
Tras 14 años de Guerra Civil, Siria intenta levantarse de las ruinas. Bachar al Asad, que detentó todo el poder durante dos décadas (su padre Hafez lo hizo por casi tres), lo ve de lejos. El dictador huyó en cuanto escuchó la llegada a Damasco de los yihadistas y rebeldes que ahora detentan al poder en la persona de Ahmed al Shara, el presidente interino.
Al Asad (60 años) tomó el primer avión que encontró y salió hacia Rusia, el viejo aliado de su régimen y del de su padre. Desde hace un año vive en Moscú, después de que el Kremlin le concediera asilo “por razones humanitarias”.

El exdictador y su familia residen en el moderno distrito financiero de la capital rusa, aunque la ubicación exacta aún no está confirmada, según informó en octubre Die Zeit. Una fuente cercana a los Asad declaró a este semanario alemán que la familia posee varios apartamentos y, en ocasiones, se aloja en una villa a las afueras de Moscú.
Los apartamentos se describen como viviendas de lujo con techos altos, ventanas hasta el suelo y acceso directo a centros comerciales y restaurantes. Según explicó esta fuente a Die Zeit, Al Asad “pasa gran parte de su tiempo jugando videojuegos en línea” y trata con guardaespaldas de una empresa de seguridad privada pagada por el gobierno ruso.
La fortuna del sátrapa sirio
- En 2022, el Gobierno de Estados Unidos estimó el patrimonio familiar de Al Asad en entre 1.000 y 2.000 millones de dólares, informa Euronews. Sería, según Washington, fruto del “tráfico de armas y drogas, y la economía de alquiler” a través de empresas fantasma. Según lo publicado en prensa, entre 2018 y 2019, el régimen de Al Asad transfirió unos 237 millones de euros a Moscú. Con ese dinero habría comprado al menos 18 apartamentos de lujo. De hecho, mientras estaba en el poder, Bashar y familia solían pasar temporadas en la capital rusa.
El expresidente de la República Árabe Siria vive bajo estricta supervisión rusa, con apariciones públicas prohibidas, movimientos limitados y sin actividad política. Al Asad sólo emitió una declaración pública y fue ocho días después de su huída. No es un silencio elegido.
Es un silencio impuesto por quien le ha dado aposento y cobijo. Rusia concedió asilo a Al Asad en abril de este año. Desde entonces le ha impuesto a su estancia estrictas condiciones. El exdictador sirio debe abstenerse de toda aparición en los medios de comunicación y de toda actividad política, según ha contado el embajador ruso en Irak, Elbrus Kutrashev, a la Agencia de Noticias de la República Islámica.
Intento de asesinato
Lo confirma el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en el Reino Unido. Los movimientos de Al Asad están muy limitados y ha dejado de hablar en público. Los servicios secretos rusos le mantienen bajo una protección excepcionalmente estricta. Por supuesto, tras dos décadas ejerciendo el poder con puño de hierro, el hijo de Hafez tiene muchos enemigos y su vida está amenazada.
Según ese observatorio, Al Asad fue hospitalizado en septiembre estado crítico tras sufrir un presunto envenenamiento. Pasó nueve días en un hospital a las afueras de Moscú antes de recibir el alta el 29 de septiembre.
El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, lo negó. “Proporcionamos asilo a Bachar al Asad y su familia por razones puramente humanitarias. No tiene problemas con su estancia en nuestra capital. No ha sufrido envenenamientos. Si estos rumores surgen, quedan sobre la conciencia de quienes los difunden”, dijo.
En realidad, el Gobierno de Vladimir Putin prefiere no hablar de Al Asad. “No podemos compartir ninguna información sobre ese asunto”, dijo hace unos días el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, al ser preguntado por la vida moscovita de los Asad.
Algunas informaciones hablan de que el nuevo presidente sirio habría pedido la entrega de Al Asad a Damasco, extremo que no fue confirmado por ninguna fuente oficial. Si realmente hubiera sido así, Rusia se habría negado a entregarlo. El Kremlin sostiene que Putin le concedió personalmente el asilo y que este no sufriría modificaciones.
El cáncer de la esposa de Al Asad
Asma, la esposa del exdictador, tiene ciudadanía británica aunque su pasaporte haya expirado. Ella sí tiene problemas de salud, pero no son fruto de su condición de asilada. Luchó durante años contra el cáncer de mama y en 2019 fue declarada libre de cáncer. Pero en mayo de 2024 fue diagnosticada con leucemia mieloide aguda, según anunció la presidencia siria.
A finales de diciembre de 2024, The Telegraph informó de que los médicos le daban a Asma un 50% de probabilidades de sobrevivir. Según fuentes que cita el periódico británico, la mujer de Al Asad vive aislada en un hospital de Moscú.
Parte del círculo familiar y de las amistades del clan Asad se esconde entre Emiratos Árabes Unidos y el Líbano, aunque algunos de ellos han sido detenidos, sobre todo los que se quedaron en Siria, informa Efe. Rami Makhlouf, primo de Al Asad, anunció la formación de una milicia en el contexto de la violencia sectaria contra la minoría alauita (rama del islam chií que profesa la familia Al Asad) desatada en marzo en la zona costera de Siria. Pero de todo ello no ha habido noticias.


