las lágrimas”, asegura.
Varios de los chicos y chicas que viven en la casa de acogida que gestiona la catalana Montse Morón desde 2015 estaban el lunes en las calles de la capital, protestando. Son jóvenes huérfanos o de zonas muy remotas del país que estudian en la capital gracias a la cooperación.
“Yo he vivido lo ocurrido esta semana a través de sus ojos porque ellos son jóvenes, es su país y desde el primer día han querido ir a las protestas“, explica por teléfono Morón. “Para ellos era una obligación estar en la calle. No se trataba de que les hubieran cerrado las redes sociales solo, sino de que lo hicieran porque llevaban tiempo poniendo en evidencia la corrupción a través de Internet. Denunciando que ellos, que se levantan temprano, tienen dos trabajos, y estudian, no tienen futuro en su país, mientras los políticos y los hijos de los políticos se están enriqueciendo”.
Morón dice que la juventud nepalí se siente abocada a la emigración. “Aquí no hay oportunidades para ellos y eso les mina la moral”, describe. Sobre las revueltas, cuenta que les vio irse de manifestación “con una sonrisa” y volver “llorando” y tenerlos “horas llorando por la represión policial, preguntándose cómo nos pueden hacer esto, cómo pueden dispararnos si somos el futuro. Ver en ellos esa sensación de impotencia y de rabia es que te mata”.
El segundo día de protestas, el martes, arrancó, según Morón, con una sensación compartida de toda la población que urgía salir a la calle a protestar por las muertes del día anterior. Sus “niños”, como llama a los jóvenes acogidos en la casa de la ONG Petit Mon, regresaron a mediodía, tras conocer la dimisión del primer ministro. Poco después en las calles “se lió parda”, con incendios y agresiones a los políticos, que culminaron con la muerte de la mujer de un ex primer ministro. Habiendo apoyado las protestas, muchos vecinos de Morón exponían ya que la anarquía no les representaba. “Me decían: Nosotros no hemos luchado por esto. Sientes impotencia y se te pone la piel de gallina. Lo vivieron como una frustración, después de haber mantenido la esperanza de que las cosas cambiaran. Y ahora se preguntan qué va a pasar”.
¿Por qué no se ha atacado al presidente? ¿De donde salió tanta gasolina para quemarlo todo? ¿Hay alguien en la sombra? ¿Por qué se han aprovechado del malestar de los jóvenes?”, se preguntan ahora los nepalíes.
En las calles de Katmandú cunden las teorías de la conspiración, relatan los cooperantes. “¿Por qué no se ha atacado al presidente? ¿De donde salió tanta gasolina para quemarlo todo? ¿Hay alguien en la sombra (los maoistas, los independentistas…)? ¿Qué mentes pensantes hay detrás? y ¿Por qué se han aprovechado del malestar de los jóvenes?”, dice Morón que se preguntan ahora los nepalíes.
Los españoles en la capital nepalí insisten en que la incertidumbre es total en un país paralizado, el toque de queda se mantiene hasta este jueves, pero esperan que cualquiera que sea la solución ataje el malestar juvenil consecuencia de la falta de oportunidades. Muchos son los que con estudios universitarios se ven abocados a migrar a Dubai, Kuwait, EEUU, Reino Unido, Chipre o Rumanía. Uno de los jóvenes acogidos por Morón fue el primero de su promoción en Ingeniería, “pero como no tiene padrinos se ha tenido que ir fuera. Está en Londres porque aquí no encontraba trabajo”. Otro joven que estudió informática, si tiene trabajo, “pero ya a los tres meses le dicen el mes que viene te pago, el mes que viene te pago, y mientras ven en Internet como los hijos de los políticos se compran bolsos o relojes, que cuestan lo que ellos no ganarán nunca”.
Ni Rodríguez, ni Morón sienten miedo ni pretenden abandonar por este motivo Nepal. “Lo mejor de este país es la gente, la gente y las montañas, ninguno de mis vecinos permitiría que nadie me hiciera absolutamente nada y tampoco me voy a meter en primera línea”, dice Morón, esperanzada en que la cosa vaya a mejor en el país que considera su casa.
El aeropuerto de Katmandú reabrió ayer tarde, pero la situación de los vuelos era caótica, según explicó el montañero Álex Txikon, al que le han pillado la revuelta en el centro de Katmandú, y lograba in extremis billete para salir del país. Según Txikon, que ha visto imágenes “dantescas” estos días en el centro de la capital, el país se merece paz, estabilidad, menos convulsiones y sobre todo el fin de la corrupción.
El turismo de aventuras y montaña, con el Himalaya de fondo, es el principal motor de la economía del país situado entre China e India. Mikel Leizeaga, responsable de una agencia de aventuras y residente en Nepal desde 1993, confía también en que la situación se serene cuanto antes, y antes del inicio ee la temporada de montaña en el Himalaya, de octubre a mayo, y que trae numerosos grupos de escaladores españoles al país.
En la página web del Ministerio de Exteriores de España se puede leer: “A raíz de las recientes protestas violentas, las autoridades locales han impuesto un toque de queda ilimitado en Katmandú, Lalitpur, Bhaktapur y Pokhara. Asimismo, el aeropuerto de Katmandú se encuentra temporalmente cerrado.
Exteriores recomienda “extremar las precauciones, evitar cualquier concentración de personas, mantenerse en un lugar seguro y seguir estrictamente las indicaciones de las autoridades locales”. Exteriores propone un teléfono de emergencia consular: + 91 98101 74160 (limitado exclusivamente a ciudadanos españoles que requieran protección consular inmediata por causa grave).


